viernes, 30 de diciembre de 2016

Finales y Comienzos...

"Deja que cada nuevo año encuentre a una mejor versión  de ti mismo." Benjamin Franklin.

Por Mireya Cerrillo.

Cuando un ciclo termina o está por hacerlo es normal echar la vista atrás y hacer un balance. Del 2016 sin duda alguna se dirán muchas cosas, quizá en su mayoría negativas pues fue un año de pérdidas.
En lo personal, en este examen periódico anual diré que el año que se va fue un año de tropiezos y por ende, de aprendizaje... pues aunque odie admitirlo sigo formándome como mujer y como ser humano.
Se hará un informe de las ausencias, las añoranzas, las tristezas y melancolías. Y una revisión de las sorpresas y presencias que sutilmente se vuelven perdurables.
Como tú... Que tienes el gusto de salir y entrar en mi vida, para hacer y deshacer, para ser y no ser...pero siempre estar.
Tú... que me pides ir poco a poco cuando yo te quiero sin medida.
Tú... que me dices no poner expectativas en el camino y sin embargo, deseas que me quede por siempre.
Tú... que no quieres aventuras, más haces de cada encuentro una breve pausa en el tiempo.
Tú...que no planeas el día a día, pero sí el próximo gran viaje.
Tú... simplemente tú. Y yo... complicadamente yo.
¿Tú y yo? o Tú. (punto) Yo. (punto).
¿Cómo será el 2017? No lo sé... no puedo atisbarlo. Suena tonto, pero me da un poco de esperanza saberte de nuevo aquí...  y eso es peligroso.
De las cosas que más agradezco este 2016 es este constante coincidir contigo y con los tuyos... Coincidir sí. Reincidir no.
Pero indudablemente lo que más reconozco es que un año más sobreviví a mi misma y a mis días más oscuros. Y este en especial ha sido una batalla que vi perdida. ¿Por cuánto más? 
Balance después de todo significa equilibrio. Y lo que más deseo para mí en este nuevo año es precisamente eso: estabilidad, permanencia, armonía, sensatez, mesura.
Un cachito de cielo para aferrarme a la tierra y estos finales que me acercan a desconocidos comienzos... y en una de esas, a reiniciar historias que se quedaron suspendidas como ese beso y ese sí quiero...


lunes, 19 de diciembre de 2016

Sad, Shitty Sunday...

"Triste es el domingo, entre las sombras lo paso entero,
m
i corazón y yo hemos decidido que se acabe todo..."

Por Mireya Cerrillo.

Es domingo otra vez...lo cual quiere decir que sobreviví otra estúpida semana en este mundo terrenal sintiéndome así: vacía, triste, enfadada, sin motivo, estúpidamente enamorada de un falso ideal y sintiéndome pusilánime e infeliz. Y me pregunto con lágrimas en los ojos y con un nudo en la garganta: ¿qué carajos hago aquí? y más aún, ¿por qué no puedo irme?, ¿por qué sigo aplazando la única cosa que quiero?...
Me he vuelto tan antisocial y sarcástica que a veces ni yo me reconozco así tan fría... Tan desinteresada de todo y todos que nada ni nadie nota ni mi "cambio" ni mi "ausencia".
Y mi presencia a donde vaya la siento como una carga: estar donde no quiero todo el tiempo y fastidiando el rato ajeno...
¿Cinco cosas que me hagan sentir viva?...¡Carajo!... Sólo puedo pensar en una y es viajar: perderme, huir. No estar aquí... ni en ningún lado.
Ya lo pensé bien.
Sí, me voy a ir y será bajo mis propios términos.
Seguramente será en domingo. Para que algo se diga de un día tan mierdoso.
Pero... vienen las "fiestas"...¿es justo arruinar sus días a los "otros" con mi tan anunciada y cansada partida?
Pero... ¿qué es justo cuando simplemente no quieres?. ¡NO QUIERO!
Canta mi querido Tiziano Ferro: "solo é solo una parola" (solo es sólo una palabra), para mi es un sentimiento, un estado de ánimo y la manera en que paso cada maldito día.
La soledad dicen los italianos puede ser una tremenda condena o una maravillosa conquista. O nos hace encontrarnos, o nos hace perdernos.
Eso seguro. Perdida estoy hace tiempo y ya no quiero encontrarme... Ya no. Ya no quiero estar y punto.
Este es mi manifiesto: Simplemente dejaré de pedir ayuda. Dejaré de esperar lo inesperado. Dejaré de forzarme a vivir. Y sobretodo, dejaré de anunciar mi escape. Dejaré de estar y ya. Al fin que ya no me siento aquí hace tanto que no recuerdo mi último día feliz.
A la mierda conmigo...

