miércoles, 21 de enero de 2009

Testigo de la Historia. . .


Por Mireya Cerrillo

El día que mi madre nació, se firmó el tratado de paz que acabaría con la Segunda Guerra Mundial. El año que yo nací, fue puesta en órbita la estación espacial MIR (paz). Y desde ese año, me ha tocado ser parte de lo que hoy llamamos: hechos históricos.
No recuerdo cada hecho del que me ha tocado ser testigo, pero sí el impacto que la mayoría de ellos ha tenido en la sociedad y en mi día a día:
La caída del muro de Berlín, la liberación de Nelson Mandela, la creación del Espacio Económico Europeo, la Clonación de la oveja Dolly, la Guerra de Kosovo, obtener la Secuencia del Genoma Humano, las primeras imágenes de Marte, la conquista del Himalaya, muy impactante para mí fue ver el derrumbre de las Torres Gemelas, la guerra en Afganistan, la clonación del primer embrión humano, el tsunami, los maremotos, los terremotos, la influencia de Juan Pablo II y la nostalgia tras su muerte, el internet, el cambio de los cassettes a los CD's y ahora el iPod, y en mi país, por qué no decirlo, el cambio de partido político tras 70 años bajo el mismo poder.
Pero más trascendental, es poder presenciar la llegada de Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos de Norte América. Es satisfactorio poder mencionar todas las cosas que, a mis cortos 22 años, la vida me ha dejado ver, y es inquietante saber todo lo que me queda por ver.
Simplemente no tengo palabras... Me gustaría seguir los pasos de Christianne Amanpour para mostrar lo que nadie quiere ver y llegar a lugares a los que nadie va, me encantaría tener la influencia de Oprah Winfrey para llegar a tanta y tanta gente, me agradaría tener los "pantalones" de mujeres como Lydia Cacho para decir lo que nadie se atreve o la habilidad de Carmen Aristegui para entrevistar a tanta gente importante .
Estoy convencida de que soy y he sido testigo de grandes cambios y sucesos en la historia del mundo, ahora, me gustaría poder ser parte de ella. Tener la capacidad suficiente para escribirla y que entonces, algún día alguien cuente mi historia y cuando vuelva la vista atrás, darme cuenta de que en este pequeño gran mundo: dejé huella...

miércoles, 14 de enero de 2009

Escribiendo Ilusiones. . .


Por Mireya Cerrillo
Y así, tan fácil y tan rápido estoy de nuevo en Barcelona, con un nuevo año por delante, y con muchas ilusiones.
Como siempre, felíz de haber estado en mi México querido rodeada de mi familia y mis amigos. Hoy, sería injusto sentirme triste por ya no estar con ellos, pero en la soledad que ahora me acompaña, los recuerdos de todo lo compartido, son más vivos que nunca.
Hubo quien en esta pasada visita, criticaron mi manera de ser como "fría" . . . yo más bien la definiría como "desinteresada".... Pues debo confesar que cosas a las que antes les daba mucha importancia, hoy las tomo como lo que son: parte de la vida. Tal vez estoy creciendo, o puede ser que de verdad me he "españolizado" como dicen. No creo, lamento si mi actitud en algún momento se confundió con "ironía", para mí, es mi nueva realidad. No quiero apegarme a aquello que tanto deseo estuviera aquí y ahora. No quiero llorar una ausencia que no he perdido, y mucho menos quiero, contar la distancia que me separa de ese abrazo y ese beso siempre anhelado.
Simplemente acepto lo que tengo, pues yo lo elegí. Y estando segura de que no he perdido nada, sino ganado demasiado, reflexiono sobre un año de finales, pero también de nuevos inicios.
He decidido dejar atrás lo que pierdo, y recibir lo que está por llegar.
Puedo sentirme triste porque no puedo ver tan a menudo a las personas que quiero, o esperar con ansia nuestro próximo encuentro y mientras, disfrutar cada momento.
No dejaré que se cristalice mi mirada, o que se pierda en un pensamiento de añoranza... Más bien, me concentraré en aquello que debo y disfrutando de los días de paz que trae el invierno: seguiré riendo, seguiré escribiendo, y sobre todo: seguiré siendo yo.
Y si esto se confunde con frialdad, una vez más, pido que se comprenda mi situación, pues aunque la distancia y la soledad son duras, no puedo sentarme a llorar lo que en realidad no he perdido. En mi colección de momentos, atesoro cada sonrisa compartida, cada abrazo regalado y cada beso recibido.
Sin esperanzas, pero con ilusiones, no espero nada, pero trato de dar todo. Y mientras pienso nuevos proyectos, simplemente vivo mis sueños.
Gracias por otro año de sonrisas. . . Y salud por un año lleno de amor.