jueves, 1 de noviembre de 2018

Conversación breve con la muerte...


Por Mireya Cerrillo.

 “Cuando mi voz se calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando” Tagore



Estaba oscuro y la luna brillaba como nunca.
Era noche de brujas y hacía un raro calor frío en el ambiente.
Ella no podía conciliar el sueño de pensar en los no presentes, 
así que decidió hablar con la muerte.

Hola le dije, amigablemente y como siempre.
Hoy otra vez la pienso y lamento a aquellos en silencio y ausentes.
¿a los enterrados te refieres?
No, a los vivos que se alejan. 
A los del medio que nos apagamos y a un rayo de luz queremos colgarnos,
y a los que se aferran a su lecho por miedo al desasosiego.

Sabes, hoy sólo quería verte y platicarte:
Darte un mensaje para mis ancestros y sobretodo,
rogarte que un motivo me des para quedarme.

“El sinsentido es lo que te mueve”.
Pero, ¿qué hago con estos sentimientos?:
Es que lo pienso y lo echo de menos.
De verdad la extraño y necesito.
Insistí tanto en ser recuerdo, que me convertí en olvido.

¿Cómo me acostumbro al olvido?
¿A la quimera del exilio?
¿A la memoria ingrata que busca refugio y asilo?
¿Cómo deshago lo dicho, lo sentido y lo vivido?
¿Cómo desahogo mi llanto dentro de los límites de lo permitido?

“Con el perdón, la distancia y el silencio”
¿Pero, que no es cuestión de tiempo para recuperar lo perdido?
No lo sé, de verdad no lo entiendo.
Todos tenemos nuestras batallas y desesperanzas, 
Y siempre creí que esos momentos eran mejor compartidos...
Pero ahora, veo individuos y soledades, y diálogos rotos consigo mismos...
Que me da temor ser plegaria, la llamada Santa Muerte...

Debo dejarte... Esta noche libero a las almas de los buenos,
los malos se me escapan y debo controlarlos.
Gracias por la escucha y el consejo.
Espero reencontrarte en el Valle de los Muertos...







lunes, 2 de julio de 2018

Edicius...

"Los ángeles pueden volar: ella saltó y voló."

Por Mireya Cerrillo.

Me estoy apagando poco a poco y nadie lo ha notado.
Como una vela que ha perdido su luz, ya todo ha cambiado.
Veo la belleza del fuego en un tono azulado.
A tu lado no estoy y un anhelo más se ha disipado.

Estoy sola, lo he asumido y lo he decidido.
Me ahogo en llanto, pero ya no hay más por hacer.
Es un sollozo sin lágrimas, es un nudo constante en la garganta.
Sí, ¡me he dejado vencer!.
¡Ya no quiero querer!
¡No puedo así estar y mucho menos ser!

Ya no hay mano amiga, ni oído escucha,
nada ni nadie me ata ni me detiene.
Nada vale. Es mi batalla y he decidido perder.
He desertado. No daré más pelea ni lucha.
Estoy harta de contra mi misma contender.

He dicho todo lo que quería,
y lo demás: seguro lo he escrito.
Mi alma brillante y sombría
ha exclamado el último grito.
Y me siento en paz, estoy tranquila.

Me estoy extinguiendo tan lentamente, 
me he abandonado a los brazos de la muerte,
¡Bendita mi suerte! ¡Abrázame y no me sueltes!
No duele y nadie lo advierte.
Muerta en vida: soy un fantasma que no siente.

A ti quisiera sacarte de mi mente,
si acaso perdonarte y mejor aún: olvidarte.
No haberte conocido y así antes
haber fenecido. 
Eras un pretexto, jamás fuiste un motivo.
Una sinrazón para el olvido y el exilio. 
La quimera que no reconcilio.

Lo admito: la vida no es para mi.
Esta no, quizá en otra sea más fuerte.
Esta, simplemente no me gusta ni me parece.
Dirán que fui cobarde y que huí.
Mas me sé valiente: de haber amado,
y orgullosa de mi viaje que doy por terminado.

¡Cobarde tú! ¡Cobardes Ustedes!
Por no haberme amado, 
por haberme desperdiciado.
Porque no hay nada peor que un talento desaprovechado,
que un amor malbaratado,
que una mujer con un pábilo malgastado.

Y si quieren saber realmente: ¿por qué me voy?
Aludidos no se sientan. No existen nombres ni apellidos.
Sólo mil y un sin motivos,
pues para desistir no hay culpables.
Sólo yo y mis dudas y demonios.
Mi cabeza con sus ideas
y un constante adiós que hoy es definitivo.

No hay más cartas de despedida,
no habrá dramas cortavenas,
sólo un apacible sueño infinito.
Déjenme descansar les pido.
Permítanme volar con estas mis alas 
y ser parte del divino viento.

Soy un instante.
Soy un soplo.
Una efímera sonrisa 
que se quedará contigo
si tú quieres.
En esa brillante estrella,
en el conejo de la luna,
en la bóveda celeste,
en una cornisa del universo.

