Por Mireya Cerrillo.
“Cuando mi voz se calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando” Tagore
Estaba oscuro y la luna brillaba como nunca.
Era noche de brujas y hacía un raro calor frío en el ambiente.
Ella no podía conciliar el sueño de pensar en los no presentes,
así que decidió hablar con la muerte.
Hola le dije, amigablemente y como siempre.
Hoy otra vez la pienso y lamento a aquellos en silencio y ausentes.
¿a los enterrados te refieres?
No, a los vivos que se alejan.
A los del medio que nos apagamos y a un rayo de luz queremos colgarnos,
y a los que se aferran a su lecho por miedo al desasosiego.
Sabes, hoy sólo quería verte y platicarte:
Darte un mensaje para mis ancestros y sobretodo,
rogarte que un motivo me des para quedarme.
“El sinsentido es lo que te mueve”.
Pero, ¿qué hago con estos sentimientos?:
Es que lo pienso y lo echo de menos.
De verdad la extraño y necesito.
Insistí tanto en ser recuerdo, que me convertí en olvido.
¿Cómo me acostumbro al olvido?
¿A la quimera del exilio?
¿A la memoria ingrata que busca refugio y asilo?
¿Cómo deshago lo dicho, lo sentido y lo vivido?
¿Cómo desahogo mi llanto dentro de los límites de lo permitido?
“Con el perdón, la distancia y el silencio”
¿Pero, que no es cuestión de tiempo para recuperar lo perdido?
No lo sé, de verdad no lo entiendo.
Todos tenemos nuestras batallas y desesperanzas,
Y siempre creí que esos momentos eran mejor compartidos...
Pero ahora, veo individuos y soledades, y diálogos rotos consigo mismos...
Que me da temor ser plegaria, la llamada Santa Muerte...
Debo dejarte... Esta noche libero a las almas de los buenos,
los malos se me escapan y debo controlarlos.
Gracias por la escucha y el consejo.
Espero reencontrarte en el Valle de los Muertos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario