jueves, 26 de febrero de 2015

Final alternativo...

"Al final sólo nos arrepentimos de las oportunidades que no tomamos."

Por Mireya Cerrillo.

¿Qué pasaría si el final que ya vivimos pudiera ser cambiado?.
Si pudieramos echar el tiempo atrás y tomar otro camino, ¿cuál sería?.
Pero lo vivido recorrido está y no puede ser alterado, sólo imaginado.
Sin embargo, ante la decepción está la creatividad para escribir un final alternativo.
Ante el enojo queda la lección aprendida de que la vida es un suspiro y que estamos aquí para servir.
Ante la pérdida sólo queda buscar hasta acertar. Cuestionarse una y mil veces, explorar hasta descubrirse, hallar hasta dar con aquello que se desea aunque de momento no se esté seguro de lo que queremos encontrar.
Asegurarnos y confiar en que después de la consternación vendrá la dicha.
En un fin alterno todos ganan, nadie pierde:
Ella no pierde la fé, no piensa en el suicidio, no tiene límites, no enloquece ni desespera por sus mil y un imposibles. Vive su aquí y su ahora.
En otro final, él la ama, da todo por ella, la echa de menos, se lo hace saber, es su amigo, amante y confidente.
El mundo es otro, su realidad es la anhelada, con sus viajes transitados y aventuras por recorrer, sin visas y sin prisas, sólo risas y poesía.
Ella se siente diferente: feliz, capaz, completa, sin dudas aunque quizás no con todas las respuestas.
Pero el final pocas veces resulta como queremos. Aprender a perseverar, esa tal vez sea la clave. Seguir intentando con nuevas y viejas maneras. No dejar de soñar aunque estar despierto sea su peor verdad tan llena de mentiras.
El final feliz...bueno, ese sólo en las películas, la vida no tiene partes de magia o fantasía. De hecho, es toda una utopía. Una invención que basamos en la ficción y no en la ciencia o la razón. Un embuste de una realidad ansiada donde la vulnerabilidad con suerte no tiene cabida. Un engaño donde el amor es un mito. Un cuento que vale la alegría y la pena ser contado.
La vida con un final alternativo sería un informe objetivo de algo tan subjetivo como lo es la existencia.
El final alternativo es en última instancia aquél por el cual queremos ser recordados así no todos estén de acuerdo. El final después de todo es un nuevo inicio, es algo propio, inesperado, repentino y suspicaz que amerita ser imaginado y reescrito tantas veces como sea necesario.
La vida con ese final añorado es el que no nos da miedo elegir, así sea el definitivo y sin cambios.
Fin.
  

martes, 24 de febrero de 2015

Pérdida...

 
"Tan sólo queda derramar el dolor con eso que comúnmente conocemos como lágrimas."

Por Mireya Cerrillo.

Hoy fue un dia suspendido por el sentimiento de pérdida, de carencia, de la privación de lo que se tenía o se creía tener. 
El menoscabo de la autoestima. 
La pérdida de la fé en las personas.
El final de una vida amada y servil.
El quebranto de todos quienes lo conocieron.
El fracaso y la frustración de haber sido privado de algo que sentía mío.
La lontananza de saberse retirar redotado, abatido, inseguro, roto y vencido.
Nos enseñan a ganar pero no a perder. Porque perder significa lesión.
Y las heridas de una pérdida no las cura el tiempo ni el olvido, sólo nos acostumbramos a ello y nos vamos llenando de lecciones, de aprendizajes, de nuevas ambiciones y con suerte de esperanzas renovadas de que en el próximo intento la respuesta sea otra. No más pérdida.
Hoy perdí a un ser especial y estoy consternada.
Hoy perdí porque no gané lo que quería y estoy decepcionada.
Hoy perdí lágrimas porque no sé cómo ganar sonrisas y estoy triste y desanimada.
Hoy fue un día marcado por la pérdida y estoy desalentada, molesta y desconsolada. Quisiera decir que será un día que quizás olvide con el paso del tiempo. Pero la verdad es que no relegaré ni borraré de mi memoria éste sentimiento arrebatador de quererse perder del todo. 
La conmoción aún me embriaga y aunque quisiera ya encontrarme, hoy más que nunca me siento perdida.
Sin más que decir...me siento inconsolable.
 
