Por Mireya Cerrillo.
Este fin de semana pasado sin duda alguna, será
uno que recordaré por mucho tiempo. Los que me conocen saben que soy fan de los
Backstreet Boys y absoluta seguidora de Tiziano Ferro. (oldies but goodies)
Este fin de semana he tenido la oportunidad de
asistir a uno más de sus conciertos en Ginebra y Milán respectivamente. Por suerte, he tenido la fortuna de compartir ésta experiencia con amigas igual de fanáticas que yo, que sabemos todas y cada una de las letras de sus canciones. ¡Cuánta
adrenalina corre ahora por mi cuerpo! ¡Cuántas ganas de mantener éste buen
ritmo!. ¡Cuántas ganas de seguir cantando!
Es la música de mi adolescencia, y que por
obvias razones es la música que ha crecido conmigo, ya que en cada etapa de mi vida me continúa
diciendo cosas nuevas. Y es que la letra de una canción puede resultar muy
poderosa cuando nos encontramos en un momento específico de nuestras vidas. ¿Quién no ha sentido que una canción ha sido
escrita exclusivamente para nosotros?
Nada se compara con la emoción que corre por tu
cuerpo cuando cantas una canción a todo pulmón porque conectas con eso. Nada
como el subidón de energía que corre por cada uno de los poros de tu piel y
nada como poder ver, una vez más, a los artistas que admiro desde hace más de
10 años.
No me importa que la gente no entienda lo que
para mí significa ser fan. Soy fan a todo pulmón y de ellos, lo seguiré siendo.
Su música, la música en general, me llena. Me
revitaliza y me ayuda a poner palabras a lo que me pasa. Así sea que la letra
de una canción hable sobre el amor, el desamor, la vida, la suerte, las ganas,
el desgane… La música es acerca de las emociones que todos tenemos. Perdernos
en ella es dejar que nos digan algo nuevo. Después de todo, la música no tiene
barreras, no reconoce diferencias de idiomas. Se trata de sentir, de dejarse
llevar y poner ritmo a nuestra vida.
¡Qué suene a todo pulmón! ¡Que se sienta el
beat! ¡Dale play a la música! ¡Ríe, canta, baila, pónle play a tu vida!.
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