viernes, 5 de agosto de 2016

Destiempo...



"...sólo la noche es lúcida, pero el sueño la vence, tal vez para nuestro sosiego y descanso..."
José Saramago, "El año de la muerte de Ricardo Reis"

Por Mireya Cerrillo.

Quizá era eso lo que pasaba... que el amor nos llegó siendo los dos un par de pendejos. Sí, así cobardes, pusilánimes e infelices. Ilusionados al fin.
Quizá, es que yo realmente creía que el amor todo lo puede y me aferré a la idea de que por sobre todas las cosas, haría lo nuestro aún más posible...
Shakespeare escribió: "En amor, tan a destiempo llega el que va demasiado a prisa como el que va demasiado despacio..."
Y así nos encontramos. En un principio tú apostándolo todo y yo con miedo. Tú con ilusión y ganas y yo con miedo pues era un terreno nuevo.
Sin embargo, después de poco tiempo me pareció tan fácil amarte que entonces yo decidí entregarme así como soy: estúpida para amar. Y entonces tú te asustaste...
Así nos tropezamos. A destiempo. Cada uno a su ritmo, cada quien a su paso, intentando absurdamente ir un día a la vez cuando yo lo quería todo y tú simplemente...ya no querías. O al menos eso me decías.
Canta la canción: "no hay tiempo determinado para comenzar a amar..." Y de qué manera aprendí... no hay tiempo cuando todo contigo ha sido exactamente así: a destiempo.
Y no es capricho ni necedad... Ni tampoco pretendo hacer de ti el eterno dueño de mis más sentidas letras, es sólo que de verdad duele sentirte así tan frío y distante...
Duele tan profundo extrañarte... Duele tanto amarte como no amarte, que no sé qué duele más... porque así a destiempo me siento en cada aspecto de mi vida. Que voy llegando tarde, y cuando decido llegar con todo, ya es tiempo de algo más.
Tengo un corazón asincrónico. Que hace ¡pum, pataplaz, pum pum...! En lugar de un suave lub, dub... Un corazón así como el tuyo: que trepida con tu respiración haciendo un rápido y lento bom, bom, bom...
No latimos. No palpitamos. Vibramos... y por más inoportunos que cada uno resuene, confío que al final cada uno encontrará su tiempo adecuado.
Pero es que soy tan orgullosa que a los dioses sólo les pido que me concedan el no pedirles nada... sólo esto: amarte. Amarnos a tiempo. Pues sólo hay tiempo para amar.