"Tú diminuto.
Y yo grande.
Narciso.
Mi dolor.
Y mi dolor mismo"
Federico García Lorca
Por Mireya Cerrillo.
Me rechazas porque tanto te quieres y me acercas aunque tanto temas. Me quieres a tu manera. Y yo te quiero a complacencia.
Tu reflejo es un castigo de los dioses. Y la soledad es la condena de mi ausencia.
Eres el engaño constante a mis emociones, el olor perenne de tu flor que me das y arrebatas con precedencia.
Despierto...no duermo. Duermo y no descanso. Mi Narciso, estás aquí conmigo sembrando miedo, cosechando frío. Y sólo hay un Eco vacío.
Me duele aceptar que te quiero en mis brazos. Me quieres despacio y vamos fluyendo lento y sereno como un río.
Siempre constante con la presencia de tu canción. Cedo una vez más a tu encanto y me pierdo ante éste funesto brío.
Ya sentía querer las sombras de tí, de tu imagen recurrente. Vas y vienes...vienes y te voy haciendo mío.
Olvida el espejo, ¡mira cómo eres mi sol!. Acepta el consejo, y pinta mi vida de tu singular color. Eres más que sombras, eres destello y reflexión.
¿Hasta cuándo más Narciso, serás con mi amor tan pesquiso?
¿Cuándo te convenceré que de tu lado no me iré, que te quiero y no resisto este capricho?
Sea lo que esto sea, eres tan ocurrente, que me complace poco verte porque sé que de momento no puedo tenerte.
No temas padecer esta pasión. O por amarme perder la razón.
En ti veo el paraíso, y sin embargo vivo las llamas de este infierno que me das... Mi Narciso.
Sé que por más que pase el tiempo, no pasará lo nuestro...al menos así lo siento.
Le murmuro al tiempo que no temo quererte, pero temo que mi Narciso no sepa amar.
Sin embargo te quiero, y así siempre será.
Narciso, mira tu reflejo en mis lágrimas. Tu mirada en la mía es lo que más me gusta, y me angustia que me la quieras quitar.
Lloro por Narciso pues sólo en el fondo de sus ojos puedo ver su belleza que es la mía, y sólo ahí, y sólo yo, percibo sus demonios que son los mismos que los míos.
No tengo miedo Narciso, pues aunque seas mi llanto, eres mi flor, soy tu reflejo, soy tu verdadero amor.
Ira silenciosa, eco enmudecido. El motivo por el cual también sonrío. ¡Ay Narciso...estoy sumida en tu hechizo!
Enamorada hasta el infinito. Desolada por tu amor esquivo. Cautivada y seducida ante tu brillo tan distinto.
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