"Soy mitad agonía, mitad esperanza." Jane Austen.
Por Mireya Cerrillo.
"Cualquiera en su sano juicio se habría vuelto loco por ti..." Una de las frases más emblemáticas de Jane Austen en su libro Orgullo y Prejuicio, novela inglesa por demás conocida en la que Elizabeth y el Sr. Darcy deben madurar para superar algunas crisis y aprender de sus errores para poder encarar un futuro juntos, venciendo el orgullo de El y los prejuicios de Ella.
Quién diría que una novela de 1813 tendría tanto que enseñarnos sobre las relaciones hoy día...
Orgullo, soberbia, vanidad... En contra del más noble de los sentimientos: amor.
Prejuicio, opinión preconcebida, conceptos anticipados que nos impiden ver lo bello y lo sencillo. Por algo se dice que el amor es ciego. Sin embargo, una vez enamorados, nos obstinamos en ver incluso a veces, cosas que quizá no estén ahí: Nuestros propios fantasmas.
"Enamorarse, expresión tan ambigua e indefinida que se aplica igualmente a sentimientos nacidos a la media hora de haberse conocido, que a un cariño fuerte y verdadero..." (Jane Austen). Y justo así me pasó, tan abruptamente al poco tiempo de habernos conocido, y que hoy permanece en un cariño que ni yo comprendo... Mas ya no busco hacerlo.
Y es que hace 9 meses vivo una relación amorosa que como todo, no siempre es fácil. Muchos malos entendidos pero también, muchos buenos momentos compartidos en los que he aprendido que para avanzar, es necesario negociar, ceder y comprometerse con la debida dosis de humildad para ir más allá del "yo" y ser capaces de ver un "nosotros".
Quizá sea que como todo lo nuevo, nos da miedo... Y en mi caso, o en el de Elizabeth Bennet, soy incapaz ya de contener mis sentimientos.
Quiero pensar que a ti te pasó lo mismo: cuando te diste cuenta, ya estabas metido hasta el cuello... Sin querer queriendo, o queriendo sin querer.
Sea como sea, es verdad eso de que los sentimientos embrujan el cuerpo y el alma. Estamos hechizados por algo superior a nosotros, a ti y a mí. Un amor que más allá de tu orgullo, mis prejuicios y nuestros miedos nos permite seguir avanzando un día a la vez.
Cuando leo a Jane Austen me identifico con una mujer fuerte, en contra de las reglas establecidas, con su propia opinión, y si bien tiene su toque de romanticismo, también lo tiene de ironía y locura. Tal vez por eso la primera vez que se publicó su novela en Inglaterra, lo hizo de manera anónima. Y quizá por eso sigue siendo un símbolo del feminismo y un baluarte del amor.
Entonces como ahora, ser una mujer con un carácter fuerte puede resultar chocante si también se tiene sensibilidad y sentimientos. (Otra fantástica obra de Austen, ¡qué ironía!)
Así soy yo. Y El lo sabe. Una mujer fuerte con un toque de ternura. Le agobia (o al menos eso dice) mi romanticismo, pero una vez más citando a Austen: "no hay encanto igual a la dulzura de corazón..." y admira mi fortaleza: "Tenia inteligencia y buen juicio, pero era vehemente en todo; ni sus penas ni sus alegrias conocían la moderación". Y así, en ese incomprensible combo loco de una dualidad extrema, me ama. Y tal como en la novela, "podría perdonarle fácilmente su orgullo sino hubiera modificado el mío." Pues "tú pusiste mi mundo patas arriba...y me enamoré."
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