Entre las pláticas más comunes que las mujeres de mi edad tenemos, además de moda, cosas de actualidad y un sin fin de nimiedades, se encuentra por supuesto, el tema del amor...La búsqueda insaciable de ese otro que nos complemente. Las dudas, los miedos y las inseguridades que "entregarse" pueden traer. Y al mismo tiempo, las ganas, las incertidumbres y el deseo de saberse deseado por el sexo opuesto.
No sé cuántas diferencias haya entre la generación de mi abuelita y la mía. Pero seguramente, que la guerra de los sexos y la igualdad de género ha traído muchos cambios: Las mujeres nos volvimos más exigentes en algunos casos, pues mientras más se conoce el mundo, más profundo se vuelve el estudio antropológico del sexo opuesto, quizás más quisquillosas, o solamente menos deseosas de salir con "cualquier cualquiera". Creo somos de una generación de mujeres con ganas de comerse el mundo, y encontrar a un hombre que tenga las mismas aspiraciones que tú, no siempre es fácil.
Fue culpa de Disney que nos hizo soñar con el príncipe azul, fueron los viajes, los actores guapos que representan, una y otra vez, al mismo galán educado que (quizás) no existe en la vida real. Fueron los cuentos, la publicidad y la vida...La vida real que no viene en un corcel, ni da serenatas ni conoce el romance.
La vida real no es un cuento, a los galanes se les olvidó cómo ser caballeros. Temen a las mujeres con convicción y buscan lo fácil, sin compromisos ni ataduras de ningún tipo. Si no estamos para comprometernos, entonces para qué estamos. El mundo requiere de gente comprometida con nosotros mismos, con nuestros ideales, y por ende, con lo que nos rodea.
En cada café y charla con mis amigas tengo la fortuna de escuchar sus historias. Quizás es parte de este mundo internacional que forma parte de mi diaria realidad, quizás. Sea como sea, fuera lo que fuera...ya fue. Ya pasó...Hoy es una nueva historia.
Mis gustos son otros, mis exigencias son otras y mis ganas no son las de los demás. Me niego a ser parte de ese grupo de mujeres que vive en las nubes idealizando al sexo opuesto. Sin embargo, soy mujer, y como todas sueño y poetizo.
De momento, puedo decir que aunque tengo la ilusión, mis ideales tienen también otras formas, y para que alguien entre a mi vida tiene que entender qué tipo de mujer soy y cumplir altos estándares de educación y buenos modales.
Mientras tanto, disfruto del café con mis amigas, de las conversaciones llenas de banalidades, de compartir sueños y metas. De la poesía de la vida, y de las risas que idealizar y añorar al Príncipe azul traen consigo.