Hace poco celebré mi aniversario número 22. Reflexionando y pensando lo que la vida me ha dado, lo vivido y lo que está por venir. Los círculos que se han cerrado y las puertas que se han abierto, los nuevos ciclos que he comenzado…Escribo.
Alguien dijo que: “la experiencia no es lo que le ocurre a uno, sino lo que uno hace con lo que le ocurre”. Y nunca mejor dicho…pues a mis 22 años, puedo decir que probablemente no he vivido suficiente, pero si he aprendido demasiado.
He aprendido que parte de la vida, también es la muerte. Que el miedo, te dá el valor y empuje para hacer las cosas o la prudencia necesaria para no hacerlas. Y que mi peor miedo: es el fracaso, pero lo enfrento cada día, trabajando por el éxito.
He aprendido que caerte, no significa quedarte tirado, siempre hay que levantarse. Sé que cuando tocas fondo, no hay nada peor que pueda pasarte, ahora solo debes empezar de nuevo.
Me gusta ir más allá y no permito un no por respuesta, al menos que ésta, sea la única respuesta.
Así, he aprendido a quedarme callada con discernimiento y a dar mi opinión con madurez.
Estoy convencida de que las oportunidades no llegan, se buscan, he aprendido a luchar y trabajar cada día por mis sueños, y soñar cada día nuevas metas.
Estoy en el descubrimiento y estudio de mi fé, aunque creo en un ángel que guía siempre mis pasos †. Gracias a él sé que el dinero, los lujos y la riqueza no son la verdadera felicidad.
Ante todo, he aprendido que no importa qué, los únicos en los que podrás contar siempre, son tu familia.
He aprendido, que decir hasta luego, no es menos triste que decir adios... Estoy convencida que la distancia y la soledad, entre los momentos de debilidad, te hacen más fuerte. Despues de todo, crecer es obligatorio pero madurar es opcional.
En mi afán de congelar instantes, está mi colección de gorras y tazas de Starbucks de diferentes lugares del mundo, pues la vida es un instante, y para mí, una colección de momentos.
Sigo viviendo experiencias, y de las buenas y malas estoy aprendiendo cada día. Cada minuto de mi corta vida, forma parte de mi larga colección de momentos.
Alguien dijo que: “la experiencia no es lo que le ocurre a uno, sino lo que uno hace con lo que le ocurre”. Y nunca mejor dicho…pues a mis 22 años, puedo decir que probablemente no he vivido suficiente, pero si he aprendido demasiado.
He aprendido que parte de la vida, también es la muerte. Que el miedo, te dá el valor y empuje para hacer las cosas o la prudencia necesaria para no hacerlas. Y que mi peor miedo: es el fracaso, pero lo enfrento cada día, trabajando por el éxito.
He aprendido que caerte, no significa quedarte tirado, siempre hay que levantarse. Sé que cuando tocas fondo, no hay nada peor que pueda pasarte, ahora solo debes empezar de nuevo.
Me gusta ir más allá y no permito un no por respuesta, al menos que ésta, sea la única respuesta.
Así, he aprendido a quedarme callada con discernimiento y a dar mi opinión con madurez.
Estoy convencida de que las oportunidades no llegan, se buscan, he aprendido a luchar y trabajar cada día por mis sueños, y soñar cada día nuevas metas.
Estoy en el descubrimiento y estudio de mi fé, aunque creo en un ángel que guía siempre mis pasos †. Gracias a él sé que el dinero, los lujos y la riqueza no son la verdadera felicidad.
Ante todo, he aprendido que no importa qué, los únicos en los que podrás contar siempre, son tu familia.
He aprendido, que decir hasta luego, no es menos triste que decir adios... Estoy convencida que la distancia y la soledad, entre los momentos de debilidad, te hacen más fuerte. Despues de todo, crecer es obligatorio pero madurar es opcional.
En mi afán de congelar instantes, está mi colección de gorras y tazas de Starbucks de diferentes lugares del mundo, pues la vida es un instante, y para mí, una colección de momentos.
Sigo viviendo experiencias, y de las buenas y malas estoy aprendiendo cada día. Cada minuto de mi corta vida, forma parte de mi larga colección de momentos.
Por Mireya Cerrillo