En mis letras,
en un beso,
un abrazo,
una palabra,
un poema,
ahí me quedo.
¡Así permanezco!.

Sonríe, vive y déjame ir...
Porque así lo he decidido,
y rota y fastididida:
edicius...

viernes, 1 de junio de 2018

DIARIO DE UNA PRINCESA REBELDE (PARTE III)...


"El poder de las palabras puede resultar amargo y a la vez liberador." Markus Zusak

LADRONA DE LIBROS ó BIBLIOCLEPTOMANÍA
Por Mireya Cerrillo.

"Al cabo de un tiempo, la niña se convirtió en ladrona que robaba libros y regalaba palabras..." Con ellas escribía su historia: a veces triste, y otras hermosa, siempre buscando entender y aprender nuevos vocablos. 
Así era ella: con una divertida cabellera de rizos rebeldes, con lentes para cubrir esos  ojos soñadores de mirada triste y de toque intelectual, y con una amplia sonrisa que escondía sus más oscuros pensamientos. 
Estoy segura de que el primer libro que se guardó a escondidas en la mochila fue un pequeño diccionario de italiano. Un menudo ejemplar de unos 10 cms con el que aseguró que el tercer idioma que aprendería sería Italiano porque quería entender a las grandes óperas de Verdi y Puccini, transportarse a La Scala de Milán, o esconderse detrás de una máscara en Venecia, quería comprender a Dante, y sobretodo, ser tan fuerte como Oriana Fallaci y quizás, ser capaz de recitar como Benigni. 
Un diccionario le abrió las puertas a otra lengua y a otra cultura. Quién diría que años más tarde en una trattoria de Florencia encontraría su palabra italiana preferida: "la mangiatorina", pues en ella se encierra la ternura del uso del diminutivo, con ese tono cariñoso pero también tal vez de manera irónica pues mangiatorina por cierto, quiere decir: "la tragoncita". Nada más cercano a su realidad.
Susto que se llevó cuando aquella noche de pizza y vino, y después de haber pedido todos los postres de la carta: la cocinera salió interrogando a grito italiano: Chi é la mangiatorina? Con temor pero con certeza, levantó la mano con orgullo y exclamó: Io sono. (yo soy)
Austin Kleon en su libro sobre la creatividad y bajo el título: "Roba como un artista", da 10 básicos consejos para descubrir nuestro lado artístico.
Lejos del propósito del libro, el título es una expresión que invita a reflexionar sobre muchas cosas: La primera es aquella frase que dice: "una mente pobre, no roba libros", "robar libros no es robar", o "los libros son de quien los lee".
La Bibliocleptomanía lleva en tan complicada palabreja: la descarga adrenalínica del delito cometido, así como el halo romántico del hurto intelectual. Porque pensemos bien, ¿quién roba libros?. ¿Quién tiene el hambre insaciable de saber más que no puede esperar a ahorrar y simplemente en un descuido lo hace suyo?. Es el cómo, es el cuándo, es el qué, el dónde... No el por qué.
Ya que entre las páginas de esos libros "tomados" se esconde quizá el antídoto contra el olvido de amores turbulentos, la frase que te marcará de por vida, o el bálsamo del tiempo que dedicaremos a ellos para mitigar dolores de otros libros, otras historias y otros tiempos. Pues en los libros nos enamoramos de las palabras, de los personajes y de su alma que se fusiona con la nuestra, y es ahí donde nos encontramos a nosotros mismos, en el corazón de  los protagonistas que se vuelven parte de nuestra memoria.
Porque, ¿quién no ha hecho suyas palabras de amor de grandes poetas como Benedetti o Neruda, frases inmortales de Shakespeare o Cervantes, o identificado como su verdad, la mentira o ficción de un personaje?...
Roberto Bolaño, el gran bibliocleptómano del siglo explica que es un arte el robar libros. Dice que es algo así como un gremio donde se funden el arte y el crimen sin ningún otro castigo: que tener más libros que tiempo para leerlos. ¡Vaya condena!.
Dictaba una inscripción en las bibliotecas eclesiásticas de la Edad Media:
"Que el libro robado se transforme en serpiente y te devore"
Dudo mucho que sabiendo hoy que la serpiente significa renovación, tuviera pavor a la excomunión proveniente de devorar un libro.
Declara el bibliotecario: "Hay tantos tipos de ladrones de libros, como libros". Será que, ¿no es lo mismo robar un diccionario de italiano a los 10, que uno de catalán a los 20, o de francés a los 30? Cabe añadir, que en el ínter se hizo de un diccionario de neerlandés pretendiendo entender un amor tan errante y complicado como el idioma. 
Por cierto, su último asalto quizá haya sido hace unos años un chingonario, porque también hay que entender lo propio.
El propósito de tal delito lleva en la sentencia el reconocer que sabes menos, y que quieres saber más.
Dicta un autor argentino: "Cuando se roban libros, uno piensa y actúa, y de algún modo, uno lee y escribe".
Pero por favor, no juzguemos a la ladrona de libros, esa que no es amiga de quien pide prestado libros y  dolosamente no los devuelve. 
Y mientras ella se imagina recorriendo el Cementerio de los libros olvidados de Carlos Ruiz Zafón en medio del Born en Barcelona, para evitar que algún autor caiga en el infortunio del abandono, piensa que quizá en su próxima estafa deba adquirir: Manuale d'amore, porque quienes mejor que los italianos para entender sobre la pasión y  la dolce vita.
Después de todo, nuestra ladrona de libros "hurta" para saber, para aprender y enseñar... Pero especialmente, para negarse a la tristeza, para entregarse a un amor nuevo aunque se rehúse a uno verdadero, y para dulcificar con palabras el significado de todo. Porque leer es lo único que no le cuesta y que la puede contener en sus momentos de flaqueza. Así como robar es la adrenalina, leer es la tranquilidad y la paz deseada.


