Por Mireya Cerrillo.
(FRAGMENTO)
“En ese momento supe que iba a
morir. Ahí, en medio del caos quedaría en silencio. Una parte de mí siempre lo
supo: moriría joven. Mi breve historia sería contada como muchas otras que
quedan inconclusas, con la voz de la injusticia y el eco coartado de una
soñadora más.
Si acaso sentí miedo, no lo sé.
Fue tan rápido que me entregué en paz. Increíblemente no vi pasar en un flash
los mejores momentos de mi vida. Me encontré con lo no vivido, aquello que a
mis 27 años ya no tuve tiempo de experimentar. Vi nuestra vida juntos, el
negocio que no abrí, el libro que no publiqué. . . Vi lo que no hice. ¡Qué
feliz hubiera sido!
Si tan sólo hubiera tomado otro
camino. Si quizás hubiera ido en dirección contraria. No lo sé. Es demasiado
tarde para imaginar. Si tan sólo es un quizás y el tal vez es imposible.
¿Será verdad que existe algo que
siempre supo que dejaría de existir tan joven? Me niego a creer que alguien en
el infinito pueda ser tan negligente. ¿Por qué quitarme Mi vida? ¿Por qué
presentarme lo que ya no fue? ¿Cómo decidir mi momento de morir?
Yo no quise que decidieran por
mí. No me gustaron nunca las imposiciones. Y sin embargo, no tomé mi vida en
mis manos. No pude optar por la muerte. Siempre tuve la inquietud de morir
joven, quizás mal interpreté las señales, ya no soporté el silencio o ya no
supe qué hacer con tantas voces. El ruido era tan insoportable como
ensordecedor eran tus silencios. Supongo que nunca sabré quién es más valiente:
aquél que no soporta la vida y se entrega a la muerte decidiendo cuándo y cómo
morir. O aquél que valientemente enfrenta la vida día a día.
No puedo pedir perdón. Yo no lo
decidí. El dolor que causo en Uds. es momentáneo, más en mí ya era demasiado.
Mi sonrisa falsa y mi paz interior atormentada. Estaba en guerra y perdí sin
dar batalla.
Por eso supe que iba a morir. No
quise luchar contra lo inevitable. Cuando vi la pistola en su mano supe que era
el final. Mientras otros caían a mi alrededor yo sólo pensaba en ti. ¡Qué
ingrata fui! Pensar en ti incluso antes de morir. En ti de entre toda mi gente.
Listo, ya lo sabes. Eres mi
última confesión y hasta el final fuiste mi más íntimo deseo. Mi dulce
pensamiento que me acompañó a bien morir.
Puedo decir que finalmente soy
libre de ti. Eres libre de mí.
¡Vive en paz vida mía! ¡Se feliz
amor mío!
En la eternidad seré lo que no
fuimos. Seré tuya.
Morí y hoy renazco sin ti.”
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