"Te miraré de costado y no dirás nada. La palabra es fuente de malos entendidos. Pero cada día, te sentarás más cerca." El Principito.
Espacio
Diferencia
Alejamiento
Desvío
Desafecto
Exclusión
Distancia
Separación
Ya no sé qué demonios pasa conmigo...si es este maldito infortunio del destino y su falta de serotonina, o este buen tino que tuvo Cupido en este estúpido y frágil tiempo de inquietante sufrimiento.
Ojalá tuviera la capacidad de aceptar las cosas tal y como son. Así, sin querer cambiarlas, sin desear escapar, sin añorar tanto una presencia, sin evocar así la ausencia, sin alejar ni hostigar a las personas que "siento".
Más hay una frase que sabiamente dice: "No toda distancia es ausencia, ni todo silencio es olvido". Sin embargo, lo vivido a veces se siente a indiferencia, y el ruido sabe a un sano desasosiego.
Hoy, ayer, la semana, e incluso quizás también mañana... son un cúmulo de esos días en que mis catastróficos pensamientos son más fuertes que mis ínfimos deseos de atisbar el próximo alba.
Ya no temo a estos paréntesis que ponen continuamente en pausa, la vida que ya no siento ni pretenso.
Este continuo sonreír y no ser plenamente feliz. Llorar hasta agotar mis lágrimas. Y morir...más seguir respirando. Así me siento.
Estas constantes ganas de llorar que dan de repente por todo y por nada, de querer estar solo y precisar de la compañía. De no querer estar con nadie, y sin embargo, necesitar de un abrazo que contenga y sujete mis débiles pies a este suelo del que poco a poco despego...y vuelo. Salta mi mente a otro tiempo, a otro mundo, a otro sitio. A mi lugar imaginario donde nada duele ni sucede, todo se puede, y encuentro todo lo que mi mente anhele.
Dicen que la palabra suicidio se escribe con "ese" de sangre, de silencio y de siempre. Yo le añadiría, que se escribe con "ese" de sal, de soga, de sola, de salida, de suave, de sentir, de seguro, de seguir, de sonata y de siesta. Y sobretodo, de ese súbito y sublime suceso de dejar a la sutil suerte, la soeza de soltar simplemente el sagaz sollozo de una última sonrisa, que sin súplica supuesta, supure al suicida y lo lleve a su último suspiro de soñar por siempre, para sosegar el secreto que se siente y para sepultar el pensamiento más siniestro. Y si acaso, sobornar al supremo con una serenata y un servicial susurro, que evite la seducción de la serenidad sepulcral que serenamente pongo en suspicaz suspenso...
¿Por cuánto tiempo? Dejémoslo a mi supuesta capacidad de supervivencia, y la inhabilidad de mi subconsciente.¿Ganará lo sensible y sencillo, o la falta de sensatez simpáticamente?...
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