lunes, 28 de mayo de 2018

El nombre del amor...



Por Mireya Cerrillo.


Una entrada más sobre el amor, y yo que me prometí no darle tiempo ni espacio a eso y aquí estoy.
Hoy vi una película que está catalogada como comedia, no obstante, en la comedia está el romance. O viceversa... ¡Qué ironía!.
El caso es que me invitó a la reflexión que comparto ahora, pues si bien ha habido miles de autores que han intentado describir el amor, la definición que hasta ahora me gusta más es: "El amor es sólo una palabra hasta que alguien llega y le da un significado." (esta frase puede ser atribuida a Cohelo o a James Earl Jones en sus famosos libros de Christian Grey, ninguno de los dos mi autor preferido ni mucho menos). ¡Qué cosas!.
A pesar de ello, opino que es una afirmación verdadera. El amor puede ser tantas cosas, pero siempre nos evoca un nombre. O un momento compartido con alguien...
Y así es esto: para mí, el amor por mucho tiempo significó tú, y creo que hasta cierto punto lo sigue siendo, porque es imposible no ver la inicial de tu nombre, o rememorar algún instante o lugar sin que surjas tú en la ecuación. Tú en una frase, tú en una canción, tú en un símbolo, en una palabra, tú que en esta pequeña ciudad estás por todas lados, y quizá por eso prefiera el exilio o el encierro: para evitar verte. Pero es imposible, pues incluso mi casa me revive decenas de momentos juntos, o simplemente mi cuerpo me alude a ti. Algo tan íntimo y tan mío... ¿cómo puede ser?.  Y eso es lo que lo hace  tan triste y difícil. ¿Cómo "cambiarle el nombre al amor"?, ¿cómo quitarle tu significado?. Es complicado.
Hace poco me preguntaban: ¿cuánto tiempo dedicaré a este duelo?. No lo sé con exactitud, pero al menos dos cosas a lograr son importantes para decir: ¡sobreviví!. 
1. Quitarle tu nombre a mi concepto del amor.
2. Aprender a que tus palabras y ausencias ya no me duelan.
Y dicho sea de paso, añadir una 3a. Ponerle mi nombre y significado al amor. Algo aún más difícil.
Cuando eso suceda quizá esté lista para la siguiente catástrofe.
También alguien me dijo que recurro al pensamiento suicida para evadir mis momentos de frustración, pero que sé que no lo haría.
Quizá eso es lo que quisiéramos creer: que el suicidio es sólo un pensamiento de un momento y que se va a ir mañana, o en un rato, o con terapia. 
Pero no, la verdad es que la obscuridad y tormenta dentro de mi mente es muy fuerte cómo para poder controlarla con ver luz en todo cada día. Las sombras que se vuelven más negras, la incertidumbre que crece y la ofuscación que me impide ver lo vuelven todo muy ambiguo.
Hay una serie que se puso de moda, 13 reasons why... y al final de la 2a temporada hay un capítulo dedicado a: the reasons why not... Evidentemente habla sobre las razones para cometer y evitar el suicidio.
Y es que a pesar de las razones para no hacerlo... siempre ganan los 13 motivos.
Entendiendo que entre razones y motivos, existe la diferencia de la razón y la emoción, y e ahí donde pierdo claridad... ¡Qué pena no!.... 
Este es el nombre del amor: algo siempre con un mal final y trágico. Desde Psique y Cupido, Romeo y Julieta y hasta tú y yo: al final ella muere.

miércoles, 23 de mayo de 2018

El último adiós...

"Te digo adiós, y acaso con esta despedida, mi más hermoso sueño muere dentro de mi... Pero te digo adiós para toda la vida, aunque toda la vida siga pensando en ti." José Angel Buesa


Por Mireya Cerrillo.

