Por Mireya Cerrillo.
Hace días que empiezo historias
que no puedo terminar. Que quiero contar cosas que no sé cómo empezar. Hace
tiempo ya que me siento bloqueada: las palabras no fluyen aunque las ideas me
desgastan. Y después de varios intentos, mis páginas se quedaban en blanco.
Quiero contar la historia de una
idea, recordar el motivo, inmortalizar los recuerdos, describir en mil
adjetivos la forma de las cosas que llevo dentro y simplemente no puedo.
Entonces invoqué a las musas:
Clío, Érato, Melpómene… y sus hermanas para que me deleitaran con sus cantos y
transmitieran su inspiración. ¡Los griegos nunca fallan! Me han devuelto las
palabras y con ello, alimentado mis ganas.
Mis ganas de contar, de decir y
de narrar. Pues aunque no siempre mis escritos tengan respuesta, escribir es
parte de mí y de lo que soy. Quizás tu silencio haya logrado matar mis
palabras, y tu indiferencia jugó con mi confianza, sin embargo, no puedo callar
la tinta de mis venas, ni censurar lo que mi yo interior tiene por decir.
A veces puede ser muy difícil poner
palabras a lo que uno siente, sobretodo cuando tenemos la necesidad de plasmar
nuestros sentimientos en un papel en blanco. Para mí, escribir es terapéutico.
No sé a dónde se fue mi
inspiración. No entiendo qué le pasó a mi motivación. Después de varios
intentos comprendí el significado de la palabra motivación. Proviene del latín motivare que significa llevar a la
acción. Motivación entonces, el impulso para la acción.
Mi motor, lo que me mueve, es
esto, escribir. Pues esto soy yo. A veces sin palabras, pero siempre con algo
qué decir. Pues aunque me cueste trabajo aceptar mis emociones, cuando escribo:
fluyo.
Aunque este post es corto, es
trascendente, y sólo aquellos que realmente me conocen saben que cuando no
escribo algo me pasa. Sólo ellos saben que detrás de mis silencios hay
escondidas mil palabras.
Gracias por leerme, por
interpretar mis afonías y ayudarme a rencontrar mi voz. Esta voz singular que
tiene la necesidad de relatar los sonidos de mi tinta y los tonos de mi alma.
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