miércoles, 13 de mayo de 2015

Amén...

"Entonces te das cuenta que no es quien te mueve el piso, sino quien te centra. No es quien te roba el corazón, sino quien te hace sentir que lo tienes de vuelta." Anónimo
Por Mireya Cerrillo.

Justo en este momento en que más perdida me siento. Cuando creo que comienzo a olvidarte y a echarte más de menos. Entre la melancolía de tu ausencia y la tristeza de la incertidumbre aparece tu imagen, el recuerdo de tu mirada que es mi norte, y ese brillo peculiar en tus ojos que me dabas cuando intentabas enseñarme y reprenderme.

Ahí estás después de todos estos años. En la foto en mi buró, en tu última carta hacia mí, en tus constantes palabras de consejo, y en este momento que siento desfallecer y rendirme, apareces tú para recordarme que todo estará bien, para calmar mi angustia y apaciguar las aguas de esta tormenta.

¿Qué me dirías si estuvieras vivo? Aunque fuerte siga tu memoria, muerta está tu voz que es la que quiero que me hable. Si me estás cuidando. ¿Por qué no puedo sentirte? Una ausencia que duele y una presencia que se extraña eso eres.

Si existe la vida después de la muerte. Si de veras estás a mi lado. Si tienes el poder de cobijarme entre tus nuevas alas de ángel. Ahora es el momento en que te pido un milagro. A ti que te conozco y pude sentirte, a ti te rezo y ante ti me hinco en plegaria.

Abuelito, tú que estás en el cielo. Tú que estás cuando te necesito, guíame. Lléname de tu luz. Enséñame sobre la paz interior. Por favor, perdóname por deshonrar tu nombre y líbrame de mí. Amén.


 

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