martes, 21 de febrero de 2012

The time is now . . .


Por Mireya Cerrillo.

Estos días algo me inquieta. Vuelvo a esas noches en las que mis pensamientos dan mil vueltas, y a esos días que por no dormir, ando como zombi.

Esas interminables horas de pensar, de asumir el futuro que me pisa los talones, de añorar un pasado lleno de nostalgia y de olvidarme de vivir el presente que me envuelve.

Estos momentos de desasosiego, de casi ahogo, pero en realidad, es el tiempo el que me abruma. Tiempo…La distancia entre un suceso y otro, la incertidumbre y las ganas de siempre.

Como siempre, tiempo para asumir cambios. Tiempo para hacer lo que se debe hacer. Para decidir, para crecer, para ser y hoy más que nunca, para estar.

El mundo está en crisis y pareciera que yo también. Pero en realidad no. Es sólo el tiempo el que me abruma… No sé si es la falta del mismo, o el saberme con tantas posibilidades, con tantos vacíos por llenar… hace que algo me apriete el pecho. Algo se me atora en la garganta, me explota en la cabeza y revienta con fuerza en cada poro de mi piel.

Es terminar, es volver a comenzar. Es crecer, es madurar. Es entender, es comprender. Es saber y no saber.

Es querer el mundo, quererlo todo y temer no obtener nada… Es tener el mundo y temer perderlo todo. Es temer al mundo y tener las ganas. Es querer la futilidad del tiempo…

Me preocupo por perder el tiempo, por no tener el tiempo, y por tener demasiado tiempo..

Entonces, ¿el tiempo es un desperdicio o desperdiciamos demasiado el tiempo?

Sea como sea, añorando el pasado o anhelando el futuro, la verdad es que el tiempo es ahora. Y aunque a veces de miedo, es emocionante descubrir cada segundo de lo que fútilmente llamamos tiempo.