lunes, 12 de diciembre de 2016

Nepente...


"Las emociones son los capitanes de nuestras vidas y las obedecemos sin siquiera darnos cuenta." Vincent van Gogh

Por Mireya Cerrillo.

Ayer vi por recomendación la película "Equilibrium", un film de ciencia ficción en un futuro distópico, donde la guerra ya no existe porque se han prohibido las artes por ser estas provocadoras de sentimientos y emociones, consideradas causa de la decadencia humana y controladas por el gobierno mediante un fármaco sintético conocido como Prozium. El delito en esta sociedad es sentir y tener emociones libres.
Me ha hecho pensar bastante esta película, más allá de la siempre increíble actuación de Christian Bale...
Es una crítica sin duda alguna, al uso excesivo del Prozac.
La culpa es de ese intenso sentir. La enfermedad, dice la película, es la emoción humana.
Sin embargo, expresaba Renoir: "Necesito sentir la emoción de la vida, la agitación alrededor de mí". He ahí el equilibrio supongo...
Yo siento. Y lamento continuamente este sentir sin sentido. Siento pena, desolación, tristeza y no sé ya qué hacer con ella. Dónde ponerla. Dónde escribirla. O cómo borrarla.
Según la mitología grecorromana el nepente, del griego nepenthes, exento del dolor, era una bebida que los dioses usaban para curarse las heridas o dolores y que además producía olvido. Ojalá realmente existiera algo así.
El olvido: una forma de libertad, el hermano ausente de la memoria. Indiferencia. Repudio y abandono. Sin olvido yo vivo en tregua de nepente de tus recuerdos...
Un nepente que no existe.
Más de acuerdo con la película:
"El Prozium el gran nepente. Odio de nuestras masas. La adicción de nuestra gran sociedad. Bálsamo y salvación. Nos libró de la angustia, del dolor, de los profundos abismos de la melancolía y el odio. Con él, anestesiamos la pena, aniquilamos la envidia, borramos la furia. Que esos impulsos paralelos de alegría, amor y euforia sean anestesiados a su paso. Aceptamos Prozium en su plenitud unificadora y todo lo que hizo por hacernos grandiosos."



¿Eso es todo?, Lo es...

"Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades." 
Miguel de Cervantes. 


Por Mireya Cerrillo.

