Por Mireya Cerrillo.
Este blog que inicié hace más de
5 años para mantener informada a mi gente, y sobre todo, para cubrir mi
necesidad de compartir lo que ésta experiencia de vivir fuera ha significado,
cumple hoy uno más de sus propósitos: contar. Contar historias y contar el
tiempo…
Continuando con la bitácora de
éste increíble viaje y hoy que me encuentro a escasos 50 días de volver a casa,
reflexiono y escribo.
Hace 5 años aterricé en el viejo
continente con una maleta llena de sueños, un velís con imprevistos, un
pasaporte que si bien dice México, me llevo a convertirme en ciudadana del
mundo. Fotos y recuerdos que se volvieron mi aliciente, y raíces que se
fortalecieron para comenzar a echar ramas.
Lejos de mi tierra comprendí lo
que significa la distancia, entendí el verdadero valor de un amigo, aprendí que
el único y verdadero amor que no conoce fronteras es el de tu familia. Que tu
cultura es transportable, al igual que tus valores y la esencia de tu
identidad. Experimenté lo que significa ser embajador de tu país en el
extranjero, pero más importante, representante de tu casa en cualquier parte,
en todas partes.
Aprendí que un viaje no son los
kilómetros recorridos sino las experiencias vividas. Que el valor de una
sonrisa es universal, no empobrece a quien la da, pero cómo enriquece a quien
la recibe. Que el poder de los abrazos es inmensurable. Y que una mirada puede
contener mil palabras en un silencio suspendido.
Hoy sé que las amistades empiezan
con una taza de café, se enriquecen intercambiando platillos nacionales y se
cierran con un buen vino o un shot de tequila. Que la distancia no pone
solución a tus problemas, pues es imprescindible aprender a viajar ligero.
Comprendiendo tu pasado, viviendo tu presente y planeando tu futuro. Y hoy sé,
que los problemas sólo nos hacen crecer y están ahí para enseñarnos.
¡Cuántas lecciones en éstos 5 años! Aprendí a valorar todo: la vida misma, la futilidad del tiempo, cada palabra, cada momento y cada poesía. Cada paso dado, cada recuerdo, cada sabor, cada fotografía, cada sonido y cada herida. Cada vez que sientes desfallecer y renunciar y entonces, te vuelves a levantar.
Después de tantas lágrimas, de varias decepciones, de días grises y otros llenos de color, de las carcajadas liberadas, de las risas ocultadas y los miedos compartidos. Me encontré escribiendo el camino de éste viaje, el trayecto de mi vida que va haciendo paradas y cuyo único guía: Soy yo.
Yo con mis sentimientos, mis ilusiones, mis dudas, mis ganas, mis historias, mis momentos. Mis pasos, mi impaciencia y mis ganas de correr. Yo que soy una trotamundos, una mexicana perdida que encontró su verdadera identidad en el espejo europeo. Emprendí un viaje hacia lo desconocido que me llevo a conocerme a mí. Y hoy, me encuentro a 50 días de finalizar éste viaje, de volver a casa. Pero el viaje no termina la experiencia, pues éstos casi 5 años sólo han servido para encender mi fuego más interno. El haz de mi estrella que hoy más que nunca tiene ganas de brillar.
¡Cuántas lecciones en éstos 5 años! Aprendí a valorar todo: la vida misma, la futilidad del tiempo, cada palabra, cada momento y cada poesía. Cada paso dado, cada recuerdo, cada sabor, cada fotografía, cada sonido y cada herida. Cada vez que sientes desfallecer y renunciar y entonces, te vuelves a levantar.
Después de tantas lágrimas, de varias decepciones, de días grises y otros llenos de color, de las carcajadas liberadas, de las risas ocultadas y los miedos compartidos. Me encontré escribiendo el camino de éste viaje, el trayecto de mi vida que va haciendo paradas y cuyo único guía: Soy yo.
Yo con mis sentimientos, mis ilusiones, mis dudas, mis ganas, mis historias, mis momentos. Mis pasos, mi impaciencia y mis ganas de correr. Yo que soy una trotamundos, una mexicana perdida que encontró su verdadera identidad en el espejo europeo. Emprendí un viaje hacia lo desconocido que me llevo a conocerme a mí. Y hoy, me encuentro a 50 días de finalizar éste viaje, de volver a casa. Pero el viaje no termina la experiencia, pues éstos casi 5 años sólo han servido para encender mi fuego más interno. El haz de mi estrella que hoy más que nunca tiene ganas de brillar.
Europa, me voy. Gracias por lo
“viajado”… Volveré, y mientras tanto, a seguir acumulando millas en
experiencias. A inmortalizar los momentos en sonrisas y a recoger mi equipaje... México
voy con todo: con actitud, con ganas y con proyectos.Y aunque sé que las despedidas serán emocionalmente fuertes, estoy segura que las bienvenidas sopesarán el cambio. Nos vemos en casa...