"Sé que voy a quererte sin preguntas. Sé que vas a quererme sin respuestas." Mario Benedetti.
Por Mireya Cerrillo.
Constantemente siento desfallecer y que todo está perdido. Que nada vale y todo pesa. Que todo es un instante suspendido en el tiempo que puede terminar en cualquier momento...si así lo decido.
Entonces me rindo. Me doblego y planeo cuidadosamente mi plan de escape de la vida. Estos pensamientos catastróficos recurrentes que he tenido desde los 12 años llegan a mi como un torbellino que me envuelve y me nublan de percibir cualquier otra opción.
Sin embargo, existe alguien que me cuestiona, que me empuja y me trastorna. Y si bien el debate es aguerrido, no pretendo ganar con argumentos algo que mi corazón está latiendo y tal vez incluso pidiendo. ¿Cómo escucharme? o ¿cómo no hacerlo?.
Hoy de nuevo todo es frustración y tristeza. Desolación y cansancio. No veo otra salida que apresurar lo inevitable... ¡Fastidio!
No obstante, pensando en mi vida me doy cuenta de que todo en mí siempre ha llegado a destiempo (o al menos a un tiempo diferente del resto). El primer beso, el primer amor, el primer viaje, mi primera vez, los buenos amigos, las experiencias más ufanas y más bellas me han llegado tarde... Quizá, esto de la vida entonces también me llegue tarde. Quizá llegue con el próximo olor a tierra mojada o a café, el siguiente lunes con llovizna o dentro de tres otoños...
No lo sé, y no tengo manera de saberlo. Y si bien decido poner en espera una bomba de tiempo pues no siento que nada me arraigue a mi aquí y mi ahora, hay cosas que no puedo prometer.
No te prometo que esto no sucederá de nuevo. Que no lloraré o querré claudicar una y mil veces. No te prometo que no pensaré en ello.
No te prometo que seré fácil. Soy muy complicada y no termino de entender algo que quizá sea incomprensible.
No te prometo que estaré siempre dispuesta a eso que llaman "pasión" y "vida", mas me comprometo a "vibrar con intensidad" aquellos instantes que sepan a gloria.
No te prometo ser siempre risueña, pero juro hacer del desasosiego una poesía, pues la justa medida de sensibilidad y el grado óptimo de profunda tristeza hacen de mí una esclava de las letras.
No te prometo grandes cambios, más pequeñas transformaciones que con suerte un día me hagan decir: "de esto se trataba la vida, de vivirla y nada más..."
No puedo prometer algo que no soy. Algo que no creo. Cumplir expectativas ajenas o ser lo que todos esperan... Simplemente me comprometo a ser todo esto que soy. Este desastre despeinado y mil y un besos contrariados.
Y más que nada, no te prometo aquello que quieres escuchar...sólo prometo a mi corazón no silenciar...pues ahí resguardo todos mis secretos.
Y de todas las cosas que no puedo prometer. Una sí puedo. . . Prometo ser y estar aquí y ahora un rato más, quizá una vida o una eternidad...
Y si al final de todo esto logro superarme a mi misma y toda la adversidad, el no prometerte nada tal vez sea lo único que pueda cumplir... por ahora.
Gracias por escucharme siempre. Y sobretodo, por respetar mi incomprensión frecuente del sentido de la vida...
2 comentarios:
Hermoso escrito Mireya; gracias por compartirlo; eres muy talentosa y tienes arte...puede colegirse de lo leído que eres una persona sincera y transparente. Te deseo lo mejor! Y espero seguir leyendote. Un abrazo fuerte desde Perú
Muchas Gracias por tu comentario que sin duda alguna, alegra el alma y el día. Abrazos de México hasta Perú! =)
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