miércoles, 29 de enero de 2014

La poesía de las cosas...


Por Mireya Cerrillo.


A partir de hoy voy a escribir de lo cotidiano,
de lo banal y lo ufano.
Pues escribir de lo “trascendental”
me convierte en un ser emocional.

Qué es un poeta sino un soñador.
Qué es un escritor sino un inventor:
capaz de hacer poesía de lo habitual,
ensalzando lo valioso de lo etéreo y lo fugaz.

El amor, la vida, la muerte.
La nostalgia, la alegría, la tristeza.
Me pierden en la noche a su suerte.
Imaginando en quimera. Viendo sólo su belleza.

Quiero escribir sobre las cosas que pasan a diario.
Mas para el poeta nada es tan trivial ni vano
que no deba expresarse, que no sea digno de contarse.
Con la luna el poeta se casa y a las estrellas lo hace aferrarse.

La inspiración se esconde en las pequeñas cosas.
En aquellas que despiertan el alma del poeta.
Todo lo atrae volviéndolo bohemio y trovador.
Escribir es la manera de aminorar el dolor.

La poesía es una conspiración.
No hay métrica, sólo inspiración.
Es un juego de dos.
El poeta y su pluma de color.

¿Quién pudiera escribir sobre una botella
sin relacionarla con el vino, sus fiestas y su sublime mitigar?
¿Quién pudiera decir otra cosa sobre la piel,
sin evocar una emoción o el matiz de un fuerte sentir?

¿Y quién podría evitar describir una guitarra
como un rasgueo de inspiración y melancolía.
Como una acompañante solitaria 
que tantas historias del corazón narra?


Ya lo dijo Octavio Paz: escribimos mentiras, escribimos verdades.
¡Que la rima nos contagie!
¡Que la pena se vuelva arte!
Bécquer lo describía mejor, poesía tú eres.

Esta es mi esencia y mi poesía es un breve instante.
Soy médium de lo incomprensible, de lo usual y lo imposible.
Mis letras son tristes cuerdas de una guitarra hoy en silencio.
Palabras inmortales de lo que el tiempo en mi pecho evidenció.

La poeta que se adueña de lo dulce y de lo amargo: eso soy.
Versos que cantan, que lloran, que calman y asolan,
En rimas enseñan mis penas y mis victorias.
Historias de ayer, mañana y hoy.
  
La vida, el amor y mi herencia me hicieron poeta.
Del sufrimiento y la alegría prometo hacer algunos versos.
Ladrona de sueños. Falsificadora de sonetos.
Jugadora de los sentimientos. Maestra de mi pluma inquieta.

Para qué pretendo escribir de lo vacío y superficial,
si en todo hay musa escondida para crear.
Incluso en el silencio y en la nada
se ocultan las mejores estrofas del alma.

La palabra es la herramienta de los poetas.
Surge vida de lo que a mí me mata.
Los sentimientos vienen con fuerza
y en mí florece otro poema.

La lira a mi ser atrapa,
adornando sueños que no despiertan.
La poesía es inexorable.
Expresión de un sentir inevitable.

Aquellas pequeñas grandes cosas:
algunas efímeras y otras eternas.
Todas llenas de poesía. 
Se vuelven magia, rima y energía.

Sin embargo, reconozco que mi mejor elegía
es la que sólo tú inspiras. 
Íntima oda, mi más bella sinfonía. 
Surges en un suspiro. Tú eres mi poesía.

martes, 28 de enero de 2014

Mentiría...

“Pero un cariño no vive de palabras bonitas y promesas a la distancia.” Julio Cortázar.

Por Mireya Cerrillo.

Te mentiría si te dijera que lo estoy pasando bien,
que mis poemas no tienen razón de ser.
Pero nadie muere de amor y voy a sobrevivir,
aunque de día y de noche piense siempre en ti.

Mentiría al decir que es posible el olvido.
No dejo de cuestionarme si es el inevitable final,
o si todo esto fluye de manera natural.
Cierto es, que eres un constante recuerdo.

