“Aquí no pasa nada. Mejor dicho
pasan tantas cosas al mismo tiempo que es mejor decir que no pasa nada.” Jaime
Sabines
Por Mireya Cerrillo.
Entre estas dos soledades hay un hartazgo por donde se asoma la nada disfrazada de todo.
Hay un grito ahogado, un lamento compartido, y una ciudad tan esquiva con el tedio de la cotidianidad de la vida.
Cargamos una herida sin sangre, un dolor con dueño y una poesía para pretender ser sueño.
Cansada de los sueños que se volvieron utopías. Harta de la vida que se volvió una pesadilla. Viviendo en sueños, soñando vida. Pretendo despierta que aún estoy viva.
En el invento de un abrazo, una caricia y un beso. Fastidiada de juegos. Sola en mi memoria, sola en nuestro encuentro imaginario.
El hastío de la compartida frustración. Obstinado y vacío. Manías tuyas y mías. Espejismo de un segundo lleno de melancolía. Todo lo que quiero y resisto.
Somos soledad y hastío, sentimientos ahogados y fingidos. Invoco tu nombre más ya nadie responde.
Silencio: es lo que queda ante el tedio.
Ausencia: es lo que resta de estas dos soledades.
Disfruto la breve paz tras la guerra y la tranquilidad de la retirada.
Una vez más te vas y aquí me quedo. Somos esta historia cansada y así cada vez, soledad acompañada.
Con eso que vine, así me voy. Con todo de mi te vas.
La que fui es la que soy. Y tú sigues siendo el caos del vuelo con las alas rotas.
Evoco y lamento cuántos días nos llevó encontrar el paraíso de la soledad compartida.
Y me quedo aturdida llenando este hartazgo y esta soledad de ti, sin ti.
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