martes, 25 de agosto de 2009

"Una Mexicana Muy Atípica"...


Por Mireya Cerrillo


Cuando conozco a una persona, esta es la frase inicial: “No pareces mexicana”. Es probable que la primera vez haya dejado pasar el tema y no haya puesto atención. Pero después, comencé a preguntarme qué era parecerse mexicana.

Ya lo decía Albert Einstein: “Es más fácil romper un átomo que romper un prejuicio”. Pues el prototipo de mexicano que tienen en mente los europeos es: “persona de piel muy morena, (seguramente porque habita en el desierto), que habla como Speedy González, con un “guey y un órale” muy acentuados, con un gran sombrero, recargado sobre un cactus, con botella de tequila en mano, y que se la pasa cantando rancheras, ah y en el mejor de los casos, no vive en el desierto, sino en el rancho y monta siempre a caballo.”

Buff! Si esta es la imagen que tienen de nosotros los mexicanos, entonces no soy mexicana. No somos así. Es decir, yo no vengo de un desierto, vengo de una ciudad tan, más o menos, “civilizada” y “urbanizada” como cualquiera de Europa, donde tenemos casas, coches y sí: aprendemos a hablar inglés. Ese acento de “mexicano” que conocen, es de un personaje animado creado por una empresa de Estados Unidos (pueblo que se ha encargado de crear esta imagen que tienen de nosotros). Y no, no tengo la piel morena, así como no todos los europeos son de piel blanca, no todos los mexicanos somos de piel morena.

De cualquier manera, si ésta es su opinión: soy una mexicana atípica, no soporto el calor, (aunque crean que vengo de un lugar súper seco y caliente), el mar me gusta un momento (aunque piensen que el Caribe pasa por los 31 estados de mi querido México), y no todo lo que como es picante (no obstante es verdad que siempre llevo un poquito de “salsita en el bolso”)… Después de todo; la vida es mejor "picosita".

En fin, todos estos estereotipos que tenemos de las personas, de las culturas, de los países, se debe sólo a que desconocemos las cosas. Un escritor español dijo: “El primer paso de la ignorancia es presumir de saber.” Y es que es tan difícil admitir que desconocemos algo, que preferimos decir que lo sabemos. Cito a Albert Einstein una vez más, “Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas.” Y es así, soy mexicana, y alguna cosilla sé de México, aunque hay muchas cosas que debo y quiero conocer de mi país.

Y bueno, ya que estoy metida en el tema, quisiera que los europeos supieran 3 cosas de México.

1. México es Norteamérica, ni centro ni sur América. Aclaremos que América es un continente, y mi país está muy arriba del Ecuador.

2. Por lo antes mencionado, el amazonas no pasa por México. Y aunque es verdad que el desierto es uno de los ecosistemas más amplios de México, también tenemos selva, bosque,y sí también tenemos hermosas montañas, amplios valles, incluso uno que otro volcán.

3. Los nachos y burritos no son los platillos típicos de México. Lo son el maíz, el fríjol y por supuesto: el chile y sus más de 100 tipos. Ah, y el cacao viene de México.

México es un país tan grande y amplio que aún tengo tanto por descubrir de él: con mucha historia y cultura propia, lleno de leyendas, una gastronomía única y una música inolvidable.

Siempre lo he dicho, soy orgullosamente mexicana, y "si te interesa saber de mi país lejos de las playas y el hotel holiday inn", estoy más que dispuesta a compartir lo mucho o poco que pueda saber del lugar donde nací.

Lo confieso, se me “enchina el cuero” cuando el mariachi suena, se me sube el tequila, pero cuando lo bebo, tiene que ser del bueno (añejo y reposado), soy feliz con un taco con sal y soy pipope (pieza poblana perfecta), soy fresa (pijo) y me encanta la música de nacos (quillos) (banda, cumbia). Y lo más importante: soy feliz de ser así.

Lo acepto, tal vez sí sea una mexicana muy atípica y no parezca mexicana. Soy atípica porque amo a mi país con todo lo bueno y lo malo, por eso puedo decir: “qué chingón* es México y qué chingona es su gente”.

