lunes, 30 de abril de 2012

Escribo, y adelante sigo...


 
 
 Por Mireya Cerrillo.

Hace días que empiezo historias que no puedo terminar. Que quiero contar cosas que no sé cómo empezar. Hace tiempo ya que me siento bloqueada: las palabras no fluyen aunque las ideas me desgastan. Y después de varios intentos, mis páginas se quedaban en blanco.
Quiero contar la historia de una idea, recordar el motivo, inmortalizar los recuerdos, describir en mil adjetivos la forma de las cosas que llevo dentro y simplemente no puedo.
Entonces invoqué a las musas: Clío, Érato, Melpómene… y sus hermanas para que me deleitaran con sus cantos y transmitieran su inspiración. ¡Los griegos nunca fallan! Me han devuelto las palabras y con ello, alimentado mis ganas.
Mis ganas de contar, de decir y de narrar. Pues aunque no siempre mis escritos tengan respuesta, escribir es parte de mí y de lo que soy. Quizás tu silencio haya logrado matar mis palabras, y tu indiferencia jugó con mi confianza, sin embargo, no puedo callar la tinta de mis venas, ni censurar lo que mi yo interior tiene por decir.
A veces puede ser muy difícil poner palabras a lo que uno siente, sobretodo cuando tenemos la necesidad de plasmar nuestros sentimientos en un papel en blanco. Para mí, escribir es terapéutico.
No sé a dónde se fue mi inspiración. No entiendo qué le pasó a mi motivación. Después de varios intentos comprendí el significado de la palabra motivación. Proviene del latín motivare que significa llevar a la acción. Motivación entonces, el impulso para la acción.
Mi motor, lo que me mueve, es esto, escribir. Pues esto soy yo. A veces sin palabras, pero siempre con algo qué decir. Pues aunque me cueste trabajo aceptar mis emociones, cuando escribo: fluyo.
Aunque este post es corto, es trascendente, y sólo aquellos que realmente me conocen saben que cuando no escribo algo me pasa. Sólo ellos saben que detrás de mis silencios hay escondidas mil palabras.
Gracias por leerme, por interpretar mis afonías y ayudarme a rencontrar mi voz. Esta voz singular que tiene la necesidad de relatar los sonidos de mi tinta y los tonos de mi alma.