Por Mireya Cerrillo.
Inicia lentamente
en una aspiración profunda,
recorre mi
pecho y llega hasta el alma.
Espiro amor
y desconsuelo,
pesar y
nostalgia en un tenue soplo.
Un evoco cubierto
por la neblina del pasado,
que a veces
gozo y esperanza para mañana lleva.
Ayer: pesadumbre,
hartazgo y pena.
Hoy: un
adiós, silencio y llanto.
Este constante
y fuerte sentir mío,
es un
pensamiento que se volvió aire.
Todo lo que
dentro de mí rememoro,
lo que a
este loco corazón inspire.
Es un
suspiro el despertar de una agonía.
La expresión
de un latir suave y tenue.
Es mi ser que
de amor delira.
Es el final
de una risa que ligeramente muere.
Es una historia
de amor breve
que se
resume en una poesía:
ligera, triste
o alegre,
es el
viento del alma mía.
La vida inicia
con este sutil quejido.
El amor se enuncia
mejor con ese alegre y final gemido.
La nostalgia
busca su salida en un triste sollozo.
La muerte llega
con este efímero lamento.
Existir es un fugaz suspiro. Es todo esto que vibro.
Mientras me
esfuerzo por mostrar una sonrisa falsa,
la vida pasa
cual las páginas de un inquieto libro,
con episodios
ardientes para quien ama.
Son los
besos que se quedaron en promesas.
El reencuentro
que se convirtió en deuda.
Tierna brisa
de amor mi desventura.
Este sin
aliento del que ahora soy presa.
Suspiro una
queja.
Suspiro mi
condena.
Suspiro la
distancia.
Suspiro tu
ausencia.
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