domingo, 20 de junio de 2010

Mi Iniciativa México...


Por Mireya Cerrillo

Quiero presentarme,

Soy ante todo y sobre todo: orgullosamente M E X I C A N A, mujer, estudiante, joven, idealista, soñadora y con iniciativa.

Éste año 2010, todos los mexicanos entendemos lo importante y significativo que es para nosotros celebrar nuestros aniversarios…Y yo quiero formar parte de ésta gran conmemoración, pero no sólo quiero dar el grito el 15 de Septiembre o recordar y festejar mi pasado histórico el 20 de noviembre… No, éste año y sobre todos los demás, me siento más que nada REVOLUCIONARIA y MUY GRITONA.

Sí. Revolucionaria porque estoy harta de vivir en un país tan hermoso como mi México querido, que esté sumido en ésta ola de violencia que nos tiene al borde del miedo y en él “me vale madres, ya lo arreglará el gobierno”. Pues no… Mi iniciativa es: alzar la voz, y movilizar a la gente…Pues estoy segura de ello, que cada país definitivamente tiene el gobierno que se merece. Sí, Puebla mi “chulo estado”, se merece tener un gober precioso y pederasta porque no fuimos capaces de NO VOTAR por el partido opositor, al contrario, firmamos y aprobamos las injusticias que tanto nos indignaron en el caso Lydia Cacho.

México se merece a sus dirigentes corruptos y de dedazo, porque desde pequeños, nos enseñan a mendingar por esas décimas extras para “panzar” las materias, porque nuestros padres dan la mordida en vez de asumir su responsabilidad como ciudadanos y pagar infracciones y multas. México se merece lo que tiene, porque nosotros lo hemos forjado desde abajo, y ahora que vemos la “chingadera” en la que vivimos, no nos levantamos, no levantamos a nuestro país y esperamos a que alguien más lo haga.

Soy mexicana y confieso que se me enchina la piel cuando escucho a mis mariachis, y me emociono cuando entono mi himno en suelo extranjero al lado de mis connacionales, pero qué ironía cuando medito sus letras:

…de la paz el arcángel divino,

que en el cielo tu eterno destino

por el dedo de dios se escribió...

Mexicanos y mexicanas, es momento de dejar de creer que dios escribe nuestro destino, SOMOS NOSOTROS, los que día a día forjamos y trabajamos por las oportunidades que labrarán nuestro futuro. Suena bonito en un himno, pero ya es momento de comenzar a creer en nosotros mismos como la GRAN nación que somos. Ya no más: “si dios quiere”, “con el favor de dios”, y “dios mediante”… ¿y si no quiere?... ¿Seguiremos viviendo en corrupción y violencia? ¿con el miedo de ser secuestrado? … Yo rezo cada día, y vivo con miedo…y ya no quiero vivir así.

Más si osare un extraño enemigo
profanar con su planta tu suelo...

Ésta línea sí que da para mucho…Nos defendemos en el fútbol y nos “enchilamos” porque lo vivimos, nos sentimos orgullosos de haber derrotado en su momento a los gringos y a los franceses y a los españoles… y a todo el que vino, nuestra memoria histórica para esas cosas, no falla. Pero ahora, el enemigo lo tenemos aquí en nuestro propio suelo: los sicarios, secuestradores, narcos, capos, ladrones, corruptos…¡son mexicanos!. Tienen madres, esposas, hijas mexicanas, y sobre todo, el apoyo y el silencio de nosotros, los otros mexicanos que vivimos con miedo. ¡Oh patria querida!, cuántas veces juré y prometí en las ceremonias ante tu bandera, ser SIEMPRE FIEL y ahora….ahora te estoy fallando, ¿en dónde quedaron los principios de libertad y de justicia que hacen de nuestra Patria la nación independiente, humana y generosa a la que entregamos nuestra existencia?.

¿Cuál libertad? Cuando hay persecución y amenazas a los que alzan la voz. ¿Cuál justicia? Si aquí se compra con dinero, por debajo de la mesa y con influencias.

¿Realmente somos una nación independiente? Cuando tenemos una deuda externa que crece y crece y dicen, que mis hijos no terminarán de pagarla. ¿Humana? Si a nuestros indígenas, raíz de nuestra verdadera cultura, los vemos con desprecio y hemos dejado morir las lenguas con las que se fundó ésta tierra. ¿Generosa? Si cerramos el puño cuando de dar al necesitado se trata. Ésta es la Patria a la que entregamos nuestra existencia, la que se paraliza con el fútbol, o el final de la telenovela del año.

Mexicanos y mexicanas, los invito a lidiar con valor, a celebrar éste bicentenario unidos, de la manera en la que SÓLO los mexicanos sabemos hacerlo: porque votamos y ganamos porque nuestra bandera fuera (y lo es) la más hermosa del mundo, porque votamos y logramos posicionar nuestras bellísimas pirámides, en la nueva lista de las maravillas del mundo, porque le enseñamos al mundo a hacer la ola en el mundial, porque gracias a nosotros el europeo canta cielito lindo, el asiático imita nuestra talavera, la gente envidia nuestro tequila: elixir de nuestra identidad, de lo más profundo de nuestra tierra, de nuestra mexicanidad. Porque fuimos conquistados y fuimos la capital de ése gran imperio, porque los aztecas eran un pueblo guerrero y los mayas una gran civilización, yo digo, ¡YA BASTA!, ¡Mexicanos al grito de guerra!, éste bicentenario, los invito a dar EL GRITO pero de verdad, de hacernos escuchar ante el mal gobierno, la mala televisión que nos idiotiza, ¡hay que LEER!. Menos fútbol, menos telenovelas, menos noticieros que nos “informen” sólo de lo que les conviene que sepamos. Más libros, más niños y niñas educadas, alfabetizados en todas sus letras.

