"La pire sensation, c'est de être oublié par quelqu'un qu on n'oubliera jamais au fond de nous".
Por Mireya Cerrillo.
En noches como hoy de largo insomnio y melancolía, "Tristesse de Chopin" y sus nocturnos parecen los acompañantes perfectos para terminar de llorar lo inllorable y de intentar entender lo incomprensible.
Pues algo hay en la tristeza que se vuelve adictiva e incluso una maldita necesidad. ¿Por qué? No lo sé y ya no trataré de entenderlo, pues no puedo. Sólo sé que la aflicción constante abate, cansa, debilita y en este mi caso... siempre inspira.
"Tristesse" habla del exilio, la melodía describe la nostalgia de Chopin de despedir a su patria en tiempos de guerra. Es un poema sinfónico que aunque alude a la congoja y desolación, algo tiene de esperanzadora e incluso confortante. Si Chopin y Pessoa hubieran coincidido, habrían hecho el más grande conjunto rítmico sobre el exilio y el desasosiego. ¡Que belleza hubiera sido! ¡Qué elogio a la tristeza!.
Escuchar, leer y sentir saudades con delicada cadencia y pena que sea capaz de embargarme a tal punto, que después de llorar, ya no haya más lágrimas ni sal.
"Quizás todo es un sueño", decía Chopin. "A veces"... así lo escribía Pessoa:
- A veces, y el sueño es triste,
En mis deseos existe
Lejanamente un país
Donde ser feliz consiste
Solamente en ser feliz.
Se vive como se nace,
Sin querer y sin saber.
En esa ilusión de ser,
El tiempo muere y renace
Sin que se sienta correr.
El sentir y el desear
No existen en esa tierra.
Y no es el amor amar
En el país donde yerra
Mi lejano divagar.
Ni se sueña ni se vive:
Es una infancia sin fin.
Y parece que revive
Ese imposible jardín
Que con suavidad recibe.
El alma llora y yo no haré más que sentir esta tristeza que no acaba de irse y que mis sentimientos consienten, mi alma abraza, y a veces no es nada más que la belleza de una desolación, desgasto y disgusto.
Me siento triste y me siento exiliada en mi propio país. Consternada quizás sea la palabra. Mi constante y eterna batalla. Gracias Chopin por tu "Tristesse", Gracias Pessoa por tu desasosiego.
Ni siquiera hay frío, sólo fluye en mi una lluvia de morriña, y sólo surge cuando escribo, cuando lloro, cuando siento, cuando desespero, cuando más no puedo.
Y no sé si es de día o de noche, si la luna se ha ocultado o si comienza a salir el sol. Todo es sombra y silencio, breve sueño y confusa soledad que me habita cuestionándome: ¿Hasta cuándo?.
Y es que mi problema, es que no siempre quiero ni puedo ser feliz, pues es bella la noche, es hermoso el silencio, es deliciosa la pena.
Demasiado acostumbrada estoy a este estado resignado, donde la prosa salva la manía y el delirio, y la luna y las estrellas son parte de este mágico hechizo. Este espejismo, mi oasis perdido es el perfecto "aquí y ahora".
Les sorprendería saber de mis tristezas, de lo que calla mi gris desconsuelo, pero es que algo hay de encantador en este fuego que me devora donde se mezclan en mi la sombra y la luz, mis ángeles y mis demonios. La belleza de mis versos.
No hacen faltan razones ni motivos... así soy y no lo escondo ni lo omito. Llorar hace sentirme vivo cuando morir parece ser el único objetivo.
Esto es todo lo que queda: todo este sentimiento que se vuelve música, que se torna poesía, que trata de persuadirme a trozos, a trazos y a ratos de un eterno y fatídico adiós... y aunque lo intente una y otra vez... La tristeza es mi mejor esbozo para insistir en los ensueños y cansancios, pues es más fácil que desistir de las promesas hechas pedazos.
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