"Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven." José Saramago.
Por Mireya Cerrillo.
Cada noche a las 12, Facebook me da el historial de cosas que pasaron ese mismo día hace un año o desde que abrí mi cuenta.
Así, con un informe detallado de mis publicaciones, Facebook me recuerda QUÉ he vivido. O simplemente. Me recuerda que he vivido. (punto) Un acento hace la gran diferencia.
Esas bromas, videos graciosos o motivacionales, los viajes, los amigos, la comida, los pensamientos y por supuesto los sentimientos: desamor, soledad, enojo, tristeza, alegría...
Hace días que observo estas memorias como un reporte cíclico de mis repetitivas emociones y caigo en la cuenta de que no importa el año, la sincronía es la misma. Me pregunto si así será siempre... cada día, mes, año... Así: obnubilado.
Tal vez esa es la función del historial de las redes sociales: hacernos ver, pues estamos ciegos.
Ciegos a las maravillas y también crueldades del mundo.
Ciegos ante la infelicidad ajena y también ante su dicha.
Ciegos al desamor que sentimos y por supuesto, invidentes al amor que inspiramos.
Ciegos al abrazo o la charla que necesita el amigo, y obcecados a no recibirlo si la pedimos.
Ciegos a los que nos rodean...y cegados a los que están lejos.
José Saramago describía mas o menos este tipo de situaciones en su "Ensayo sobre la ceguera". Escribía sobre una sociedad ciega...
Sobre las lágrimas que ciegos derramamos y nos preguntamos si aún hay razones para seguir viviendo. Mas no hay respuestas. Las respuestas no siempre llegan y a veces esperar, es la única respuesta. (José Saramago)
El miedo ciega. El amor ciega. El enojo ciega. El coraje ciega. Y si las sientes todas juntas...eres un invidente.
"¡Fatal ceguera de las pasiones!", diría Marqués de Sade... "por contribuir a mi perdición y por allanar el camino a los extravíos que iban a llevarme al borde de la sepultura..."
Cuesta reconocerlo pero las palabras rompen y corrompen. Las mentiras duelen. Las verdades a veces también... Y las realidades de la vida, con todo y sus melancolías, llevan la responsabilidad moral de tener una buena visión. Pero es cuando el sosiego aprieta, que damos cuenta de la relación entre los sentimientos y los ojos. Por algo los llaman el espejo del alma: la mirada.
Somos ciegos porque estamos hechos también de indiferencia... Y me cuestiono al igual que Saramago: ¿Cuántos ciegos serán precisos para hacer una ceguera?...
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