Un domingo más...y tú estás viva.
Una semana más y, ¿tú estás viva?.
¿Qué es vivir?
¿Qué te hace sentir viva?
¿Cuál es el sentido de la vida?
Segura estoy de que si hago la pregunta mil veces, mil respuestas diferentes obtendré.
Pero la pregunta es para mí. ¿Qué quiero yo?
Y morir es siempre la primera respuesta. Desistir de éste estúpido juego competitivo y de azar sin sentido.
No conozco el sentimiento de plenitud.
Quizá lo he experimentado alguna vez durante un viaje o en aquel largo beso más pequeño. Pero...¿eso es todo? 
Decía Confucio, "Si no conoces aún la vida, ¿cómo puede ser posible conocer la muerte?"
Y a veces sigo esperando a que algo suceda... ¿pero qué?.
Si cada instante de la vida es un paso hacia la muerte...me voy acercando.
Mi primer pensamiento suicida, (y el más reciente), vino como un intento de huida. Siempre en movimiento...y de repente así de estática, inerte y muerta en vida. No hay peor sentimiento que sentirte vacío cada día y cada noche. Sin un propósito y sin un motivo. Sin nada. Sin nadie. Sola. Sin importar quien me acompañe. Triste y sola.
No es cobardía. No es falta de coraje. No. Es algo que no debe hacer una mente suicida: pensar en los demás. La insoportable levedad del ser. Sí, eso es: la insufrible futilidad de estar. 
"Juzgar si la vida es o no digna de vivir es la respuesta fundamental a la suma de preguntas filosóficas" (Camus)
Y volvemos al principio...estoy viva. ¿Lo estoy?... Canta la canción: qué terriblemente absurdo es estar vivo.
El tiempo está en mis manos, es hora de poner en pausa el reloj. Esto no es para mí. Y hace tiempo que no lo ha sido y es insensato pensar lo contrario.
Marcel Duchamp escribía: "Siempre son los demás los que mueren..." Y yo digo...siempre son los demás los que viven.


miércoles, 7 de diciembre de 2016

Desperté llorando...


"He cerrado los ojos para no ver nada. He cerrado los ojos para llorar por no verte."
Paul Élaurd.



Por Mireya Cerrillo.

Es de madrugada y desperté llorando. No fue un sueño. Estoy despierta y estoy llorando. ¡Vaya que esto es nuevo!. No me había pasado. Mira que llorar por tí a deshoras... pero es que ni a tiempo ni a destiempo.
Ésta es la nueva versión de mí que no entiendo. Ésta es la yo que aborrezco. Ésta idiota que no se cansa ni descansa porque por tí sigue llorando. Porque te extraño. ¿¡Por qué te extraño!?...
Decía Adolfo Bécquer: "¡Llora! No te avergüences de confesar de que me has querido un poco."
¡Carajo! Sí te he querido y sí te quiero... Y esta necedad tan absurda que me hace llorar de esta manera tan tonta y hacerme sentir tan estúpida.
¡Llora! Total no vas a remediar nada.
Pero es que detesto sentirte así tanto y me hace tanto daño pensarte. 
Hoy vi a los tuyos. Hoy te pensé como antes. Hoy te vi de lejos y se me paralizó el alma y el cuerpo... ¡Vaya disparate!
Es todo tan insensato. 
Y en esta hora tan torpe en la que mi ridículo sollozar inquieta a la soledad de la noche, le pregunto a Afrodita y a Venus y a Rambha y Hathor... Diosas del amor: ¡¿Cuánto tiempo más lloraré por él?, ¡¿Cuántas lágrimas más por este cariño?!, ¿cuántas lunas?, ¿cuántos suspiros y cuántos lamentos?... Ya no quiero. Ya no puedo.
Ya no quiero que me duelas, ni quiero echarte en falta.
Maldigo este querer porque es un infierno añorar al alba.
Canta la canción: "¡Por tu maldito amor no logro acomodar mis sentimientos... y el alma se me sigue consumiendo...!"
Reniego de este afecto que me aflige porque puedo llorar por nada, quizá incluso por todo...Pero de todo lo que puedo llorar, por tí ya más no puedo...
:(

lunes, 5 de diciembre de 2016

Domingo triste...

"A veces la lluvia es el llanto de un día triste..."

Por Mireya Cerrillo.