Y me despedí, sabiendo que quería quedarme... Sin embargo, querer quedarse no es razón suficiente para permanecer. Ya lo dice aquella frase: "Es doloroso despedirte de alguien a quien no quieres dejar ir, pero es más doloroso pedirle que se quede cuando lo que quiere es irse."
Lo más triste para mi, ha sido que yo en realidad no tuve la oportunidad de decirte adiós, de verte una última vez para probablemente en ese momento, intentar convencerte del error que estabas cometiendo. Porque "mandar a alguien muy lejos", por teléfono o mensajes, no es precisamente la despedida que esperaría merecer después de tanto, y después de todo.
He sido una necia tantas veces, he detenido mi impulso a escribirte o buscarte en diversas ocasiones desde entonces, y ahora temo el día en el que en esta ciudad coincidamos nuevamente.
Has sido un egoísta y un terco, pues sólo crees la verdad que te venden y no la que te explican con evidencias.
Hemos sido unos idiotas por querer intentarlo y seguir adelante cuando ni siquiera debimos hacer esa estúpida promesa de "un día a la vez", pretendiendo escribir "un para siempre".
Quizá es cierto que nos idealizamos demasiado, más, ¡qué irónico! que lo que más te gustaba de mí, sea lo que ahora detestas: mi carácter fuerte, mi inteligencia, mi veracidad y tenacidad.
Y si bien disfruté y gocé tu presencia, tanto que me acostumbré a que me doliera menos con cada ausencia, tal vez por eso, aquí te quedas de algún modo.
De algún modo que no puedo ni quiero volver a pensar en el amor o enamorarme o permitirle a alguien entrar en mi vida de la manera que lo hice contigo. Eso ¡jamás!.
Te quedas en la letra de un brazalete, en las cenizas de aquellos bellos mensajes, en las fotos y vídeos donde actuábamos como idiotas, en la arena de aquella playa, en el vídeo en el que te profesé mi amor desde cada rincón de mi mundo conocido. En nuestro idioma, en los cafés y las donas, y en las sábanas de aquél motel o nuestra cama. Y sobre todo, en ese rincón de mi corazón que se ha quedado seco, agrio y enojado.
Te quedas en mi cabeza haciendo eco de momentos que eran dulces e íntimos y ahora sólo son malditos recuerdos que traicionan mi capacidad de amar y sentirme amada.
Te quedas de tantas maneras, que me había tomado estos meses de silencio para  hasta ahora escribir el último Adiós.



Es la última vez que te escribo, que te dedico un espacio o un momento. ADIÓS. Fui de ti pero ya no. Me duele y me resigno, pero me voy para siempre...


domingo, 18 de marzo de 2018

Violencia de género...

"Que el miedo no te impida denunciarlo, pues si te maltrata y no haces nada, estás dejando que lo haga." Anónimo.


Indignada de nuevo, me siento insultada como muchas de mi género.

Me siento enfadada de saber que ni a beber o al gimnasio salir puedo, porque represento un fácil blanco para los hombres que van buscando sexo no consensuado o de a perdida, "haberla matado". Y si vivo o muero, no sólo la sociedad me critica y juzga diciendo todo aquello que según ellos, "hacer no debo".
Me entristece saber que soy una estadística de la violencia de género: porque me hieren, me engañan, me aplican la ley del hielo, me ridiculizan y ofenden, humillan y amenazan.... Mi hermano mayor me golpea jugando, he sido aislada y también abusada física, psicológica y sexualmente. Violada y ultrajada.
Y si según el violentómetro estoy en el número 27, estoy también a 3 de ser asesinada.
Debo decir la verdad, no es la muerte la que me espanta, es pensar que mis padres no volverán a verme ni siquiera para despedirse dignamente y que sepan que si bien tal vez morí, mi cuerpo sea un ejemplo más de una lucha que como tantas también perdí.
O quizá logre escapar de mi agresor y de cualquier manera, ser juzgada por una sociedad que piensa: que no debo andar sola, ni vestir tan singularmente, y mucho menos, salir de noche tal y como están las cosas. Ese no es el problema, el conflicto o el dilema es cómo pensamos en conjunto como sociedad, sin hacerlo "un inconveniente" de todos ni buscar soluciones que nos beneficien a aquellas que vivimos con miedo en el corazón y la mente.
Porque sí, admito que tengo pavor de sentirlo tan cercano, no sólo en mi pequeño gran círculo de mujeres que también se han visto insultadas y vejadas. Pues no se trata de una mas o una menos, sino de gritar: "Ni un victimario más". Los queremos lejos de nosotras, de todas y cada una. ¡Vivas nos queremos! Esto no es un juego. Es algo bastante serio, pues debemos vivir sin miedo, sino con ilusiones y sueños.
Todas tenemos una marca cuando una de nosotras es maltratada. ¿Tú cuántas tienes? Si es que las has contado, dime ciudadano: ¿hasta cuándo?, ¿Cuántas más o cuántas menos?
Decía Elie Wiesel: "Ante las atrocidades debemos tomar partido. La posición neutral ayuda siempre al opresor, nunca a la víctima." Y en la violencia de género no hay solo una víctima, sólo crueldades incontables. ¡Basta YA gritamos! ¡Vivas nos queremos! Es oficial y hay que hacerlo viral.
¡Queremos alerta de género!, pero también la seguridad de que podemos caminar solas a cualquier hora, sentir que hay luz entre tanta oscuridad de desasosiego, que hagan y hagamos algo os lo ruego.
Por mí, por ti. Por tu prima, sobrina, abuela, esposa, hermana, tía y aquella mujer que te dio la vida para poder vivirla sin temor, sino para que cumplieras metas risueñas y tomarás el riesgo de crecer, no de caminar pensando: " a ver si regreso". ¿O acaso no tienes madre? Te pregunto porque sinceramente no me cuadra tanto desmadre.
Por ellas y por nosotras, es que simplemente no concibo este sangrerío ni esta fuga de cerebros, porque quiero pensar que de pequeñas aprendimos a que no está bien vivir con pavor. Al contrario, hay que vivir con amor y humor, al menos eso a mí me enseñaron y lo mismo quiero para las mujeres que no se doblaron y continúan luchando. Por mis sobrinas que están creciendo y que no quiero que sientan miedo.
¿Cuándo entenderán, que no se trata de feminismo contra machismo? Sino de igualdad, equidad y respeto a nuestros básicos derechos.
¡Vivas nos queremos!, ¡Vivas nos queremos!, ¡Vivas nos queremos!...