 

miércoles, 18 de febrero de 2015

Constante...


Por Mireya Cerrillo.
  
Eres la perenne constante en mi vida.
Con el mismo valor para cualquier variable.
Con un comportamiento elástico, de estira y afloja que a mi ser aloca y acongoja.
La asidua presencia que determina esta única fuerza de interacción, distracción y continua confusión.
Mas mi estado inalterable no se queda, pues con cada pequeño contacto que haces, todo provocas, cambias y mueves.
Eres una energía frecuente. Acostumbrada e inesperada.
Eres el sentimiento habitual que me aleja y me acerca a tu placer delincuente.
Quizás sepas que para seguir vigente en mi mente, sólo debes ser constante.
Pero no te equivoques, pues un hola extemporáneo después de un doloroso adiós cada seis meses, no es suficiente.
Sin embargo, aquí me tienes. Hablándote y sonriente.
Rehusando lo que mi corazón por tí realmente siente.
La necesidad de la constancia...¿será eso lo que nos pasa?
La urgencia de leerte, la premura de escribirme... la privación de la exigencia.
Eso eres, el descubrimiento constante de ilusiones renovadas y viejas esperanzas.
Prescindir de tu apariencia esporádica e inestable, esa es mi tardanza.
Aunque perseverante, no eres coherente. Pero esos eventuales intercambios de cosas vanas, son las que desafortunadamente, me mantienen subsistente en esta firme y esencial entelequia que a ratos me obsequias.
Incesante y voluble fantasía. La música que jamás apagaría...eso eres.

sábado, 14 de febrero de 2015

La carta que no te envíe...


"Una carta de amor no es un naipe de amor. Sino un informe de la ausencia" Mario Benedetti.

Por Mireya Cerrillo.

Parece ser la entrada de un día más, un día de tantos. Pero la verdad es que hoy es uno de esos días en que te tengo entre mi piel y mi alma, una fecha señalada para destrozarme a ratos, hacerme daño con tu rechazo, y palpitando en mi corazón con mil recuerdos que quisiera a veces ya haber olvidado.
Eres una cicatriz, quizás la primera de muchas. Te pienso y aunque quisiera que ya no me doliera, sólo sé que me lastima y me quema. Te recuerdo y es como echarle sal a la herida. Pero de golpes está llena la vida y también de caricias lejanas, cosas que pulsan en mi ser, me cuestionan y desganan.
La verdad, no me arrepiento de nada, ni de esta pena ni de los días de corta euforia.
Pero me dejé llevar por mis impulsos disparatados, esos que me acercaron a tí por un rato, y que me arrebataron todo de tí sin mayor tacto.
Eres un ser ingrato, fuiste despiadado. Entiendo que es la soledad la que te tiene quebrantado...y yo, yo sólo quería que sintieras que mi cariño por tí es verdadero.
Supongo que todo ya está escrito aunque sigas inspirando mis tristes letras. Creo habértelo contado todo, quizás demasiado. Era muy pronto para confiarte mi vulnerabilidad e ilusionada ansiedad. No debí dejarme llevar por  nuestra futil fragilidad compartida.
Quizás te faltó creerme lo que de corazón sentía y sigo sintiendo: no quiero hacerte daño, simplemente te quiero, y olvidarte del todo no puedo.
Recuerdo haberte dado las gracias que recibiste con actitudes reacias. Jamás me creíste una palabra, todo me cuestionabas, todo era falso...Todo menos el abrazo no dado. Todo menos los besos que no me robaste. Todo era un engaño y un teatro para concluir en esta nefasta afonía cuando aún me sobran palabras que quisiera escucharas. Fuiste mi cómplice y confidente por un soplo de tiempo que hoy llamo recuerdos.
¿Qué es la amistad? No lo entiendo. ¿Qué es el amor? No intentaré más comprenderlo.
Me faltó valor para decirte que realmente te amo. Quisiera no hacerlo pero así es.
Me falta coraje para hacerte entender cuánto te extraño, tus charlas, regaños, y conclusiones enredadas. 
Quisiera echarte al olvido pero estás constante en mi mente. Me faltará tiempo para terminar de comprender lo único y complicado que eres. Y aún así, te acepto y por nada te cambio.
Te hice saber que eres lo mejor que me había pasado. Que para mí eres un ser extraordinario y sin embargo, buscas la verdad en otros labios, y el falso amor en distintos brazos. 
Te expliqué que mis intenciones son buenas más tú sólo dudas, no me crees, y me alejas. ¿Acaso merezco todo esto?
Te dije que accedía a tus términos, pero nunca permitiste escuchar mis quiméricos deseos. ¡Qué locura! ¡Qué insensatez! ¡Qué estupidez! Pedirte un poco de lo mucho que yo te daba. ¡Con lo escazo de tí me conformaba! ¡Pobre ilusa!.
¿Qué me faltó decirte? ¿Qué debí haber callado? Hoy más que nunca busco respuestas que no encuentro y entonces suspiro, sollozo, te añoro y ya no puedo luchar contra esto que siento. Lloro en un ahogo que se convierte en el deshaogo de esta asfixia y congoja.
¿Qué hago? A veces quisiera ver en tí ese monstruo desalmado que te haz creído y creado. Quisiera odiarte pero no puedo dejar de amarte, pensarte, extrañarte, anhelarte.
Quizás lo único que me faltó pedirte fue concluir todo esto con una tregua. Terminar en paz y no en esta necia e inútil guerra.
Deja de leer lo que no está escrito y simplemente interpretas de acuerdo a tus delirios. Comienza a ver lo maravilloso que puede ser dejarte llevar, confiar en algo extraño una vez... quizás te puedas sorprender que no todos están ahí para herirte.
Pero ya lo entendí, la loca y trastornada soy yo por permitir que mi corazón se enamorara. Por extender el apremio, por cerrarme a otro...pero es que ese otro, no será jamás tú y ese es mi jodido problema.
¡Cuántas palabras y siento que no termino de decirte todo!... ¿Pero cuánto es todo lo que me permitirías expresarte?...
No sé. Por eso, esta es la carta que no te envíe. Las palabras que callé y hoy aquí exploto. Es aquella misiva en la que quisiera decirte adiós, pero mi ser a un hasta pronto se aferra.
Lo mejor es que de amor nadie se muere...sólo se deja de vivir a ratos.
Lo peor es que seguramente a tí nada de esto te importa. Tú estás lejos y debes haber continuado con tu vida y simuladas conquistas.
Y yo a momentos lo logro: vivir. Pero a instantes también muero.
No me queda más por decir, o quizás sí. De momento, esto es todo.

