miércoles, 9 de febrero de 2011

Y cuando desperté, recordé que soy mexicano . . .


Por Mireya Cerrillo.

He tenido la oportunidad de vivir casi cuatro años en Barcelona, España. Desde aquí, he aprendido a descubrir las cosas grandes y maravillosas que tiene México, mi país.

Cuando a un latinoamericano le preguntas sobre España o Europa en general escucharás respuestas del tipo: mejor calidad de vida y más cultura. Si por el contrario, al europeo le preguntas sobre Latinoamérica, tristemente dirá lo opuesto: pobreza y subdesarrollo, de historia no conocen y dudan que tengamos estudios.

La realidad de la Europa de hoy está lejos de ser la mejor, tiene crecientes problemas económicos, (unos países más que otros), con las peores tasas de desempleo en décadas, con serios problemas de inmigración, discriminación e intolerancia. Europa con sus leyes absurdas, con famosos ridículos y vulgares, con periódicos amarillistas, con pobreza, desigualdad y tristemente sumido en el individualismo…. Cualquiera diría que me he equivocado y estoy hablando de México.

Pero no, eso y más es Europa. Y a diferencia del mexicano, el europeo en realidad se hace escuchar pues ante todo, participa en sus comunidades a nivel local, promueve la cultura en sus colonias y no se sienta a esperar que todo venga desde arriba. Europa es un continente cuyos países reaccionan y funcionan desde abajo, es dirigido y activado por los ciudadanos; no por la élite política ni por falsas monarquías.

Es triste ver cómo es que los mexicanos nos hemos creído los falsos triunfalismos, vivimos con una mentalidad de pobreza y sobre todo, de indiferencia. Sí, México es un país rico, envidia de cualquier europeo conocedor: su comida única y sus paisajes inigualables nos convierte en un país riquísimo, tan rico, que nos hemos dado la maña de vivir en la pobreza, en la mediocridad mental, y en el valemadrismo.

Otra mentira que nos hemos creído y nos gusta comprobar, es que México es un país violento. México, es un país que sufre de violencia, pero basta convivir con el europeo para darnos cuenta de que el mexicano no es violento. El europeo por ejemplo, se extraña con el abrazo, pocos saben decir te quiero, se horroriza con risas escandalosas y todos se sorprenden con el contacto humano que provoca una caricia o un apapacho de cariño y apoyo. Por ese amor que a nosotros nos resulta natural, es que en Europa y Asia hay altos índices de suicidios y cada vez más gente en depresión.

Entonces, ¿cuál es la gran diferencia entre un país europeo y uno de Latinoamérica? La gente. Pues el europeo en cambio, valora el recurso más grande que tiene cada país: las personas. Aquí, a diferencia del mexicano, la gente trabaja un poco más en equipo, en lugar de estar viendo la manera de “chingarse” al de al lado e impedir su avance. El asiático por ejemplo, sabe que el éxito viene de su gente, y que el éxito significa progreso y progreso quiere decir mejor calidad de vida.

Sí, los mexicanos somos pobres…pobres mexicanos que no nos damos cuenta de nuestra riqueza, pero eso sí, nos sentimos ofendidos al sentirnos transgredidos. Sólo a los mexicanos nos está permitido reírnos de nuestras desgracias, (el humor del mexicano es único) pero que al extranjero no se le ocurra tocarnos porque nos sale lo patrióticos. Para mí, amar a mi patria es trabajar por ella. Amarla real y verdaderamente para darme cuenta de su riqueza. Hacerme escuchar como ciudadano. Amar a México es decir:

Y cuando desperté, recordé que soy mexicano y que tengo un país único.

Ésto el extranjero lo sabe, por eso va e invierte en México, y por eso también hay muchas cosas de México afuera del país, pero no saben igual si no son en México. He tenido la oportunidad de deleitarme con diferentes comidas, con probar el sazón de diferentes partes del mundo, y puedo decir con seguridad y con firmeza, que como los fríjoles de mi abuelita no hay igual, que no he probado manjar que produzca el placer que me evoca un mole poblano, una sopa azteca, unos tacos al pastor, unos esquites de carrito…Cada platillo es único por su sabor inigualable y su historia, pues cada uno cuenta una leyenda que revive una y otra vez en el paladar.

Por eso y más, estoy harta de volver a México y escuchar:

“Es que el problema es la crisis… El problema es el presidente, ¿cuál? – todos, ninguno sirve…”

El problema de México somos los mexicanos, y es hora de que despertemos y nos demos cuenta de que somos mexicanos y la gran responsabilidad que ésto amerita, el orgullo que significa y el poder que tenemos en nuestras manos.

Para que nuestro país funcione, hace falta cultura, es necesario movilizarnos como sociedad y dejar de hacer comentarios sobre lo mal que está todo, sobre la ineptitud de los gobernantes que nosotros elegimos y empezar a criticar lo criticable: nosotros mismos.

Es hora de censurar los pésimos programas de televisión que nos mantienen idiotizados, los talk shows baratos y las telenovelas de fantasía. ¿En dónde quedó el buen periodismo y los programas de concursos inteligentes?

No más pesimismo, México es uno de los países más espectaculares y bellos del mundo, aprendamos a cuidarlo y amarlo de verdad. El europeo daría cualquier cosa por tener las playas increíbles que tenemos y el asiático pagaría una fortuna por las frutas que ellos consideran exóticas.

México eres tú y soy yo. Sé que tenemos muchos problemas y graves. Pero estoy convencida de que la solución está en nosotros como sociedad. Yo exhorto a cada uno a pensar dos veces antes de hablar mal de nuestro país o nuestros gobernantes. Entre broma y broma, entre sospecha y sospecha, así nos hemos creído que somos pobres, violentos, tercermundistas, y hasta borrachos, siendo que en muchas ocasiones la infraestructura de nuestro país no es mucho peor que aquella del llamado primer mundo.

El europeo conoce la comida mexicana, disfruta del tequila y sabe algo de nuestra historia y nuestra cultura, pero aún se extraña de ver a una mexicana en Europa sin burro ni rebozo… yo quiero cambiar eso, quiero dar a conocer la buena cara del México que nos gusta a todos.

Y entonces desperté y recordé que soy mexicana, por eso opino. Por eso, me estoy preparando para ser mejor y ser muestra de que en México hay talento y gente dispuesta a cambiar las cosas, porque ya despertamos y recordamos que somos mexicanos… y lo único que sí me quita el sueño: es qué hacer para despertar a los demás y recordarles que todos somos México.