DIARIO DE UNA PRINCESA REBELDE (PARTE II)

"La desobediencia es mi alegría." Princesa Margarita.


CAPITULO II
Por Mireya Cerrillo.

Quizá nuestra princesa guardaba muchos sentimientos, pues en el camino se encontró con la belleza de un majestuoso volcán no muy lejano a su reino. Observó que cada determinado tiempo, el volcán vaciaba su frustraciones y enojos en forma de fumarolas y ceniza o incluso de lava que inflama, como las palabras hirientes al decirlas.
En su viaje, también aprendió que la lluvia moja, pero puedes cantar debajo de ella, que la nieve hiela, pero puedes jugar con ella, que el sol quema, pero puedes protegerte de él. Y que, si bien no había mirado de cerca la luna, a ella le debía noches de inspiración e insomnio.
Como buen ella lo dijo, el viaje le sirvió para conocerse mejor y aprender sobre otros tantos reinos más antiguos que el de ella. Fue capaz de vivir sin miedo, sin protección a cada instante, incluso sin perdón y sin permiso… Y lo que más le gustó de su experiencia: es que en esos tantos viajes de ensueño, sentía que era la pieza de un rompecabezas gigante donde podía ser, sobre todo: ella misma. Sin recelos ni ataduras. Escribiendo y reflexionando como una más en un mundo de seres pensantes. Después de todo, ahí, en esos suelos que pisaba, se habían iniciado revoluciones del intelecto que cambiaron el rumbo de lo que ahora llamaba mundo, y no sólo un pequeño reino.
Esta aventura le hizo darse cuenta de que eso que callaba, ya no le daba miedo, ni le ahogaba y dio riendo suelta a lo que la mente hace tiempo le ocupaba. Y así conoció a la Muerte, con quien regularmente tenía contacto y le escribía cartas, peticiones y súplicas como esta:


Querida Catrina,

Le escribe una joven amiga. Podría llamarla "la muerte", "la flaca", pero la verdad es que "la Catrina" me resulta más familiar y elegante.
Me resulta difícil empezar a escribirle a Ud. que ha sido tema de debate en más de una tertulia. A Ud. que se ha llevado a los más queridos. Y a Ud. que suscita muchas preguntas que uno va respondiendo cuando ya está aquí cerca de nosotros. Así que más o menos nos conocemos.
Ud. es un miedo arraigado, y para nosotros los mexicanos una fiesta que vemos con descaro. Y yo soy una suicida in ratio porque in practicum ya lo hubiera intentado. Es decir, la pienso pero no la actúo. En pocas palabras, la deseo. Sí, la anhelo más de lo que ansío a su contraparte: la vida.
Debo admitir que la he evadido un par de veces. ¿Destiempo o suerte?. Y como ya dije, la he evocado otras tantas. ¿Desganas o desesperanza?.
Sea como sea, sepa Ud. que no le tengo miedo. Ud. no me atormenta ni mucho menos. Al contrario, me parece que es Ud. el único misterio descifrable y que una vez descubierto, no podemos compartir. Honestamente, Ud. me incita constantemente. 
Si bien acepto que el fin de la vida es la muerte, es una ingratitud para los que a bien tenemos de "celebrarla", que Ud. se lleve a los nuestros con todo y su alma. Porque puedo entender que se lleve su cuerpo, pero no su esencia, no los recuerdos... y eso es lo que a los que nos quedamos, nos mata. 

