miércoles, 29 de junio de 2016

Autodestrucción...

"Amarte a ti fue la más exquisita forma de autodestrucción." Mario Benedetti.

Por Mireya Cerrillo.


Tengo cierta tendencia al quebranto.
A ser irresponsable y descuidada conmigo.
A estallar en enojo, tristeza y llanto,
y deteriorar mi cuerpo y mi alma en suplicio.

Yo que soy tan tozuda,
actúo sin pensar y sin sentir.
Y buscando un ser que me proteja
antes de que yo me llegue a herir,
termino en situaciones lastimosas y complejas.

Desolación y menoscabo.
Autodestrucción.
No hay motivo ni razón.
Solo una cabeza que no comprende,
y un corazón despechado y en profunda desolación.

Soy psicópata sin remordimientos.
Y una aprendiz de suicida sin agallas.
Carezco de amoroso sustento
para mis mil emociones que estallan.

Rara vez me arrepiento.
Y es que es tanto lo que por ti siento...
Que yo misma lo enveneno,
y en tormento lo violento.
Te hostigo. Me ciego. Me fragmento.

Necio y tonto corazón.
¡Estúpida y maldita devastación!
Pudiera acabar todo en un impulsivo momento,
en el que lo único que desearía eran tu olor y tu cuerpo.

¡No eras tú! ¡Era tu recuerdo!
¡Era otra mirada! ¡Era otro deseo!
¡No eran tus brazos ni tu aliento!
Era yo desesperada con un mudo lamento por dentro:
mi imposibilidad de decir No, por temor y miedo.

Anhelo tu manera de amarme...
Me duele mucho tu silencio
y más me lastiman tus palabras.
¡Es tan fácil dañarme!
y difícil de creer cuando en la intimidad me decías: te quiero.


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