Y río y lloro y trato de convencerme.
Es tan fácil engañar y fingir.
En mi almohada intento perderme,
para ahogar todo este sufrir.

Mis esfuerzos son en vano.
Yo de verdad lo intento.
Todo fue tan de repente,
que no sé cómo hacerle frente.

Te siento, lo siento. Te extraño.
En vela son tan largas las noches,
ni dormir ni olvidar consigo.
Sólo lamento al recordar tus reproches.

Son tan cortas las palabras
para expresar mis pensamientos.
Das vueltas en mi cabeza,
evocando emociones y momentos.

Tu adiós empezó con mi blanca mentira:
llena de inocencia, bañada de tristeza.
Por culpa de tu ego mi corazón te suspira,
se colma de miedo. Lo invade la incerteza.

No pensé que esto así me dolería.
Entendí que la alegría es efímera,
que el amor quizás es una mentira.
Y que soy presa de la melancolía.

Para qué mentir si tus ojos son mi debilidad.
A quien quieres engañar si sabes que como yo a nadie más hallarás.
Somos un vicio de ir y regresar.
Dulce ironía. Tormento sin igual.

A quién quiero mentirle…
Lo que me queda decirte es que me duele perderte.
Que te amo y será difícil olvidarlo.
Pues mi corazón está de ti locamente enamorado.


lunes, 27 de enero de 2014

3 cosas para concluir...



Por Mireya Cerrillo.

Dicen que hay 3 cosas que son muy difíciles de expresar si se sienten de verdad:
1. Te amo.
2. Gracias.
3. Lo siento.

A continuación las intento describir, y si así te lo he de resumir:

"Te amo porque en tus ojos encontré mi rendición.
Gracias por lo vivido a ratos, por los deseos efímeros y la eterna pasión.
Pero no puedo evitar sentirlo, sentirlo tanto porque de corazón, ahí te siento".

Te amo...


Por Mireya Cerrillo.

Por sembrar una nueva ilusión en mí.
Por lo que no entiendo. Y por lo que en ti comprendí.
Por cosechar la esperanza en mi corazón.
Porque en el frío a mi ser diste abrigo.
Porque ante el calor no hubo inhibición.
Porque enloquezco al no entender tus razones.
Porque hiciste tremar mis controladas emociones.
Por la alegría de esta fugaz fantasía.
Por las confesiones y lo inconfesable.
Por lo contradictorio y lo congruente de tu ser.
Porque en tus ojos encontré mi rendición.
Por la conspiración de tus deseos y mi pasión.
Porque me enojas y me alejas. Y me apartas y me acercas.
Por afición y por ser un encuentro del destino.
Por lo que siento. Y por lo que reprimo.
Sin cuestionarme más. Así te amo, sin saber, sin entender, sin querer.
Te amo porque quiero aunque no me dejes.
Y aunque breve fue el espacio somos mucho más que dos.

Gracias...


Por Mireya Cerrillo.

Por fluir en mis versos y emanar en mi prosa.
Por permitirme conocerte y reconocerme en ti.
Por compartir tu música y tus gustos y disgustos.
Por estar en la búsqueda constante de ser el “hombre superior”.
Porque en tus palabras encontré cómo apaciguar mis miedos.
Por el valor de tu escucha.
Por verme cuando del mundo me escondía.
Por lo vivido a ratos, por los deseos efímeros y las eternas pasiones.
Por cegarme con tu luz.
Por tu sonrisa y tus enojos.
Por lo que vi y no comprendí en tus ojos.
Por las palabras detrás de tus silencios.
Por el regalo de coincidir. Y por la promesa incumplida de reencontrarnos.
Por el amor que hoy en mi corazón habita.
Y aunque me duela tu partida.
Gracias por la ilusión y la fantasía que hoy lleva tu nombre.

Lo siento...


Por Mireya Cerrillo.