Pero no le escribo para reclamarle. Simplemente, me pregunto si yo le llegaré como regalo o si Ud. vendrá por mí cuando deba... Si será mi decisión conocerla o será una imposición encontrarnos. Si será algo trágico y ensordecedor o sutil y suave como un beso.
Ahí radica la excelsitud del misterio. Es un enigma y entre Ud. y yo será un pacto y un secreto.
¿Sabe? yo pienso en Ud. desde que tengo al menos 12 años. Sí, desde entonces ya ansiaba conocerla, y míreme ahora, con 30 años y Ud. es la única constante en mi vida. Debería sentirse halagada. Quizá por eso me tienta, para engrandecer su ego y vanidad y nada más.
Dígame, ¿de qué se trata todo esto?. ¿Acaso un suicida es para Ud. un juego de azar?, ¿una apuesta con la vida?, ¿un siniestro o una fortuna?... 
No quiero ser dura con Ud., no me mal interprete. Después de todo, gracias a Ud. descubrimos lo mucho que amamos a alguien o la mucha falta que nos hace...aunque ya sea demasiado tarde. Lo que sucede es que quisiera entender a profundidad el papel que Ud. tiene en la mente de esta alma suicida. 
Por eso, y mientras lo entiendo, quisiera ofrecerle hacer un trato con Ud. Uno en el que yo respeto su espacio y Ud. respeta mi tiempo, pero la verdad no quiero apostar, y menos a mí. Sé que perdería pues no confío en mí. Es tan arriesgado vivir que Ud. representa a veces, la única salida.
Sin embargo, algo sí quisiera pedirle. Cuando le entregue mi vida, (si así lo hiciera), tómela sin miramiento. No me regrese. Créame, la respeto tanto que por eso no la tiento. No quiero jugar con Ud. De verdad deseo que al encontrarnos Ud. me de un frío beso de bienvenida y nada más... Nada más.
No pretendo asumir que a Ud. le importará respetar este sencillo acuerdo, pero sé que dado nuestro historial y el respeto que Ud. muestra a quienes tienen a bien escribirle, quizá me otorgue lo que aquí le he solicitado.
De antemano Gracias y ayúdeme a entender por qué es que somos tanto suicida por ahí deseoso de conocerla y Ud. llevándose a quien no debe...


No sólo cartas le escribía, sino también una que otra rima:

Les voy a confesar algo:
He deseado morirme hace ya bastante años,
Que no sé qué hacer con tantos pensamientos extraños.

La verdad, no sé por qué no lo hago.

Mi miedo se convierte en parálisis. 
Y entonces me quedo así:
En el estrago de mi propio análisis.

Tuve una conversación con la muerte. 

Quería que le hiciera una calaverita a cambio de que ella diera paso a que me hicieran mi esquela. Finalmente.

Se quedó pensando...

Quizás acepte. 
Mi idea es buena. 
Ya no quiero seguir luchando. 
Y ella sólo quiere tenerme. 

¿Cuál es el problema Mireya?

¿Por qué te sientes tan triste, sola e indefensa?
Porque no comprendo la vida y aún guardo secretos que me hacen daño  día a día. 

No me siento yo. ¿Quién soy, qué soy?... Me siento vacía.

Sigo sin entender de qué se trata realmente esta puta vida.

¿De amar, de ser, viajar, querer...?

Ya lo hice. Déjenme irme.
Ya no quiero sentir que sobrevivo sin ningún sentido. 
No me digan que me quieren porque por un rato, aquí me detienen. 
No me digan que me echaran de menos, cuando poco es lo que nos vemos. 
Y al final, no me entienden.

Lloro de día y de noche. 

Entre libros y sueños.
Sin ningún motivo...
Tengo deseos de desaparecer simplemente. 

No soy nada. No soy nadie.

No sé para qué respiro.
Busco algo que me irradie
y que su luz me de un giro. 

Pero ese momento es un suspiro...

Quiero más. Quiero todo. Quiero nada. 
Quiero sentir que vivo... de algún modo. Mas tengo un corazón frío.

Soy suicida de pensamiento. 

Soy mi mayor riesgo. 
La voz en mi dice: será rápido,
vete y desaparece. 

Más algo me lo impide...

pero no por mucho tiempo.
Viene la peor temporada del año. 
Y quizás en un descuide... por fin me suicide.

Sólo lamentaría no haber escuchado de sus labios un te amo sincero. 

Y hasta eso: quizá lo dijo... y oír no pude por miedo. 

Ese maldito miedo. 

No me durará por siempre...
Soy mi mayor riesgo. 
Y entre tanta duda constante,
de una cosa estoy segura:
me dejaré llevar y por favor, no pueden ayudarme, no intenten detenerme.

Más la muerte tenía una singular manera de contestarle: re conectándola con la vida de repente... sin entenderlo algo o alguien la convencía.

La princesa se había vuelto quizá más oscura, más triste, pensaban todos en el reino, y por eso comenzaron a alejarse de ella y a llenarle la cabeza de ideas de que alguien así de loco y enfermo no tenía cabida en ese reino, más sus padres entendieron después de tanto desasosiego, que ella había sido así hace demasiado tiempo pero contarlo les daba pena como a ella miedo. Así comprendió que debía salir nuevamente de esa burbuja que le ahogaba y regresar a donde había sido feliz aunque fuera por un tiempo... (continuará).


EL DIARIO DE UNA PRINCESA REBELDE... (PARTE I)


"A veces es la princesa quien mata al dragón y salva al príncipe".

CAPITULO I

Por Mireya Cerrillo.

