“Mientras se sienta que se ríe el alma, sin que los labios rían; mientras
se llore, sin que el llanto acuda a nublar la pupila; mientras el
corazón y la cabeza batallando prosigan, mientras haya esperanzas y
recuerdos, ¡habrá poesía!”
Rima IV - Gustavo Adolfo Bécquer.
Por Mireya Cerrillo.
Sentir se vuelve
tan esencial e inherente
cuando vives
las sensaciones al máximo.
Llorar es más
que un simple lagrimear decente.
Y reír se
percibe en lo más profundo de mi único mundo.
El más feliz: el
rey de los actores.
El más triste: soberano
del sufrir.
Víctimas del extremo
clamar y padecer de las emociones.
Mártires de experimentar
la vitalidad de cada carcajada al reír.
Sentir,
percibir… ¡cuánto damos por sentado!.
Lamentar un
corazón quebrantado
cuando penetrante
es la tristeza.
¡Cuán intensa la
alegría del amor de una sola pieza!.
Ahora se trata
de re aprender a distinguir el dolor del placer.
Se me ha olvidado
apreciar cada parte de mi ser.
A mi suerte he
quedado en éste viaje de continuo descubrir.
¡Y porque soy capaz
de sentir. Aún puedo decir y escribir!.
Qué tormentoso
y sutil es reconocerse de manera diferente.
Es abrirse y
corromperse para sobrevivir.
Tan absurdo se
vuelve lo ausente.
Como efímero es
llorar o reír: incesante fingir.
Finalmente, el
suspiro de una risa es sólo viento.
Y las lágrimas de mi quejar son sólo agua.
Todo eso es lo que me hace decir: ¡siento!.
Todo eso es lo que me hace decir: ¡siento!.
Ser habitante
del mar con mi alma que naufraga.
Estas pasiones
me devoran.
No hay remedio
a este tedio.
Soy la fusión
de dos esencias aguerridas.
Tan llenas de sombras como plenas de vida.
Soy presa de mis arrebatos.
Trozos de una soledad y mil sueños rotos.
Pero mientras
pueda sentir tu mirada,
serás mi
refugio, mi descanso, mi barricada.
Ya lo dijo Bécquer:
“mientras sentirse puedan en un beso…”
Mientras hayan ilusiones y agonías.
Mientras pueda
sentir fluir la lira en mi poesía.
Sabré que vivo,
que soy yo, que siento y no fallezco.
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