sábado, 1 de marzo de 2014

Yo con mis locuras...

"El único sentido íntimo de las cosas es que no tienen ningún sentido íntimo." 
Fernando Pessoa: un ensoñador chiflado, un diletante silencioso.

Por Mireya Cerrillo.


Añoro la nostalgia de la melancolía.
¡Qué dulce y amarga ironía!
¡Qué pena es extrañar el sufrir!
Pero es que de ahí surge mi poesía:
del lamento y la alegría de vivir.

Pocos conocen éste raro sentimiento:
de llorar el contento del regocijo,
de deleitarse en un triste sollozo.
De ser y no ser: en compañía y en solitario.

Pocos saben qué es ser uno y sentirse dos.
Peor saberse dos y no reconocer ninguno.
Locura incomprendida. Soledad perturbada.
La belleza de escribir para borrar el estigma,
para concebir este sentirse cuestionada.

Pocos entienden la paz y la inquietud del sueño y el desvelo.
Enloquecer con mis incomprensibles manías y pensamientos.
Apaciguar el ímpetu de mis sentimientos y añoranzas.
Las palabras en mi cabeza: voz de mi alma.

Es difícil entender que a quien más admiro no me crea.
Que juzgue que esto es un invento en mi tozuda testa.
Una debilidad de mi inconciencia.
Una fantasía de mis incertezas.

Sin importar si es un trastorno: un bien o un mal.
Es algo que profundamente siento y que sólo busco entender.
No quiero empatía ni pretendo ser víctima.
No estoy perdida. No me rindo.
Estoy como Viktor Frankl: en busca de MI sentido.

Sé que aterra reconocer esta faceta.
Que desconcierta saber tan inexplorado nombre.
No es un paradigma sin importancia.
Es en mi íntima esencia donde existe, me aviva y me mata.

En fin, no pretendo dar alguna explicación.
Me fascina reconocerme en otros poetas y creadores.
Es vivir el extremo de mis emociones.
Tener el control de lo que albergo en mi pluma y mi pecho.

Llámenlo como quieran: invención, demencia o chifladura.
Soy yo con la desnudez de mis máscaras.
Sin aflicción, etiquetas, ni ataduras.
Un algo más que me hace única y distinta.
El diagnóstico es el mismo: yo con mis locuras.

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