Como todos los cuentos de fantasía que escondían cierta verdad, éste no será diferente… Y todos los cuentos empiezan así:
Hace muchos años existía un reino muy pequeño, del tamaño de una bola de cristal donde habitaba una princesa que usaba vestidos en tonos pastel y tenis en lugar de zapatillas, tenía los rizos más alborotados que su cabeza, y una inteligencia superior a la de cualquiera… Era traviesa, juguetona, sonriente, y le gustaba leer y jugar y cantar y bailar… eso sí, a su propio ritmo.
Nació rodeada de 3 caballeros: sus hermanos quienes la cuidaban y protegían a toda costa de cualquier posible daño y la llenaban de cariño, besos y abrazos… Su padre, el rey, siempre se la vivía viajando de reino en reino, ya fuera en su fuerte corcel o en los libros con los que aprendía y aprendía, y de tanto en tanto, le dejaba leer alguno a su pequeña hija.
Su madre, la reina se dedicaba a enseñar a leer, matemáticas y otras ciencias a los niños ávidos de saber del reino. Y cuando la princesa algo no entendía ella sin problema se lo explicaba.
Verán, yo soy una princesa y me llamo  Mireya, y no cambiaría mi nombre pues significa mi estrella, y siempre he pensado que es maravilloso saberse parte del firmamento, aun cuando ese universo se sienta a veces lejano y por ser descubierto…
Soy una princesa y de familia noble procedo, no se confundan. No es noble por su historia heráldica, sino por su nobleza de corazón. Tengo un hermano mayor que es inteligente y muy audaz, tanto que hace daño a sobremanera. Un hermano menor que es pasional y alegre, gran cómplice y amigo. Y Sir Henry, un entregado a proteger a la princesa heredera: Pues esa princesa representa: ” el grial de mi familia, la alegría de nuestro corazón, el orgullo de mis apellidos, la belleza de mis genes y sobre todo la heredera de todos nuestros corazones.” Así lo describía en el libro de familia.
Mi padre, como ya dije, es un rey viajero y guerrero que siempre busca batallas que ganar, más por su bravura ha perdido algunas también. Sin embargo, la vida no lo ha vencido aun, y mi madre, es la Reina que siempre enarbola la corona de la rectitud, la enseñanza y el respeto.
La princesa podía jugar, podía aprender, podía hacer y pedir lo que quisiera pues siempre se sentía y sabía protegida y cuidada… Sus hermanos eran como tres pares de ojos que la observaban y la celaban. Los brazos de su padre servían para defenderla y los abrazos y palabras de su madre para decirle siempre que se cuidara, que el reino podía ser a veces peligroso.
Un día, la traviesa Mireya, ya más entrada en su adolescencia publicó este anuncio:
Soy una niña que creció como una pequeña princesa...
Rodeada de súbditos y complaciendo a los reyes de mi pequeño palacio de cristal:
Jugué en los jardines llenos de flores y subí a la torre más alta de mi castillo.
Encerré a mis miedos en un calabozo y desaté el dragón que llevo dentro.
Escapé de mi mundo, tomé mi blanco corcel y huí….Lejos, llegué a otro reino.
Usaba armaduras para protegerme. Ya las cambié por un delicado vestido color rosa.
Hoy me siento princesa de cuento sin hadas… Y condenada a soñar:
Busco un caballero: con espada y armadura dorada.
Quiero un escudero que llegue con mil rosas hasta mi ventana.
Busco un príncipe azul o de cualquier color… en realidad de muchos colores:
Blanco: debe ser bondadoso, pero no inocente.
Naranja: que sea atractivo, siempre creativo.
Verde : que nunca pierda la esperanza, que sea fresco y estable
Amarillo: que sepa ver la alegría en todo, y me contagie energía.
Púrpura: no importa que no sea de la nobleza, me interesa más que sea ambicioso.
Rojo: ya que es imprescindible ser apasionado.
Azul: pues quiero que sea sincero, inteligente y leal .
Y de color negro; pues se precisa ser elegante y formal.
Busco un soberano de corazón compatible, que pelee las justas conmigo y algunas por mí.
Nada ocurre por casualidad; sí por causalidad. Y en un tiempo y en un lugar: te encontraré.
Serás de muchos matices, y pintarás mi vida de colores.

Recompensa: el corazón de esta princesa ilusionada.