Lo lamento: es la expresión que muestra nuestro arrepentimiento ante una situación o una serie de acciones. Insinúa nuevas intenciones en caso de obtener una nueva oportunidad.
Lo sufro: Muestra la resignación de recibir un dolor físico o moral. Es un castigo, una pena, una reprimenda ganada.
Lo siento: Es experimentar todas las sensaciones producidas por diferentes causas. Sentir. Apreciar. Vivir. Vibrar.
Es un acto de humildad que ofrece disculpas. Es ser paciente pues al pedir perdón solo buscamos  tolerancia.
En ellas está la decepción, la incredulidad, algo que nos lastima o hace daño. Todas encierran las expectativas no llenadas. Las promesas rotas. Las mentiras descubiertas. Las fallas. Los reclamos. El enojo.
Hablan del valor. De las pretensiones. De las ganas. De las nuevas intenciones. De las concesiones otorgadas. Es una manera honesta de buscar la comprensión ajena.
Lo siento. Así porque lo llevo dentro aunque no lo demuestre. Siento quererte. Siento tener la necesidad de decirte. Siento no poder controlar mis sentimientos. Lo siento de verdad porque me importas.
Admitirlo punza. Decirlo lastima. Sentirlo duele. Pero no puedo evitar sentirlo, sentirlo tanto porque de corazón ahí: te siento.

domingo, 26 de enero de 2014

Mi kefi...

Por Mireya Cerrillo.


Al parecer he perdido eso que los griegos llaman “kefi”… Se podría traducir como la pasión, la alegría, el ánimo, el entusiasmo o el frenesí por vivir.
En realidad creo que lo perdí hace tiempo. No sabría decir con exactitud la razón por la cual me siento así. Quizás fue volver a una realidad que ya no siento mía, o el sentimiento de soledad que me acompaña desde entonces, o el sentirme incomprendida o simplemente fue este “impasse” en mi vida en el que todo se encuentra en punto muerto, estancado y sin progreso. Quizás incluso podría culpar a mi incredulidad.
Trato de recordar cuándo fue la última vez que sentí mi kefi vibrar en mí. Casi estoy segura que fue cuando realicé un viaje largo. Cuando me perdí para encontrarme. Cuando conocí gente nueva y diferente. Cuando vivía sin planear mucho las cosas y me dejaba sorprender por el día a día.
Eso es lo que me gusta y entusiasma: viajar. A partir de ahora el mundo será mi hogar.  Seguiré descubriendo nuevos lugares, personas, olores, sabores, sensaciones, texturas…
 Después de todo, vivir el kefi se trata de encontrar alegría en los lugares más inesperados. Viajando viví mi kefi.
Es momento de emprender el vuelo…

viernes, 24 de enero de 2014

Esto es todo...


Por Mireya Cerrillo.

Estoy escribiendo una historia y no sé lo que surgirá. No sé si se quedará en el intento de contarlo todo, o si será la breve expresión de lo que hoy me inspira.
No sé aún si es el amor, la nostalgia o el desconcierto lo que mueve a mi pluma a escribir. Lo que sé es que surge de lo más profundo de mi alma. De los sentimientos que no entiendo, de las emociones que no expreso y de las pasiones que se quedan siempre inconclusas.
Escribo sobre mí. Evito escribir sobre ti. Ya no lo mereces. Me siento ultrajada. Me siento desconcertada. Me siento y es que es tanto lo que siento que ya no entiendo todo este sentir.
Es un viaje inconcluso. Es un aterrizaje forzoso. Es un vuelo por emprender. Es el revoloteo en mi corazón y en cada parte de mi ser.
No sé si lo que escribo es una historia o son puros cuentos. No sé aún si es romance, comedia o tragedia. ¿Cómo saberlo? Es muy pronto para reconocerlo. La vida tiene todo  eso y por eso es un teatro. Por eso sufro, por eso lloro, por eso río y por eso y más me acongojo.
Me resulta difícil poner palabras a todo este sentir. Me resulta complicado reconocer todo lo que por ti siento: amor, odio, deseo y desconsuelo. ¿Cómo evadirte? ¿Cómo evitarte? ¿Cómo dejar de sentirte aquí dentro?
A veces creo que el amor es la cura: te droga, te hace feliz, te atonta. Otras me convenzo de que es una terrible enfermedad: se contagia, se multiplica, se hace más fuerte. Cierto es que es un virus que se expande, que no tiene explicación, sólo es. Me pregunto si el amor es para los ciegos o para los que realmente se ven.
Ahí está otra vez el tema recurrente… el que quería evitar pero es que aún estás en mi corazón y mi mente.
Me dedico a esto: a sentir y a escribir. A dejar que la creatividad fluya quizás en una poesía o en una historia que un día merezca ser contada.
Esto es todo...decir lo que siento.