Yo sólo tengo 23 años, amo a mi país, y quiero ser parte de una generación dispuesta a trabajar por y en mi país. Una generación consciente de que la nación se construye desde abajo, desde el pueblo, no desde sus gobernantes. Una generación consciente y dispuesta a formar parte de la nueva revolución del intelecto y sobre todo, de actitud, una generación preparada para dar el grito y hacerse escuchar.

No culpo al gobierno, ni a los cárteles, sino a mi misma por permitir que mi país, que mi gente, llegara hasta aquí y me legara éste México, lindo y delictivo.


viernes, 4 de junio de 2010

Mi máquina del tiempo…


Por Mireya Cerrillo

Todos tenemos nuestra máquina del tiempo ¿no?. Lo que nos lleva hacia atrás, son los recuerdos; lo que nos lleva hacia adelante, son sueños.

Mi máquina del tiempo va constantemente de atrás hacia adelante… A veces, quisiera no recordar ése momento triste o trágico, y otras, desearía congelar ese instante mágico, único y de felicidad. Pero cuando lo pienso, los momentos tristes te hacen valorar las sonrisas, y los dramas, te hacen madurar, crecer y aprender.

Así que, en el álbum de mis recuerdos, no cambiaría ninguna decisión hecha, ningún camino tomado. No borraría mis lágrimas ni querría permanecer en la sonrisa eterna. Sin embargo, no quiero olvidar la mirada de mi abuelito ni la sonrisa de mi abuelita. Quisiera tener un chip que me impidiera hacerlo. Ellos representan mi base, son la luz de sus consejos, el ejemplo de su vida, el botón de mi pasado lo que me impulsa a seguir adelante, a no olvidar jamás de dónde vengo y mantenerme firme, con los pies en la tierra.

Quiero congelar cada abrazo recibido, para reclamar su calor en cada recuerdo. Quiero quedarme con las sonrisas de mi familia, las carcajadas con mis amigos. Quiero retener mi mirada de niña, pero aprender a ver como mujer, con la dulzura de mi madre, y con la firmeza de mi padre. Ellos, son el botón de mi presente, que recordándome mi pasado, me impulsan siempre a seguir avanzando.

Anhelo por descubrir mi futuro, por aprender todo lo que me queda por conocer, y por ser todo lo que puedo ser…y ese botón, se llama paciencia, perseverancia y persistencia, y aunque trato de practicarlos cada día, me los proporcionan el apoyo incondicional de mis hermanos, mi familia y mis amigos…Ellos, son el botón que me acompañará a mi futuro y que crece día a día conmigo.

Me basta cerrar los ojos para recordar, recurrir a ese momento en mi pasado, revivirlo y volverlo a sentir. Abrirlos, tomar un respiro o dos. Soñar, recordar mis metas y nuevamente dar un paso adelante.

Ellos son mi máquina del tiempo…

jueves, 3 de junio de 2010

Dejando Huella...


Por Mireya Cerrillo

En el continuo descubrimiento de ésta hermosa ciudad y visitando lugares que aún no conocía, llegué a lo que fue el estadio donde se llevaron a cabo los juegos olímpicos de 1992 en Barcelona. Sin duda alguna, con éste evento deportivo comprendí lo que eran las olimpiadas y conocí sobre la sana competencia deportiva entre los países del mundo.

Caminando por Montjuic, llegué a un pequeño paseo de la fama. Un camino que en pequeñas placas metálicas redondas, tiene grabadas las huellas de grandes atletas y estrellas del deporte. Medí mi huella y me di cuenta de que mi pie, es más grande que el de Nadia Comanecci, más pequeño que el de Michael Jordan y casi igual que el de Lance Armstrong.

Pero hay una huella que me llamó más la atención que cualquier otra, una que simplemente marca el inicio del recorrido bajo el nombre: “Passeig de la Fama”, la huella es anónima, puede ser de cualquiera si das el ancho. La mía, con colorido color rosa, cupo a la perfección.

No soy deportista ni mucho menos, no competiré en ningunas olimpiadas, pero definitivamente, estoy convencida de que he llegado a éste mundo para dejar huella, y que Barcelona, es la placa que marca el inicio de mi recorrido. No busco la fama, pero sí el reconocimiento. No busco ser millonaria como la gente “famosa”, pero sí trabajaré por las medallas del éxito. Tal vez no logre ser el primer lugar, pero trabajaré por ser oro, plata y bronce. Después de todo, mi nombre ya lleva intrínseco el significado de estrella, de brillar, de alumbrar, de ser…

Quiero ser famoso, en el sentido literal de su significado: quiero dar opinión, ser escuchada, divulgar, ser excelente en mi profesión. El éxito se construye día a día, y la excelencia, es el cúmulo de esos éxitos.

A veces creo que no lograré hacer nada de lo que tengo planeado, pero otros días como hoy, pienso que haber llegado hasta aquí, ya es un éxito, es sólo un principio de todo lo que me queda por hacer. No estoy sobrevalorada, simplemente sé cuánto valgo y qué es lo que quiero, conozco a mi competencia, sé cuál es mi talón de Aquiles y cuál es mi honda de David, y sobre todo, sé que puedo y quiero hacerlo: Quiero dejar huella. Iniciar y marcar un camino diferente. Después de todo, el éxito es un viaje, no un destino…Y yo, estoy viajando.