"Qué pequeño recipiente de tristeza somos, navegando en este apagado silencio a través de la oscuridad del otoño." Jhon Banville.
Por Mireya Cerrillo.
Otoño es por muchas razones mi estación favorita...tan como yo que me devuelve a la vida en cada tarde llovida.
Quizás sea eso: sus días de chubascos o la baja niebla. O el frío que anuncia el preámbulo del invierno, pero que ya se siente en el viento con cada soplido y en cada suspiro de los céfiros.
Los "venti", dioses del viento que en México dejan de ser mitología pues traen consigo la magia de otras travesías. De seres de otros mundos, pues se cree que se abren portales que dan llegada a las brujas y sus hechicerías y a los difuntos y sus misterios.
Lo que más me gusta de esta estación son las hojas que crujen al pisarlas y recuerdan que "los sollozos más hondos del violín del Otoño son igual que una herida en el alma de congojas extrañas sin final." (Paul Verlaine).
Otoño gris y naranja. "¡Cuánta belleza suelta!", escribiera Octavio Paz.
Lo que en mí muere, el otoño lo despierta, lo que en mí era negro, el otoño lo cambia de color e incluso a veces entre nostalgia y nostalgia, me alegro y reintegro.
Este frío que arde se lleva al infinito mi pensamiento que estremecido por el viento, es encantamiento al corazón que no conoce de razón.
Está la tierra húmeda y mojada y tiembla la melancolía plena de saudades con nombre... Ahí está su tumba junto al gran sauce que se inclina y cuenta su historia que no es poesía, que es pura calma y frágil ternura. Descansa en paz Abuelito.
No es lo que veo, es lo que siento: que tú vendrás a visitarme y con suerte en la frente me darás un cálido beso y un deseado consejo.
No es lo que siento, es lo que percibo: que la vida es un fugaz momento, y que la muerte es el otoño de la misma que poco a poco pierde su aliento.
¡Escucha lo que el viento te dice!. Distingue de su escalofriante voz su belleza, pues nada es tan precoz como los recuerdos en el suelo, y nada tan esperado como ver el reflejo de tu angelical memoria en el cielo. Tuviste que irte en otoño, y agotados de llorar tu memoria, algo hay en el ambiente que trae caricias de antaño, que me llevan a otro plano a sentir de ti otro cálido abrazo.
Las brujas divagan entre los muertos, cada quien con sus encantos y secretos. Con sus calderos o con sus esqueletos. Volando en escobas o flotando en congoja, es el otoño para los vivos y los muertos un árbol de vida que se deshoja.
Y yo me quedo embelesada con los atardeceres que el otoño me regala, con su frío y días grises que me cautivan, y aunque disfrute cada día...es tu ausencia la esencia que me marca con condolencia.
Así es el otoño: de frío, de hojas secas y el fulgor aún vivo de tu mirada.
Así mis brujas hechiceras que juegan con el amor y el destino.
Así mis muertos que duermen y despiertan para un día de juerga que no vaticino.
Así soy yo: ráfaga y broza, gélida pena, tono y esta ligera prosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario