martes, 17 de mayo de 2011

Mis colores son...


Por Mireya Cerrillo
ORGULLOSAMENTE MEXICANA

Hoy realicé una presentación sobre México, ya saben, lo típico, hablar un poco sobre los millones de habitantes que somos, sobre los hermosos paisajes que llevamos grabados, sobre su gastronomía inigualable, sobre sus cristalinas playas y sobre lo cálida que es su gente… Y alguien me dijo, “es que tú siempre lo ves muy rosa”…Mi respuesta en ese momento fue, quizá si lo veo rosa, pero te aseguro que lo veo como lo que es. Esta experiencia de vivir fuera de mi país durante 4 años, me ha permitido ver a México cómo lo qué es y todo lo que podemos ser.

Cuando me preguntan sobre México, no puedo más que hinchar mi pecho y explicar lo orgullosa que me siento de ser mexicana, porque conozco su historia y sé que los eventos trágicos y noticias horribles (pero ciertas) que llegan a Europa no nos definen como país, me niego a aceptar que un grupo de sicarios, de narcotraficantes, de apátridas, de mal vivientes y de gente sin madre y sin corazón, definan lo que soy yo, lo que es mi familia y lo que representa mi país. Me niego totalmente. Pero si quieren que hable con crudeza sobre mi país, lo haré.

Ya lo he dicho en alguna ocasión, y una vez más lo reitero: el problema de México no es la corrupción, no es el secuestro, no es la impunidad, no es la inseguridad, no son nuestros políticos, no es nuestra policía, no es el presidente, no es un partido político… El gran problema de México somos los mexicanos… Sí, nosotros, la sociedad civil que permitimos todo lo anterior y que no queremos lo suficiente a nuestra patria para decir ¡YA BASTA!. La culpa no es del otro, sino mía. Yo que soy parte de la corrupción y que permito la impunidad, que no exijo ni hago valer mis derechos, y que mucho menos, cumplo con mis obligaciones como ciudadano. No valgo, sino me vale. Me vale ver la calle con basura, me vale ser testigo de un robo, me vale que mi partido político se lleve lo que es del erario público, me vale y sólo me dedico a quejarme.

Yo tengo 25 años de edad, soy estudiante y soy mexicana. Soy consciente de que no solucionaré a mi país desde las redes sociales, mucho menos dándole click a las cosas que no me gustan de mi país, ni asistiendo a marchas silenciosas, ni pidiendo paz al por mayor cuando yo le hago la guerra al prójimo. Sé que mi país va a cambiar cuando de guerra a la gente que debo hacer guerra. Cuando haga ruido con mis acciones, cuando sea un ciudadano ejemplar digno de pedir lo que no puedo dar. Cuando sea capaz de enfrentar a los que tienen a mal poner el nombre de mi país. Sí, el día que los miles de millones de mexicanos que somos, nos unamos en una sola voz y hagamos frente a los cientos que nos quieren opacar, a los pocos que osan manchar el nombre de México y teñir mi patria con la sangre de inocentes. Siento rabia, impotencia y dolor…Pero una tristeza inexplicable me embarga, pues éste no es el país del que me contaron mis abuelos, ésta no es la nación por la que han trabajado mis padres, éste no es el lugar que quiero para mis hijos. Éste no es el México del que estoy enamorada…este no! … Mi México no es rosa ni es negro, mi México se enarbola en 3 colores: Verde, Blanco y Rojo….Esperanza, Paz y Amor… Estos son mis tonos, estos son mis valores, ¡a mí no me vale!. México me importa y me importa mucho.

Post dedicado a las víctimas del secuestro...
las víctimas de mi silencio.

domingo, 8 de mayo de 2011

¿Quién es mi mamá?...



Por Mireya Cerrillo.

Con nostalgia pero con alegría

Intento escribir un verso a esa mujer

Que me dio la vida y me dio la poesía

A tí, con amor en este tu día, día de la madre.


El otro día alguien me preguntaba, y ¿cómo es tu mamá?

Y yo pensé, mi mamá lo es Todo, es tanto que no me salían palabras… Así que empecé:

Cuando yo era pequeña, mi mamá era esa mujer en tacones, siempre arreglada, guapa y sonriente que en el bolso guardaba un pañuelo con mis mocos, alguna golosina o un juguete y alguna medicina de emergencia.

Entonces crecí un poco y mi mamá se convirtió en mi heroína: subía y bajaba a una velocidad increíble, estaba en todas partes al mismo tiempo, incluso hacía malabares, preparaba la comida con sazón y mucho amor, ponía lavadoras con una mano y con la otra le abría la puerta a mi perrita, mientras sostenía el teléfono entre su hombro y la oreja y por si fuera poco, nos llenaba de bendiciones y besos cuando nos despedíamos de ella.

Un día me di cuenta que mi mamá también tenía poderes de magia pues con sus besos y sus abrazos siempre ha hecho desaparecer mis lágrimas. Es el encanto de sus caricias las que vencen mis pesadillas y sus brazos los que celebran mis victorias y los que apapachan mis fracasos. Pero es su sonrisa la que tiene el poder de hechizar cualquier habitación.

Mi mamá ha sido médico cuyos remedios me han curado la tos, el dolor de barriga, la gripa y la migraña. Es mi chef personal que siempre satisface mis antojos y cuya sazón inmortalizo en mis recuerdos con el aroma de su comida, con el sabor de sus platillos y el calor de su cocina.

Es artista, pues me cuenta cuentos, me narra historias, se inventa canciones, hace manualidades para mí: hace disfraces de halloween o de festivales escolares, bufandas de Harry Potter, decora mis pasteles de cumpleaños y en pocas palabras, pone color a mi vida.

¿Sabes qué? Mi mamá también es sonámbula, creo que desde que se convirtió en madre tiene problemas de sueño. Es capaz de levantarse a cualquier hora si la llamo, si estoy enferma o si no puedo dormir.

Mira, te la enseño: mi mamá es esa señora, ¿la ves?, es ésta, la más guapa, la que siempre sonríe…

Hoy y siempre, en la distancia, agradezco su presencia en mi vida, admiro su fortaleza, respeto su profesión de enseñar, pues a mí me lo ha enseñado todo. Sólo queda decir ¡Gracias! Por mi vida, por tu amor, por ser y por exisitir. ¡Te amo mamá!