"Los corazones son tan pesados cuando se vacían ..."
Por Mireya Cerrillo.
No quiero verte.
No quiero saber de ti.
Quiero enterrarte en lo más profundo y no escuchar tu voz jamás.
Tengo un corazón vacío. Envenenado.
Una mente desenfrenada y una necesidad de abrazo que no puedo complacer.
Una soledad adolorida, castigada y llena de nostalgia.
Eres la voz del desamor y el desespero.
Eso oscuro dentro de mí.
El enigma y el desasosiego.
La que me dice: "no puedo", "no quiero".
Y te creo.
Cada vez. Con cada lágrima, con cada sollozo de desaliento me recuerdas que aquí no pertenezco.
Y exaspero. Me siento frustrada conmigo y sólo quiero desfallecer.
Ceder a ti, a tu encanto y a tu palabrería.
Gritas fuerte. Te haces presente.
Estás ahí y sólo yo puedo escucharte. Sólo yo puedo detenerte.
Eres estruendo. Eres alboroto. Eres a veces: inocencia y traslado.
Eres deseo. Eres el silencio eterno.
Y te escucho aunque no quiera.
Y te desobedezco a regañadientes.
Pero ahí estás... te veo y te siento.
Y quisiera que fueras una mentira, una simple conjetura.
Eres quimera. Eres engaño.
Todo lo que quiero. Eso eres.
Y por un día. Sólo un día, intento no escucharte.
Pero eres más fuerte. Te pertenezco.
Y así, de un hilo tienes suspendida mi vida.
Y aunque respiro. Aunque siento. Aunque veo...
Todo es negro y frío y sé que por dentro una vez más he muerto en secreto.
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