sábado, 25 de julio de 2015

Habemus Ángelus...

"Los amigos son ángeles que se levantan cuando tus alas han olvidado como volar"

Por Mireya Cerrillo.

Suelo no creer en ángeles. Al menos no en el sentido estricto de la palabra que se refiere a espíritus celestes.
Sin embargo, pese a todas mis incredulidades, creo en las personas que parecen caídas del cielo por su carisma, gracia, simpatía y encanto. En las personas que brillan porque emanan luz y fuerza. Y lo que los hace ángeles terrenales es que comparten estas y otras virtudes con las almas pérdidas, confundidas, o con una que otra pena.
Debo admitir que este tipo de personas son difíciles de encontrar, ya que son invisibles a los ojos de quien con cuidado no observa, más si se tiene el don de hallar a alguien así, más vale cuidarla y no desprenderse tan fácilmente de ella.
Un desliz de la vida me llevó al privilegio de coincidir con una de estas. Única en su tipo por su candor, bondad y belleza.
Su nombre ya dice mucho de quién es ella. “La que es ayudada por Dios”. Y de ahí su labor de guiar a otros como intermediaria y mensajera.
Sus alas son dos brazos que se extienden a diestra y siniestra para envolver, al que se deje, en el más cálido y reconfortante de los abrazos.
Sus palabras son bálsamo para el alma que busca respuestas, y de sus labios se manifiestan entre sonrisa y sonrisa, frases como consejos que apaciguan y paz emanan, pues su lenguaje es el del amor y hay que tener buen oído para saber interpretar tan dulce y cálida voz.
Si fuera de la guarda, ya es excelente guía y protectora. Pero es algo más, la valía de su magnífica presencia hace eco en el encanto de su especial y única esencia.
Su aureola es la corona de una verdadera reina, pues en mi caso, me hace sentir como princesa.
Podría seguir describiéndola, pero sólo me queda una palabra. GRACIAS. No sé aún qué tan lejos me llevará este ángel que llegó a mi vida para recordarme con paciencia que soy hermosa, que crea en mi genialidad y muchas otras cosas.
A mi querida ángel Elizabeth. No pretendo nada con mis sencillas letras, más que honrar el valor de su presencia. Esto es un regalo pues es lo que mejor se hacer. Escribir es mi terapia y es mi manera de decir gracias por inspirarlas en momentos de duda y tristeza.
Ya sé qué fui en mi otra vida: una verdadera “diablilla” disfrazada de alegre querubín para pasar desapercibida, y entonces hoy y aquí, poder coincidir con Ud. para que mi alma reconociera la suya. Somos de un lugar distante, de un paraíso perdido, de un cielo que estoy aprendiendo a construir (a pesar de mis propios demonios) en la tierra gracias a su noble corazón de maestra.
Con cariño y especial afecto… Estrella.

miércoles, 22 de julio de 2015

Incredulidad...


"La incredulidad resiste más que la fe, porque se sustenta de los sentidos"
Gabriel García Márquez.

Por Mireya Cerrillo.


Incrédula soy de mi propia genialidad escribí una vez en un poema.
Hermosa me dicen que soy y no comprendo.
Preciosa me llaman también y simplemente no lo entiendo.
No es que no lo crea, es que no distingo entre la falsedad y verdad.

Soy incrédula de éste mundo que aunque atroz, sigo buscando su belleza.
Soy incrédula del amor que aunque me eleva, yo vuelvo a poner los pies en la tierra.
Soy incrédula de la gente pues la confianza es algo difícil de ganar, y me aterra.
Soy incrédula de Dios pues hay tantos que asumen una única verdad, que me es difícil dejarme engañar.

Sin embargo he sido víctima de la manipulación y artimaña. Por eso, tantas cosas hoy no creo.
Decía el escritor irlandés Bernard Shaw: "No es la incredulidad peligrosa para nuestra sociedad, sino la creencia".
¿En qué sustentamos nuestros dogmas si nos han sido heredados con tal maña y ego?
En algo sí creo: en la razón y en lo que sustenta la ciencia.

Me declaro escéptica, porque la verdad no existe, y si existiera sería incapaz de conocerla.
Me confieso desconfiada. En una palabra: abrumada.
Huelo malicia y mi alma la vislumbra.
Surgiendo conjeturas de mi cabeza.

Mi genialidad radica entonces en este recelo.
¿Mi hermosura es acaso pura sospecha?
Ya entendí. Es la costumbre de escuchar la verdad de otros, lo que nos hace asumirla como propia.
Entonces quizás sí sea todo eso que a veces no me creo, sólo que vivo en la inopia.
Lo seguiré escuchando y repitiendo hasta que llegue el momento en el que sienta que mi corazón se lo apropia.

¡Es tiempo de creer!
¿En quién?
¡En todo mi ser!
Eres genial, ¡no te hagas un desdén!.


lunes, 13 de julio de 2015

Tristesse....

"La pire sensation, c'est de être oublié par quelqu'un qu on n'oubliera jamais au fond de nous".

Por Mireya Cerrillo.

