Por Mireya Cerrillo
Desde el día en que decidí estudiar en el extranjero, mi vida se ha convertido en un verdadero viaje.
No sabía a dónde ni con qué tipo de gente iba a llegar. No recuerdo exactamente cuál fue mi primera impresión, no estoy segura de si fue: “¡Esto es Europa!”, o “¿Esto es Europa?”… de cualquier manera… eso pensé.
Me encanta viajar, conocer gente nueva, aprender nuevos idiomas, saber sobre las tradiciones y las costumbres de los lugares a los que llego…Me gusta probar nuevos sabores, conocer sobre su música, la cocina, etc. Me gusta saber. Me emociona el ajetreo que conlleva un traslado.
Cada vez que conozco a una persona y le cuento mi historia, es decir, sobre el hecho de ser una “joven mexicana lejos de todo lo que daba por conocido, sola, estudiando en un país extranjero”, la gente me ve diferente, es una mirada del tipo “qué valiente”.
La gente me dice que admira mi fortaleza y mis ganas de conocer. Mi familia a veces, también me ha hecho saber que soy “valiente”. Tengo 22 años, llegué con 20 a España, y comienzo a entender ésta valentía que la gente admira de mí, y debo confesar, que yo comienzo a admirarme también. Las piezas de mi rompecabezas comienzan a ponerse en su sitio.
Aún así, no hay día que pase, que yo no piense en mi familia, en lo mucho que los extraño y en todo lo que me hacen falta. No hay tarde que yo pueda pasar sin desear poder jugar un momento con mis sobrinas, y sobre todo, no hay noche que yo no añore los besos y abrazos de todos los que me han cobijado siempre.
Este verano, tomé la decisión de no viajar a México simplemente porque quería conocer más, reafirmar lo aprendido, seguir viajando y estar conmigo. Todo lo que en éste mes he visto ha sido verdaderamente genial, las experiencias que continúo viviendo han traído como siempre, muchas cosas para aprender. Me he sentido bien y feliz…Pero estoy sola.
Cuando uno emprende un viaje como el mío, siempre existe una “otra” razón por la cual alguien como yo decide irse tan lejos. Unos lo llaman “huir”, otros los llaman “escapar”, yo simplemente lo llamo “búsqueda”.
Me encuentro en la búsqueda de la realización de mis metas, estoy en la constante investigación de lo que me hace feliz, exploro todo lo que pueda completarme, y sobre todo, vivo conociéndome, estoy en la pesquisa de la vida.
Escribo un caluroso día de Agosto desde St Felice Circeo, Roma, Italia. Las dudas de siempre asaltan mi cerebro. Este sentimiento en mi corazón se hace palpable. Ojalá pudiera darle nombre, pero cada vez podría llamarlo de manera diferente.
Sé que tal vez me complico mucho la vida. Pero cuando siento que estoy viviendo demasiado “bien”, que las cosas suceden tan rápido, sólo debo recordar 3 cosas: “quién soy”, “de dónde vengo”, y “a dónde voy”.
Parece canción, pero es así…No olvidar todo lo que SOY, lo que verdaderamente SOY y nunca dejaré de SER, es lo que me permite perseguir la versión mejorada de mí misma. La realización de mis sueños.
De tanto en tanto y muy de vez en cuando, me dan estas ganas de llorar para poder volver a sonreír. Y lloro: de tristeza y de felicidad. Pero cuando vuelvo a sonreír, me siento mejor.
Estoy convencida de que la vida son experiencias que le dan sentido a nuestro viaje. Nuestra vida es un viaje…sólo que yo decidí hacerlo lejos…Creía tantas cosas cuando emprendí la aventura de volar, que hoy comienzo a aterrizar.
1 comentario:
Te diré más, la vida es una aventura, un reto a superar. Eres muy valiente y digna de admiración, porque conozco muy poca gente que a esa edad lo tengan tan claro. Yo, un poquito más joven, emprendí una aventura que podía haber salido mal, pero que he ido superando a base de esfuerzo, llanto y coraje, como tiene que ser. Y nunca he olvidado de donde vengo, porque es ahí donde forjaron lo que soy. Dice una canción (que seguro que alguna vez te he nombrado ya que es mi lema) :"Qui perd els origens, perd la identitat" Y ahí te lo dejo.
Ciao bella
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