Su padre pensó que no era momento de pensar en eso. Sus hermanos le dijeron que los príncipes no existían, que eran más bien sapos disfrazados y que había que tener cuidado. Y su madre, bueno…. Al leer tal anuncio tembló de miedo de que la princesa estuviera creciendo demasiado rápido.
El anuncio fue mandado a retirar por el mismísimo Rey, pues él le explicaba que él siempre sería su príncipe, y ella su princesa.
Más harta la princesa, un día decidió mirar al cielo y ahí se dio cuenta de lo que sucedía. Ella en realidad vivía en una bola de cristal mágica, pues estaba diseñada para protegerla.
El cielo escondía detrás de ese gran cristal al sol, la luna, la lluvia, la nieve… Tanto había leído la princesa que no se había dado cuenta de que nunca se mojaba en un charco, o salía a jugar con una nevada o un temporal o se quemaba con el sol o pedía un deseo a la luna…
Conforme fue creciendo, más se hartaba de la situación, sentía que se ahogaba, que no podía respirar y se sentía triste por querer huir de todos ellos.
Un día, cuando la princesa pasó la mayoría de edad, ocurrió una tormenta tan fuerte, con bolas de granizo tan grandes, que a la bola de cristal se le hizo una grieta… Ella entonces, se subió a su blanco córcel llamado Pegaso, tal y como aquel del Dios griego Zeus y corrió y corrió y corrió… dejando una simple nota: “Voy a conocer el mundo del otro lado del cristal, no se cuándo volveré”.
Así llegó al viejo continente… Y esto fue lo que pasó… Su personalidad cada vez se tornaba más triste y no sabía por qué. Si bien disfrutaba viajar y hacer amigos, algo faltaba… Verán:
“La princesa de mis cuentos es siempre la misma: alegre, divertida, asertiva, sonriente, amable, gentil… todo lo que se esperaría de una princesa de cuentos. Sin embargo, la dulce y tierna princesa no es rubia ni tiene largos cabellos, eso ya lo sabemos, pues al contrario, tiene su cabello corto, ondulado e indomable como su carácter. Y aunque le ha costado, se siente bien habitando su piel (la mayoría de las veces). Por supuesto que esta princesa también llora por el príncipe, pero a veces simplemente llora por llorar, sin saber exactamente por qué. Le pone nombre a sus nostalgias, escribe sobre ellas, y al igual que sus emociones, guarda sus pensamientos en un baúl bajo llave.
La princesa se educó en las mejores escuelas europeas. Estudió la carrera de la nobleza: humanidades y diplomacia. Es inteligente, le encanta perderse en los libros que cuentan historias de otros reinos, habla diferentes idiomas y es ante todo una romántica empedernida, soñadora, juguetona, tímida pero atrevida, ingenua y consentida.
Tiene como la realeza un poco de soberbia, es también altanera, preciosa, caprichosa, orgullosa y muy gastalona. Aunque enamoradiza, esta princesa no es como todas las princesas pues ella no está dispuesta a convertirse en esposa de nadie sin amor, o por mera tradición o presión del reino que habita. De hecho, más que un esposo, quiere un amigo cómplice y compañero de viajes y aventuras. Ni tampoco quiere vestir elegantes y largos vestidos con el cabello bien peinado, al menos que la ocasión lo amerite, sí le gusta presumir de sus únicas joyas. Ella prefiere su alborotada cabellera ondulada a usar una tiara, busca algo distinto, tiene un alto instinto de aventura, es fuerte, es valiente y es todo menos una damisela en peligro, no obstante, de tanto en tanto, precisa ser salvada…sobre todo de sí misma.
Si bien es muy generosa sólo piensa en lo que otros quieren de ella, y olvida frecuentemente lo que quiere para sí misma. En su momento, estuvo de acuerdo en volver a su palacio pensando que allí ella sería feliz, pero consciente de que nunca vería a quien creía sería su verdadero amor de nuevo, ahora quería que su aguerrida personalidad le permitiera tomar las riendas de su propio destino. Ella sólo desea conocer gente nueva, viajar a nuevos lugares y tomar sus propias decisiones. Querer a mil príncipes antes de decidirse por uno sólo. Ver otros reinos y culturas. Probar otras gastronomías. Vivir su creatividad al máximo.
Pero nuestra princesa vive constantemente en profundo sueño, su apetito cambia con las estaciones, es impulsiva, culta, directa, indecisa, con un temperamento explosivo, apasionada… ¡Uy!, ¡Cuántas cosas es esta princesa! Heredera de sueños y cumplidora de metas. Si bien nuestra princesa puede parecer normal, algo no va bien con su cabeza y sus estados de ánimo. Según los mejores alquimistas del reino está “trastornada”, y este es su reporte: pues es irritable, duerme tanto como noches pasa en profunda quimera, tiene manías que traduce en la creatividad de sus poesías, y su ansiedad es respuesta a su constante necesidad de huida. Se llena de melancolía y desesperanza, como de ánimo y ganas por comerse el mundo. Y aunque su locura no tiene remedio, la solución está en ella. No olvidemos que eso es lo que la hace auténtica y única. Nuestra princesa padece un mix de algo llamado trastorno bipolar ("Mal humor", depresión crónica). Es una “locuela” reconocida pues su “mal” finalmente tiene nombre. Pero sepan algo, la princesa está tranquila pues comparte su "desorden" con otras princesas como Lady Di y Audrey Hepburn, actrices como Catherine Zeta Jones, Carrie Fisher o Marilyn Monroe, con otros escritores y poetas como Edgar Allan Poe, Virginia Woolf, Emily Dickinson, Charles Dickens, Hemingway y Herman Hesse, artistas como Vincent Van Gogh, Sinatra o Beethoven, científicos como Newton o líderes como Lincoln, Roosevelt, y Churchill. ¡Con cuántos grandes comparte su genialidad y locura!. La princesa es feliz y está triste. Es guerrera y por eso está en constante batalla: con el mundo y consigo misma. Tiene sus afanes y apatías. Sus melancolías y alegrías. Tiene sus miedos y  valentías. Tiene sueños y no duerme. La princesa de mis cuentos por si no lo sabían, soy yo: Mireya”… (continuará).