* Término mexicano que se utiliza para denotar que algo está muy bien, que es muy bueno, que se hace muy bien.


lunes, 24 de agosto de 2009

De Viaje...



Por Mireya Cerrillo

Desde el día en que decidí estudiar en el extranjero, mi vida se ha convertido en un verdadero viaje. Con maletas llenas de sueños, miedos en la mochila y sobre todo con muchas ganas de saber, emprendí lo que hasta hoy ha sido la mayor aventura de mi corta vida.

No sabía a dónde ni con qué tipo de gente iba a llegar. No recuerdo exactamente cuál fue mi primera impresión, no estoy segura de si fue: “¡Esto es Europa!”, o “¿Esto es Europa?”… de cualquier manera… eso pensé.

Me encanta viajar, conocer gente nueva, aprender nuevos idiomas, saber sobre las tradiciones y las costumbres de los lugares a los que llego…Me gusta probar nuevos sabores, conocer sobre su música, la cocina, etc. Me gusta saber. Me emociona el ajetreo que conlleva un traslado.

Cada vez que conozco a una persona y le cuento mi historia, es decir, sobre el hecho de ser una “joven mexicana lejos de todo lo que daba por conocido, sola, estudiando en un país extranjero”, la gente me ve diferente, es una mirada del tipo “qué valiente”.

La gente me dice que admira mi fortaleza y mis ganas de conocer. Mi familia a veces, también me ha hecho saber que soy “valiente”. Tengo 22 años, llegué con 20 a España, y comienzo a entender ésta valentía que la gente admira de mí, y debo confesar, que yo comienzo a admirarme también. Las piezas de mi rompecabezas comienzan a ponerse en su sitio.

Aún así, no hay día que pase, que yo no piense en mi familia, en lo mucho que los extraño y en todo lo que me hacen falta. No hay tarde que yo pueda pasar sin desear poder jugar un momento con mis sobrinas, y sobre todo, no hay noche que yo no añore los besos y abrazos de todos los que me han cobijado siempre.

Este verano, tomé la decisión de no viajar a México simplemente porque quería conocer más, reafirmar lo aprendido, seguir viajando y estar conmigo. Todo lo que en éste mes he visto ha sido verdaderamente genial, las experiencias que continúo viviendo han traído como siempre, muchas cosas para aprender. Me he sentido bien y feliz…Pero estoy sola.

Cuando uno emprende un viaje como el mío, siempre existe una “otra” razón por la cual alguien como yo decide irse tan lejos. Unos lo llaman “huir”, otros los llaman “escapar”, yo simplemente lo llamo “búsqueda”.

Me encuentro en la búsqueda de la realización de mis metas, estoy en la constante investigación de lo que me hace feliz, exploro todo lo que pueda completarme, y sobre todo, vivo conociéndome, estoy en la pesquisa de la vida.

Escribo un caluroso día de Agosto desde St Felice Circeo, Roma, Italia. Las dudas de siempre asaltan mi cerebro. Este sentimiento en mi corazón se hace palpable. Ojalá pudiera darle nombre, pero cada vez podría llamarlo de manera diferente. Hoy tengo sentimientos que se encuentran, emociones que chocan…

Sé que tal vez me complico mucho la vida. Pero cuando siento que estoy viviendo demasiado “bien”, que las cosas suceden tan rápido, sólo debo recordar 3 cosas: “quién soy”, “de dónde vengo”, y “a dónde voy”.

Parece canción, pero es así…No olvidar todo lo que SOY, lo que verdaderamente SOY y nunca dejaré de SER, es lo que me permite perseguir la versión mejorada de mí misma. La realización de mis sueños.

De tanto en tanto y muy de vez en cuando, me dan estas ganas de llorar para poder volver a sonreír. Y lloro: de tristeza y de felicidad. Pero cuando vuelvo a sonreír, me siento mejor.

Estoy convencida de que la vida son experiencias que le dan sentido a nuestro viaje. Nuestra vida es un viaje…sólo que yo decidí hacerlo lejos…Creía tantas cosas cuando emprendí la aventura de volar, que hoy comienzo a aterrizar.