Por Mireya Cerrillo.
Y poco a poco te fuiste apagando.
Esfumando una presencia que sentí reacia desde el inicio cuando fue dudando.
Intenté...o quizá lo intentamos... más no fue suficiente para decir: nos quedamos.
Tú siempre enojado y hesitando... con ideas falsas que siempre consideraste ciertas.
Y yo soñando ilusionada dando tanto para nada.
Hoy es un nuevo día. Hace un mes que por tercera vez me dejaste y no he llorado por ti, al menos no como antes.
He berreado por el desencanto y tus palabras que a mi corazón dañaron: todas mal sonanantes.
Nefastas cosas que sin pensar gritaste e hirieron a esta tu amiga, tu amante, tu todo y tu nada.
Ahora uso lentes y veo más claramente lo qué ha pasado.
Siempre doy y espero demasiado.
Ahora escribo porque quiero y no porque la tristeza me obliga.
Es domingo y no me quiero morir porque si así fuera, en mi propio llanto me ahogaría.
Una cosa es cierta: quizá soy más fuerte de lo que pensaba, y me pregunto si era verdad lo que sentías cuando me tocabas.
Dímelo por favor: no hay más palabras. ¿Fue un error? o acaso, ¿había cierto amargo dulzor al que me acostumbré sin querer?... o porque con clamor así lo quería.
Me cuestiono: ¿para qué... por qué...? y sólo sé que como dice la canción: intento no vivir por vivir, ni amar por amar. Y demasiado pensar... pero es lo que mejor hago.
Lentamente, así como supe querer, aprenderé a olvidar. Y a no llorar tanto...prefiero que se convierta en poesía y canto.
Así le escribo a la luna, a la soledad que me acompaña y enseña como ninguna a convertir el dolor en letras con encanto.
Porque poco a poquito... volveré a ser Yo, así sin ti... porque así: desde hace tres años siempre lo fue. Y seré, floreceré y quizá otro día: también amaré otra vez.
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