lunes, 9 de febrero de 2015

Reclama...

“Para que nunca haya malentendidos, para que nada se interponga voy a explicarte lo que mi amor convoca.” Mario Benedetti
“Recordar es fácil para quien tiene memoria, olvidar es difícil para quien tiene corazón.” Gabriel García Márquez.

 Por Mireya Cerrillo.

Trato de olvidar tus ojos, tus manos, tu cuerpo, tu mente, tus labios, todo tú… pero en mi amor está aún tu estampa aunque ausente, lejana, distante y silenciosa.
Es imposible olvidar algo que me dejó hermosas experiencias. Es absurdo intentar desconocer todo lo que de ti aún sigo viviendo y aprendiendo.
Y es que así es el corazón, espera que pese a todo, todo pase, cuando en realidad se queda todo y con mucho peso, siempre hacia adelante.
Mi ser reclama el olvido. Y tú proclamas mutismos. El intermedio sería aclamar la paz entre este par de seres atormentados, divididos y confundidos.
Pero en realidad lo que mi alma reclama no es la indiferencia del olvido sino el respeto mutuo ganado y un final merecido: en silencio si quieres, pero hay que reconocer ser agradecidos. Enfadado si prefieres, pero en armonía si te atreves.
Ya no quiero malentendidos ni tergiversaciones, sólo quiero que dejes de ser mi gran cúmulo de imposibles tentaciones. No quiero extrañarte ni anhelarte, solo quisiera poder de mi mente aislarte.
Ya no quiero reclamarte… nada, absolutamente nada. Y es que tanto quisiera amarte, que en cambio prefiero llevarte conmigo aunque mil veces mi corazón tenga que negarte.
Eras  el pretexto para  ilusionarme, más serás lo que siempre has sido, la ilusión que engrandece mi arte.
Gracias por estar en mi poesía, a veces triste, a veces alegre, pero constantemente tú, de mis letras mi gran osadía.