jueves, 9 de enero de 2014

Incondicionalmente...



Por Mireya Cerrillo.

Aprendo cada día a amarte como me pides:
sin condiciones ni limites,
Toda yo me rindo a este tormento
a aceptarte así, sin juramentos.

Te veo realmente tal y como eres.
Valoro tu luz y tu lado oscuro.
Somos estos dos seres
distanciados y en constante apuro.

Me dejo guiar por ti sin miramientos.
Sin miedo y de manera libre.
No hay restricción a lo que por ti siento.
¡Qué osadía dejar que todo esto vibre!

No hay requisitos a mis sentimientos.
No hay dudas ni cuestionamientos.
Este amor no juzga, sólo sueña.
Se inquieta e impaciente te espera.

Incondicionalmente, no reniega.
En la confianza está la entrega.
No hay presión a este aprecio.
Sólo lo que te profeso en estos versos.

Mi corazón está dispuesto
a quererte sin horario ni medida.
Es el más honesto de los gestos,
así te da la bienvenida.

Te quiero más allá de las fronteras.
Quiero amarte sin resistencia.
Mi pecho es tu hoguera
que combustiona ante tu ausencia.

Esto es lo que ofrezco:
un corazón hambriento y travieso.
Así te quiero: único y atento.
Tú constante en mis pensamientos.


martes, 7 de enero de 2014

Promesas...


Por Mireya Cerrillo.

Ya no quiero ni voy a escribirte.
Pero es que incluso en esta negativa
se esconde la intención de querer decirte.
Me mata el silencio, me aniquilan nuestras misivas.

No puedo permitir que seas dueño de mis letras,
Ni que rondes constantemente mis pensamientos.
Finalmente somos sólo distancia y ausencia,
una ilusión, un deseo, mi dulce tormento.

Somos sólo eso: un compendio de música y palabras.
A veces me buscas, me extrañas, me hablas.
Otras te alejas, me anhelas, te callas.
Sólo confundes a mis sueños cada vez que tú me apartas.

No entiendo lo que dices cuando enmudeces.
Ni lo que pretendes con lo que me expresas.
En tus manos están mis sentimientos cada vez, ¡cuántas veces!
Vas, vienes, regresas. Sonrisas, enojos, todo y nada me confiesas.

La verdad es que soy débil para dejarte,
para ser yo quien de ti se aleje.
Me atraes con tu manera de hallarme.
Me distraes con tus manías y enredes.

Y prometo no escribirte, pero mi pluma es más fuerte.
Y deseo no quererte, pero tiñes con tu inspiración mis textos.
Y lo único que anhelo es volver a verte.
Pertenecerte un momento, ser de amor un reencuentro.

La incertidumbre me inquieta de nuevo.
La nostalgia invade mi cuerpo.
Todo se siente real y falso,
tan efímero y ufano.

Y sin querer, me lastimas y me haces daño.
No entiendo qué juego jugamos.
Solo quiero conocer de tu amor el tamaño.
Que sepas que puedo ser tuya si otra vez nos topamos.

Pero no hay reglas, ni treguas.
Sólo ilusiones y promesas.
No puedo cumplirlas sino me dejas.
No soy yo y se me nota a leguas.