En noches como hoy de largo insomnio y melancolía, "Tristesse de Chopin" y sus nocturnos parecen los acompañantes perfectos para terminar de llorar lo inllorable y de intentar entender lo incomprensible.
Pues algo hay en la tristeza que se vuelve adictiva e incluso una maldita necesidad. ¿Por qué? No lo sé y ya no trataré de entenderlo, pues no puedo. Sólo sé que la aflicción constante abate, cansa, debilita y en este mi caso... siempre inspira.
"Tristesse" habla del exilio, la melodía describe la nostalgia de Chopin de despedir a su patria en tiempos de guerra. Es un poema sinfónico que aunque alude a la congoja y desolación, algo tiene de esperanzadora e incluso confortante. Si Chopin y Pessoa hubieran coincidido, habrían hecho el más grande conjunto rítmico sobre el exilio y el desasosiego. ¡Que belleza hubiera sido! ¡Qué elogio a la tristeza!.
Escuchar, leer y sentir saudades con delicada cadencia y pena que sea capaz de embargarme a tal punto, que después de llorar, ya no haya más lágrimas ni sal.
"Quizás todo es un sueño", decía Chopin. "A veces"... así lo escribía Pessoa:

    A veces, y el sueño es triste,
    En mis deseos existe
    Lejanamente un país
    Donde ser feliz consiste
    Solamente en ser feliz.
    Se vive como se nace,
    Sin querer y sin saber.
    En esa ilusión de ser,
    El tiempo muere y renace
    Sin que se sienta correr.
    El sentir y el desear
    No existen en esa tierra.
    Y no es el amor amar
    En el país donde yerra
    Mi lejano divagar.
    Ni se sueña ni se vive:
    Es una infancia sin fin.
    Y parece que revive
    Ese imposible jardín
    Que con suavidad recibe.

     El alma llora y yo no haré más que sentir esta tristeza que no acaba de irse y que mis sentimientos consienten, mi alma abraza, y a veces no es nada más que la belleza de una desolación, desgasto y disgusto. 
    Me siento triste y me siento exiliada en mi propio país. Consternada quizás sea la palabra. Mi constante y eterna batalla. Gracias Chopin por tu "Tristesse", Gracias Pessoa por tu desasosiego.
    Ni siquiera hay frío, sólo fluye en mi una lluvia de morriña, y sólo surge cuando escribo, cuando lloro, cuando siento, cuando desespero, cuando más no puedo.
    Y no sé si es de día o de noche, si la luna se ha ocultado o si comienza a salir el sol. Todo es sombra y silencio, breve sueño y confusa soledad que me habita cuestionándome: ¿Hasta cuándo?.
    Y es que mi problema, es que no siempre quiero ni puedo ser feliz, pues es bella la noche, es hermoso el silencio, es deliciosa la pena.
    Demasiado acostumbrada estoy a este estado resignado, donde la prosa salva la manía y el delirio, y la luna y las estrellas son parte de este mágico hechizo. Este espejismo, mi oasis perdido es el perfecto "aquí y ahora".
    Les sorprendería saber de mis tristezas, de lo que calla mi gris desconsuelo, pero es que algo hay de encantador en este fuego que me devora donde se mezclan en mi la sombra y la luz, mis ángeles y mis demonios. La belleza de mis versos.
    No hacen faltan razones ni motivos... así soy y no lo escondo ni lo omito. Llorar hace sentirme vivo cuando morir parece ser el único objetivo.
    Esto es todo lo que queda: todo este sentimiento que se vuelve música, que se torna poesía, que trata de persuadirme a trozos, a trazos y a ratos de un eterno y fatídico adiós... y aunque lo intente una y otra vez... La tristeza es mi mejor esbozo para insistir en los ensueños y cansancios, pues es más fácil que desistir de las promesas hechas pedazos.

     

sábado, 4 de julio de 2015

El lugar más bonito del mundo...

"Sólo los dos sabemos la falta que nos hacemos"
Por Mireya Cerrillo.
Viajo una vez más a verte, a encontrarte y a perderme en este paraíso que he inventado y he nombrado "nuestro sitio".
Pienso en cada promesa, cada palabra y cada acción que me acercan más a ti, así como me alejan.
Y me doy cuenta que sigues siendo quien me hace tremar, a quien mi cuerpo desea, mi corazón ama y mi alma se aferra.
Más la pregunta permanece, ¿hasta cuándo la distancia?, ¿cuánto más para ser y estar finalmente en nuestro mundo?... O quizás ya estoy dentro del tuyo y tú en el mío, o tal vez es que estas cosas llevan su tiempo.
Algo importante aprendí en este viaje: "en la salud y en la enfermedad" es un voto y una ofrenda que se hace incondicionalmente. Porque sano te quiero y te amo vivo, porque viva me haces sentir.
Ahora sé que el amor de mi vida es un pacto, una complicidad de amistad, de querernos poco a poco, y a ratitos que duran una eternidad.
Y aunque quizás nunca sepas lo que tengo que hacer para disimularte, para contener estos besos, para aguantar mis abrazos y por querer aterrizar en tus labios. No nos dejamos. Y a lo mejor nuestro corazón está cansado y ansioso, pero yo me conformo con soñarte a diario fingiendo que escribo un cuento de amor de otro mundo.
De momento sólo somos recuerdos, y te amo y te extraño y todo se queda en el aire...con mis mil mariposas volando y tus dudas planeando.
Pero de algo estoy segura, en ese que llamamos "nuestro lugar", allí donde estoy yo para amarte y estás tú para quererme, ahí donde coincidimos pensándonos, a ese lugar lo llamaría: el lugar mas bonito del mundo.