Dos almas solitarias se encontraron en el ocaso de un domingo por la tarde.
Dos personas que sin entender el por qué de su soledad compartida, buscaban respuestas en el otro.
Dos seres solos con mil y un preguntas. Temerosos de volver a amar.
Quizá eran los fríos vientos de diciembre. O quizá era que anochecía más temprano. O incluso tal vez, se debía a que en medio del duelo amoroso que cada uno vivía, la compañía del otro hacía más fácil la partida.
Fuera como fuese, era un domingo melancólico para ambos. Un domingo de llanto, soledades, preguntas sin respuestas y reproches que les atormentaban.
Ella estaba acostumbrada a los días así: a la nostalgia, a estar sola y a tener pensamientos corriendo constantemente en su cabeza.
Él no concebía la idea de una traición, de saberse solo y de sentirse con tantas emociones nuevas.
No precisaban siempre de palabras para comprenderse, pues en los silencios también se decían muchas cosas. Por eso eran buenos amigos y excelente compañía.
Vino, pasta y una película para mitigar el ruido ensordecedor de sus inquietudes.
Un abrazo, dos besos y tres charlas.
Se sentían bien el uno con el otro. Mas a pesar de todo esfuerzo, por dentro seguían llevando a un amor muerto, uno que sólo ellos mantenían vivo con tanta duda y sugestiones. La posibilidad de lo imposible lo llamaba ella. La realidad no deseada lo nombraba él.
Amar a alguien más en tiempos de incertidumbre. 
No querer sentir en temporada de frío. 
Y estar roto por dentro en época festiva, era un lastre.
Ella lo confortaba escuchándolo. Y él la consolaba con palabras de ánimo.
Ella entendía su dolor pues él era ella y viceversa.
Una semana más culminaba sin mayor querella... más que aquella de sobrevivir a si misma.
Siete días. Y un triste domingo más pasaba. 
Un día marcado por la melancolía donde "un lo siento", "un gracias", o "un te quiero" eran esas cosas tan difíciles de pronunciar, que por eso ella no las había escuchado de quien anhelaba.
Conformarse en el silencio debía, y a encontrar tranquilidad en si misma se obligaba.
Mas ya no podía con sus secretos...
Entristecido estaba el ambiente, enrarecida estaba la atmósfera y desconsolado estaba su espíritu.
"No puedes morir hoy", se repetía. "No en este domingo triste, quizás en el siguiente..."


sábado, 3 de diciembre de 2016

El año que se me endureció el corazón...



"Se piensa que el corazón es el lugar donde dejamos que anide el amor y posiblemente sea cierto. Cuando una pérdida nos sacude de pronto, el corazón se lastima y cree morir. Después, para poder seguir adelante, busca la forma de mitigar su sufrimiento, de protegerse, de esconderse, de hacerse duro." Jorge Bucay.

Por Mireya Cerrillo.

Este año será recordado como el año en que se me endureció el corazón. El año en que todo ese amor que pensé finalmente sería bien recibido, fue rechazado. El año en que se murió la familia, la amistad, y las ilusiones. 
El año en que más vulnerable y burlada me he sentido. 

Escribe Jorge Bucay en uno de sus cuentos: "tenía una piedra en medio del pecho que le pesaba tanto que le amargaba el gesto". Y justo así me ha pasado. Corazón cerrado. "¡Ya no siento el corazón!" exclama Machado. 
Dicen que medicamente es posible que el pericardio, cuya función es proteger al corazón, se endurezca para permitirnos sobrevivir, una membrana que abraza, protege y forma una armadura ante las vicisitudes de la vida. Quizá el pericardio me está protegiendo. Quizá se ha vuelto insensible. Quizá ya no sabe cómo volver a su estado original.

Sea lo que sea, la verdad es que la vulnerabilidad me duele demasiado y ya no sé dónde ponerla.
Borges poetizaba en su obra "Ausencia":
"... Tu ausencia me rodea como la cuerda del verdugo rodea la garganta, como la inmensidad del mar rodea al que se hunde."
Maldito regalo.

Con el entrecejo fruncido y el corazón endurecido, escribo porque sólo así se describir una realidad distinta, pero esta vez no está en mi imaginación, es así. Así me siento: débil y con una gran coraza.
Vivo triste. Enfadada. Y ¿qué es el enfado sino tristeza disfrazada y viceversa?.
Tengo el corazón endurecido y dudo que se vuelva a emblandecer.