"¿Por qué se me ocurrió quererte si sé que no puedo tenerte?
Es tu amor mi padecer y es mi necio corazón que se aferra a ti y tú lo evades."
Por Mireya Cerrillo.
Tengo un temor
en el pecho
y un tremar en
el cuerpo.
Grandes
incertidumbres
de los pequeños
secretos.
Eso hacen nuestros
miedos,
traer pesadumbre
y desasosiego.
Pero en mí no
hay titubeo
para decir cuánto
te anhelo.
Esa angustia y duda
es culpa tuya y
del destiempo.
De la irresolución
de tus sentimientos,
de tu constante
silencio y huida.
Quisiera acabaras
con esta interminable dubitación.
Que te
permitieras apreciar la agitación de este loco corazón.
Que pudieras
ver en mis ojos el amor.
Y que con una
mirada tuya mitigaras mi dolor.
Pero es
imposible lo que en estas líneas te expreso.
Mas es factible
que un día aceptes tu verdadero sentir.
No habrá
determinación ni osadía
hasta que reconozcas
el desconcierto que causa en mi todo de ti.
Así es este
amor vacilante y menguante.
A veces lleno de
convicción y esperanza,
de paciencia
para serte y pertencerte.
Pues cuando se
ama sólo se necesita templanza.
Mi certeza es
saber que lo que por ti siento es fuerte.
Mas me inquieta
saber si tú sientes lo mismo que yo.
Quizás sólo fue
la ilusión de amarte y el capricho de tenerte,
y esta alma mía
que en la quimera de tus ojos se perdió.
Pero lo que
trae paz a mi inquietud
es saber que
por un momento de verosimilitud:
Tu corazón
durmió en el mismo sueño que yo,
y por un
instante en el amor también creyó.
Ya no
interrogaré a este cariño que poco a poco se desvanece.
No dejo de
cuestionarme si quizás doy mi amor a quien poco se lo merece.
En mí hay
impulsos y en ti sólo hay reclamos.
Pero es necio
este corazón que se aferra al recuerdo de hacernos daño.
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