Por Mireya Cerrillo
Es sabido por todos que crecí en Puebla en un ambiente muy tradicional, lleno de color y sabor... Y sobre todo, rodeada del amor que mis abuelos, mis padres y mis hermanos siempre me han dado.
Los que me conocen saben que mis abuelitos, como cariñosamente siempre los he llamado, son una influencia muy importante en mi vida y en mi formación. Ellos me cuidaron y convivieron mucho tiempo conmigo.
Hoy, mi abuelito no se encuentra físicamente con nosotros, pero su recuerdo está siempre vivo. Hoy, mi abuelita cumple años y quiero festejarla, aunque sea yo, quien me encuentre lejos de ella.
No hace falta recordarle cuánto la quiero, pues lo sabe. No es necesario decirle cuánto la extraño, pues lo tiene presente, pero hoy, quiero ir más allá y hacerle saber cosas que tal vez no le he dicho. Y sobre todo, contarle a otros: quién es ella.
Ella es la mujer que me enseñó de Dios. . . que me dejaba jugar con la masa a la hora de hacer galletas, que me reñía si me portaba mal, que me consentía con una golosina o un chocolate, que me prestaba sus colores para pintar, y que me enseñó a cuidar de mis primos los más pequeños. Así, aprendí a cambiar pañales, a ver cómo los bañaba, y a aprender el papel de la prima mayor. Ella es la mirada que se ilumina cada vez que regreso a casa, es el abrazo en pausa que siempre espero recibir y el beso alargado que me acuesta cada noche.
No imagino mi infancia sin los abuelitos que la vida me dió, sin los días llenos de cariño, las tardes de parque y juego o las noches de bendiciones. Añoro esos días en los que me sentaba con ellos a platicar y saber de sus vidas. Conocerlos y tenerlos ha sido un regalo excepcional.
Mi abuelita, me ha permitido conocerla como ninguno de sus nietos la conoce, y aunque diga que a todos sus nietos los quiere por igual, sé que ocupo un lugar especial en su corazón, como ella sabe que ocupa en el mío.
Gracias abuelita por enseñarme tantas cosas, por haber llenado mi infancia de tantos recuerdos bellos, por enseñarme los colores de tu vida, por jugar y bromear siempre conmigo, por tu cariño y tus oraciones siempre incondicionales. Por tu sonrisa y tu presencia en mi vida, y sobre todo, por el mejor regalo que me has dado: mi mamá.
1 comentario:
Que lindo poder decirle todo esto a tu abuelita, y es que nos enseñan tantas cosas, sobre todo a amar. Mis abuelos hace muchos años que murieron, pero les recuerdo muchísimo, muchas noches les hablo y les pido que nos cuiden, así como cuando eramos pequeños.
Suerte tiene de tenerte como nieta y suerte tienes tu de tenerla como abuela.
Un beso y felicidades.
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