Doscientos años de Independencia, cien años de la Revolución mexicana, y aún hay quien se pregunta si México tiene qué festejar.
Los principales periódicos del extranjero han dedicado editoriales y columnas de opinión a éste tan nombrado Bicentenario de México.
La revista Times, el periódico New York Times y por supuesto, no podía faltar la mención del diario español El País, quien se dirige a estos festejos como “El Bicentenario más triste de América”.
Somos mexicanos, nos une la emoción al escuchar el mariachi, el gusto por el buen tequila y el amor por nuestra tradición gastronómica única e inigualable en el mundo.
Somos mexicanos, un país de contrastes: de selvas tropicales a cálidos desiertos, de pueblos remotos y montañosos a los grandes resorts que bordean las costas de nuestras hermosas playas. De restaurantes gourmet de estilo europeo, a la taquería de la esquina, el puesto de “garnachas” que no distingue clases ni condición social. De las grandes y exclusivas zonas residenciales a las casas de adobe y lata por las afueras… Sí, todo esto y más es México, 32 estados, cientos de municipios y miles de pueblos, tan distantes uno del otro, y tan juntos porque después de todo, ya lo dijo el premio nobel mexicano Octavio Paz: “Cualquier ocasión para estar juntos es suficiente, cualquier pretexto para detener el paso del tiempo y conmemorar a los hombres y los eventos con festivales y ceremonias es lo único que hace falta”. Y por eso, yo festejo, precisamente porque estamos pasando momentos difíciles, es necesario celebrar y recordar que México “nunca se ha dejado, y si quieren informarse, la historia les dirá que México es valiente y nunca se ha rajado”.
En 1810 iniciamos la lucha de independencia, en 1910 peleamos contra una dictadura…este 2010 es momento de empezar otra guerra, de exigir mejores instancias de gobierno, de dar muerte a los verdaderos asesinos de nuestra patria: el narcotráfico. Demos el grito el 15 y todos los días del año para gritar: ¡Basta ya de secuestros! ¡No más corrupción! … y ¡Viva México! Porque pese a quién le pese, y pase lo que pase, soy nieta de la revolución e hija aún de una independencia que nos merecemos. Gracias porque puedo disfrutar a mi familia, tener libertad de culto y vestimenta, porque aunque dicen que México es país de machistas, no es un país islámico.
México, a pesar de todo, sigue siendo un país vibrante, de gente amable y emprendedora, de gente que utiliza la fiesta para evadirse de una realidad casi siempre mejorable. De gente que festeja, celebra y de tanto en tanto, se toma un momento para reflexionar lo qué está pasando.
“Hay motivos en mí, por supuesto, para sentirme orgulloso de este México intenso, contradictorio y entrañable. Pero también arrastro el dolor de ver a una patria maltratada por la mediocridad de sus gobernantes y por nuestra corresponsabilidad como sociedad por tolerarlos.”