domingo, 26 de noviembre de 2017

Los archivos de los corazones rotos...


"Las personas fuertes ríen con el corazón roto, lloran a puertas cerradas y pelean batallas de las que nunca nadie se entera."

Por Mireya Cerrillo.

Debe ser increíble la cantidad de historias que guardan los archivos de pacientes de cualquier consultorio psicológico...
Me pregunto cómo son esas notas que toman los especialistas en el momento de cada terapia. ¿Qué perciben más allá de las palabras que pronunciamos en cada sesión? ¿Y en cuántas de ellas se ven a sí  mismos reflejados?.
¿En cuántos miedos nos entienden? ¿Y en cuántas aflicciones nos empatan?...
Siempre creí que sólo dibujaban. Sí, así como en las caricaturas... pero me parece que hay una increíble labor detrás de cada nota.
¿Se imaginan la de lágrimas que han sido derramadas en esos resúmenes de memorias? ¿La de emociones contagiadas, reprimidas, resumidas y compartidas...?
En ellas se refleja el espíritu derrotado de muchos, las ansiedades de otros, y sobre todo, la sensibilidad del alma humana. Esa que nos causa congoja y alegría contrariada.
¿Cómo acomodan los terapeutas a sus pacientes en sus archivos? ¿Por nombre, por dolencia, por edad, por género...?
Yo creo que los ordenan así, en las cinco D's: Daños emocionales, depresión, divisiones, dolores y duelos: El gran top 5 de las visitas al psicólogo.
Después de todo, los dulces y difíciles instantes que nos marcan, nos adueñan, nos encierran, y nos inmovilizan o motivan son esas D's: de deterioro, decaimiento, disidencia, daño y desafío.
Son quizá esos soplos de dolor, angustia y pena que se convierten en el aliento del mismo terapeuta quien tal vez, se vea reflejado en los momentos de inquietud de sus pacientes...
Los archivos de los corazones rotos, como he decidido llamarlos, deben ser algo así como la oportunidad efímera de encontrar abrazo al desconsuelo propio.
Esos archivos guardan además, secretos en silencio escondidos en la confidencialidad del disimulado recato.
Esos registros son vestigio de la fragilidad, pero también de la fortaleza y tenacidad de quien acude confiado, a "contar" sus miedos y aspavientos. Sus discreciones e indiscreciones a quien nos presta su escucha y un huequito en el cajón de los misterios.
El orden al final, es lo de menos... Lo que importa es que ahí está su historia y acaso la mía.
La mía que a ratos se cuenta sola y en ocasiones necesita de la pluma del terapeuta para seguirse escribiendo.
La mía que está dicha en fragmentos, pedazos y trozos... Esos cachitos de uno más de los corazones rotos.


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