Por Mireya Cerrillo.
Hace unos días llegó a mis manos el gran libro de Milan Kundera: "La insoportable levedad del ser."
Me encontraba realizando otros menesteres cuando apareció de repente. Esas coincidencias me gustan, pues aunque hace años que lo quería leer, no era el momento, y debo admitir que me fascina cuando un libro llega así: inesperadamente y porque debe ser. "Es muss sein!" (¡tiene que ser!).
En fin, no les diré mucho sobre el contenido o los personajes. Tendrían que leerlo para entenderlo. Quizá incluso un par de veces. Lo que es cierto, es que es una escritura sublime que nos conecta a los más profundos sentimientos de su propio auto-exilio: que redefine el concepto de Patria, de las mujeres, la cultura y el conocimiento, y sobre todo del amor.
Hay muchas frases de este libro que me han marcado e incluso inspirado. Y una de ellas es la que provoca este post.
La "memoria poética", esa que define el autor como la que nos ha conmovido, encantado y ha hecho hermosa nuestra vida. Se encuentra en una región específica del cerebro o quizá del corazón... o tal vez en ambas.
Y haciendo evoco de mi compromiso con la vida, quiero hacer eco de mi memoria poética. Porque admitámoslo, la belleza de este mundo se encuentra en "La poesía de las cosas". (DAR CLICK Y LEER).
Esa beatitud que se descubre en la sensibilidad, en el encanto, en la dulzura. En el lenguaje que nos hace dudar del tiempo. En las palabras que se convierten en instantes. En las fotos que guardan universos enteros de sentimientos. En los abrazos que encierran fuego, y en los besos que son viento y nube. En las distancias que son permanencia y ausencia. En tí y en mí.
La levedad del ser: ¿es de verdad terrible el peso y maravillosa la levedad?, la levedad según Kundera, se consigue al desconectar de las cosas que nos traen peso: las relaciones. Porque la consistencia de la realidad se siente algo más ligera y menos asfixiante. La volatilidad de la existencia, la futilidad del ser...
¿Cómo decides vivir? ¿Cómo decides amar? Es lo que te define y marcará tu memoria poética. El amor, ¿nos da peso?, ¿nos da levedad?... Lo que es cierto, es que "el amor inicia cuando alguien inscribe su primera palabra en nuestra memoria poética".
¿Qué escribiste tú? Un día a la vez. ¿Qué escribí yo? Sólo tú sabes.
El amor, la vida, la muerte. La nostalgia. La alegría. La tristeza... las cosas bellas que me hacen poeta.
Esas que a veces olvido o niego para no sentir el peso que representa vivir, y es cuando recuerdo que lo suicida no se va del todo, pues "ella también quiere morir bajo el signo de la levedad", pero esa es otra historia...
Insinúo el peso que representan mis relaciones, y a la levedad que exijo como derecho. Esa ligereza que de tanto en tanto verdaderamente anhelo.
Mas de momento, decido aludir a las palabras que se vuelven magia. A los sueños que se convierten en versos y a los silencios que se quedan en mi alma.
A la elegía, esa que tú inspiras. Tú eres mi poesía. A lo que me calma y asola: la melancolía de las cosas.
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