Por Mireya Cerrillo.
Dice el refrán: “ojos
que no ven, corazón que no siente”,
¡Qué ironía no
poder verte ni tocarte y sentirte así de fuerte!.
No entiendo el
frío con el que me destrozas,
pero puedo ver
aún el fuego en tu mirada y súbitamente me alborotas.
Esa mirada que
me deja sin o me invade de palabras.
Esos ojos que
ansío y me enloquecen.
Esa ventana a tu
ser y tu alma,
que me permite
reconocerte una y mil veces.
No digas nada,
por una vez, aprecio tu silencio.
Y aunque muero porque
sepas tantas cosas.
A lo lejos escucho
tu canción
que me da la
esperanza de un mañana.
Pues cuando
sabes que dos seres se pertenecen,
en un momento
inesperado vuelven a verse.
Es el calor del sol que se siente vacío y tibio.
Es el sazón del
desamor, impasible y triunfador.
No digas nada,
sólo danos una oportunidad.
Déjame mirarte,
hablarte y poco a poco enamorarte.
Así como yo me fleché
con tu melodía y filosofía de vida,
con el
extraordinario arte de amarte y desearte.
Es nuestra
química, es tu físico, y es tu mente para mí tu mayor atractivo.
Quédate en sigilo
para disfrutar esta paz del sueño en el que siempre te encuentro.
Calla, no digas
nada. Deja que tu corazón sienta y sea el que por ti hable.
Así, aunque se
entrecorte tu respiración, poco a poco deja fluir la voz de tu interior.
No hables con
el corazón quebrantado, y mucho menos con tu ser frustrado.
Ten calma te
pido, no seas impaciente, no arruines el presente.
Guárdate para ti
lo que temes decir. Escucha mi alma que te aclama en quebranto.
Vive hoy este
amor sin inicio ni fin, diligente y redundante.
Enmudece, ya me
acostumbré a tus silencios.
Ausente,
distante, fuerte y de amor invidente.
Por ahora te
prefiero así, omitiendo de amor tus argumentos.
Mejor así, no
vaya a ser que me despierte.
Aunque quisiera
gritarle al mundo y que todos lo sepan:
Decir te quiero
se escucha mejor en silencio.
Sin embargo, lo
haré hasta que mis sentimientos en mi pecho ya no quepan.
Y entonces
gritaré lo que todos ven en lo que escribo y a ti dedico.
Mas yo no sé
disimular lo que siento y quiero: a ti.
Aprenderé a
acallar como tú, lo que deseas y no tienes.
Es un amor
reservado: para ti y para mí.
Para los
impacientes que mil besos se deben,
y sin embargo, en
la distancia se abstienen.
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