domingo, 30 de noviembre de 2014

Mentiras...

"Tengo la horrible sensación de que pasa el tiempo y no hago nada, y nada acontece, y nada me conmueve hasta la raíz" Mario Benedetti

Por Mireya Cerrillo.
  

Aún es Noviembre. Todavía se puede hablar de la muerte. Del otoño, la nostalgia y el silencio.

No encuentro pasión alguna que me haga tremar.
No hay cama que albergue mis sueños.
No hay insomnio que me haga despertar.
No hay nadie en este corazón sin dueño.

Diré que me siento bien.
Que se acabó la tristeza.
Que más no te quiero ver.
Así es mi falsa franqueza.

Esta triste con vocación de alegre.
Dejará de rumiar sobre la nostalgia.
Y armonizará la fatal idea de la muerte,
Con esta irresistible pretensión por la vida rutinaria.

Mas eso es lo que me mata: la desdicha de la usanza.
Dirán que se inmoló por demasía de alegría,
O quizá porque era tanta su melancolía
que esa fue su última venganza.

Sépanlo ahora: cuando decida morir, será quizás un fin de semana,
El colofón de un día cualquiera y desalentador, uno de esos vacíos.
Por fortuna: el suicidio es gratuito.
Sólo precisa afán y una terrible pena y desgana.

Estas son mis mentiras que me creo con toda certeza.
Lo digo, y no lo niego.
Tampoco me apeno.
Poco a poco desfallezco ante mi falta de paciencia.

¿Mis sinrazones para mi renuncia? Son eso: mías.
No preciso dar explicaciones sobre esta mi vida insulsa.
Morir y basta.
Mi última huida.

Solo pediría: no teman hablar de la muerte.
Es el fin último de la vida. 
No lamento esto que soy: las contrariedades de mi nostalgia, 
Ni los arrebatos de mis nocturnas manías.


Quisiera así despedirme.
Pero soy una suicida indecisa.
Pues día a día trato de convencerme:
Que esta vida me dará otra vez la bienvenida.

Mi conciencia está tranquila.
Moriré llena de amor, y vacía de ganas.
En un último poema que mis demonios destila,
lleno de palabras tristes y vanas.

Son las casi cuatro de la madrugada.
Así es el reflejo automático de hablar de la muerte y ver el reloj.
Quizás mañana esté menos hastiada.
Y no precise de la hora para perder el control.

Estas son mis verdades.
Estas son mis mentiras.
 

viernes, 21 de noviembre de 2014

Corazón acorazado...

"A un gran corazón ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa" Leon Tolstoi

 Por Mireya Cerrillo.

Ya no quedan lágrimas ni palabras para esto que decidiste abandonar.
No hay más poesías ni cartas, ni siquiera una tonta canción.
Perdí la batalla y nos quedamos en guerra.
Blindada está mi alma pues por ti ya no va a sufrir.
Al final aprendí que de amor nadie se va a morir.
La cura es este adiós lleno de tormentos.
Sorda estoy a tus locuras.
Ciega soy a tus encantos.
Y muda a tus frases duras.
Me marcho en paz con esta extraña sensación.
Te dejo tu corazón confundido, ocupado y de roca a mi pasión.
Ya me sé el cuento de memoria.
Y cansada estoy de este sube y baja.
Nada me detiene en tu trayectoria.
Pues ante ti estaré siempre en desventaja.
Y me llevo a mi corazón acorazado.
A pelear otras peleas.
Me despido así sin gloria ni pena.
Pues la vida es tan corta.
Que aunque tu fuego aún me quema.
Este es el último adiós.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Una vieja amiga…

“El suicidio lejos de negar la voluntad, la afirma enérgicamente. Pues la negación no consiste en aborrecer el dolor, sino los goces de la vida. El suicida ama la vida; lo único que pasa es que no acepta las condiciones en que se les ofrece.” Arthur Schopenhauer.
 
Por Mireya Cerrillo.
 
Decía el filósofo colombiano Nicolas Gómez Dáviila: "El suicidio más acostumbrado en nuestro tiempo consiste en pegarse un tiro en el alma". Somos llevados a la locura por una tristeza incomprensible, y por una nostalgia a la que nos acostumbramos los melancólicos. Esos tiros se vuelven paz y tormenta. 
 
Hace más de diez años que mi alma vive sintiéndose así: triste, incomprendida y solitaria. Una congoja que si bien al principio me parecía ajena, hoy es lo único que verdaderamente reconozco como mía: la desesperanza, el ahogo, la desilusión y pena. 
Hace tiempo que me siento diferente, intrusa y extraña en mi propio espacio y nadie lo nota.
 
Hace años que voy huyendo de estos sentimientos y de estos pensamientos que cada vez se hacen más fuertes y me atrapan, me abrazan, me invitan y parecen ser mi único consuelo.   
 
Me persigue la misma pregunta una y otra vez: ¿luchar día a día o abandonarme sin tregua a una vida llena de tormento? ¿Morir definitivamente o seguir muriendo en vida?
Uno de mis cuentos favoritos termina con esta frase: "Recibió a la muerte como a una vieja amiga y fue con ella con gusto, dejando esta vida como iguales".
 
No sé cómo ni cuándo me toque darle la bienvenida, sólo estoy segura de que la acogeré sin miedo, como  alguien conocida a quien se espera con ansia y despreocupación. Y mientras eso sucede, y mi alma se desalma poco a poquito, sé que así como iguales es como quiero alejarme de la vida.
 

jueves, 13 de noviembre de 2014

¿Pensarás en mí?…


 "Existo. Es algo tan dulce, tan dulce, tan lento. Y leve; como si se mantuviera sólo en el aire. Se mueve por todas partes, roces que caen y se desvanecen. Muy suave, muy suave". Jean Paul Sartre.



Si mañana no estuviera. Si mi vida fuera esto tan fugaz, ¿pensarías en mi sonrisa o en los ratos de melancolía que confundí con desesperanza?

¿Qué recuerdo te llevarías de mí: aquel chiste tonto y comentario infantil? O ¿mi ingenuidad  precoz y solitaria?
Mis momentos de nostalgia se van haciendo cada vez más grandes al paso que mi risa se apaga poco a poco. Y mientras un triste violín despide mi angustia, el eco de una última carcajada te arranca el recuerdo de aquella broma compartida.
Al final seré sólo un recuerdo tan efímero como breve ha sido mi paso por esto llamado vida.
Por eso, te dejo mi blanca sonrisa que supo ocultar una pena incomprendida, y a cambio me llevo el abrazo que me confortó cuando debía.
Quisiera dejarte la luz de mi mirada que brillaba con la ilusión de lo nuevo para alejar de ti las sombras de tus malos momentos.
Quisiera que tu último pensamiento hacia mí fuera de paz y no de guerra. Pues entendí que no hay peor batalla que la que se lucha contra uno mismo.
Para ti no tengo mayor herencia que el ansia de saber, de cuestionar y de creer lo increíble.
No sé si estaré en tus pensamientos o si seré un corto capítulo de la historia interminable de tus días. De cualquier manera, piensa en mí como en un vals: lento, elegante, a su propio ritmo, alegre a ratos pero también lleno de añoranza.
Imagíname como ese vals de 60 segundos: tan rápido que no notas que un minuto pueden ser dos. Como un sueño de amor que se quedó en suspiro. Como un romance inconcluso que se volvió silencio y como una historia de amor que se hizo tristeza. Así decido irme: como un nocturno que en las cuatro estaciones te recuerda que soy sólo aire…y como el viento, libre finalmente soy.