Por Mireya Cerrillo.
Hace 11 días, 9 correos, 4 discusiones, 10 canciones, 2 dedicatorias,
1 pizza y 3 helados, 7 sonrisas, 1 beso en suspenso y 1 grito desesperado que
estamos conectados.
Nos conocimos gracias al destino,
a las coincidencias, al mal momento y a las ganas de sentir aire fresco, algo
nuevo y diferente. Especial y único que da miedo. Pero es un miedo que atrae, que
encanta y atrapa.
Estamos conectados en nuestra
mente dando respuesta a nuestras necesidades, buscando ese alguien que nos
comprenda, con quien poder ser nosotros mismos, compartir nuestros sueños,
miedos y anhelos. Conectados como quien siente que algo está bien. Conectando
como quien busca terminar de encajar.
Es indiscutible que hay algo, la
atracción es inevitable y como dicen en francés o en inglés, cayendo vamos
esperando el resultado de la caída. Puede ser un terrible “PUM CATAPLUM”, o un sutil
y dulce “CLICK”. Como las piezas de un rompecabezas que se van poniendo en su
sitio, como el sonido de un enchufe, como algo natural y que busca su entrada
en nuestro mundo.
Tú no estás seguro, yo tengo
recelo. Los dos llevamos prisa. La única respuesta es dejar que las cosas fluyan, que esto surja, que
las heridas se curen, que tus ojos se atrevan a mirar, que el tiempo haga sus
estragos, y que nuestros corazones acierten el momento de encontrarse.
Suavemente aunque corramos, algo
nos está persiguiendo. Son las ganas de soñar, de imaginar, de querer, de
compartir y de ser perfectamente imperfectos. No hay lógica ni estructura, sólo
una agradable tortura que se define en la mente de dos seres solitarios que
finalmente se están encontrando. En el breve ciber espacio que da lugar a
nuestros encuentros ahí va, más rápido de lo que podemos apreciar: dos señales,
una conexión, un mundo, y el gran desafío de volver a coincidir.
Hay un proverbio que dice que
enamorarse es amar las coincidencias, y amar es enamorarse de las diferencias.
¿Qué sería del mundo sin el amor y del amor sin los enamorados?. Tú dices negro, yo digo blanco, pero al final,
seguimos conectados.
Y mientras las estrellas deciden
el curso de nuestros caminos, seguimos escribiendo ésta historia, una historia que ya es nuestra. Intercambiamos
una misiva más, yo te logro arrancar una
sonrisa y tú consigues iluminarme la mirada. Hemos caído.
Buscando respuestas me conecto a
la web y me doy cuenta que no estamos lejos, estamos a un click de distancia. Un
“click” que parece estar tomando su debido tiempo en encajar… Me conecto, me
desconecto, y pacientemente espero.
1 comentario:
Ay Mir... Esta publicación ha tocado mi corazón como ni imaginas. Estoy pasando por algo similar, sólo que nosotros no estamos a un click de distancia, estamos en la misma ciudad y con circunstancias a favor, excepto una que es la que detiene todo: EL MIEDO. Yo creo en Dios (lo sabes) y en el destino, creo que por algo nos hemos vuelto a encontrar en el camino, pero, su miedo ha podido mas hasta ahora. ¡Pensar que podemos escribir una historia linda, única y que el temor lo detiene! Pero habrá que ser paciente y esperar... Gracias bonita! Un beso!
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