"Entonces te das cuenta que no es quien te mueve el piso, sino quien te centra. No es quien te roba el corazón, sino quien te hace sentir que lo tienes de vuelta." Anónimo
Por Mireya Cerrillo.
Justo en este momento en que más
perdida me siento. Cuando creo que comienzo a olvidarte y a echarte más de
menos. Entre la melancolía de tu ausencia y la tristeza de la incertidumbre
aparece tu imagen, el recuerdo de tu mirada que es mi norte, y ese brillo
peculiar en tus ojos que me dabas cuando intentabas enseñarme y reprenderme.
Ahí estás después de todos estos
años. En la foto en mi buró, en tu última carta hacia mí, en tus constantes
palabras de consejo, y en este momento que siento desfallecer y rendirme,
apareces tú para recordarme que todo estará bien, para calmar mi angustia y
apaciguar las aguas de esta tormenta.
¿Qué me dirías si estuvieras
vivo? Aunque fuerte siga tu memoria, muerta está tu voz que es la que quiero que
me hable. Si me estás cuidando. ¿Por qué no puedo sentirte? Una ausencia que
duele y una presencia que se extraña eso eres.
Si existe la vida después de la
muerte. Si de veras estás a mi lado. Si tienes el poder de cobijarme entre tus
nuevas alas de ángel. Ahora es el momento en que te pido un milagro. A ti que
te conozco y pude sentirte, a ti te rezo y ante ti me hinco en plegaria.
Abuelito, tú que estás en el
cielo. Tú que estás cuando te necesito, guíame. Lléname de tu luz. Enséñame
sobre la paz interior. Por favor, perdóname por deshonrar tu nombre y líbrame
de mí. Amén.
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