“Me hago débil queriéndote.
Me hace fuerte amarte. Sin embargo, quererme te prohibo."
Por Mireya Cerrillo.
Alguna vez te
pedí que me quisieras aunque sea un poquito.
Así con tantito
me conformaba.
Así con saberte
único y distinto,
era feliz así con
casi nada.
Pero el cuento
era siempre el mismo:
el miedo, el
tiempo y la distancia.
Y tú sin saber aún,
que en mí creaste un sismo
lleno de
angustia e ilusiones falsas.
Hoy mejor te digo,
que quererme está prohibido.
No seguiré más
la luz de tus ojos que me irradian.
No interpretaré
más tus afonías en mi oído,
pues me niego a
vivir en destierro y constante ansia.
Quererme queda prohibido
aunque no desees olvidarme.
Seré en tu vida
un fruto prohibido y nada más.
Un simple recuerdo
pues no pudiste amarme,
y quererme como
te quiero no sé si podrás.
Sería injusto
volverlo a intentar.
Te pido por
favor, déjame y vete por nuestro propio bien.
Este amor está
destinado a naufragar,
a ser una fantasía
y una ilusión para cada quien.
Aunque insista
en soñar y en quererte una vez más.
No me mires
así, te imploro.
Prohibido queda
insistir en ser y amar.
Sin embargo tus
ojos serán mi más preciado tesoro.
Te prohíbo culpar
a nuestras ganas o a las incertezas.
Te quiero y esa
es la única verdad.
Te impido
hablarme como sólo tú sabes.
Pues tengo
miedo de caer ante ti una vez, otra vez, ¡no sé cuántas veces!.
Tengo que
aprender de tu indiferencia,
y aunque no
pueda evitar la nostalgia de añorarte.
Sé que ante ti me
paralizo aunque entre nosotros sólo hay ausencia.
Besarte, abrazarte, sería suficiente…imposible no obstante.
Besarte, abrazarte, sería suficiente…imposible no obstante.
Queda prohibido
regalarte una lágrima más.
Queda prohibido
desear.
Entiendo lo indebido
de jugar con el destino,
marcados estamos
a vivir este amor clandestino
Tú y yo: tan
iguales y tan distintos.
Sentenciados a
ser quizás sólo amigos.
Vedo vivir cada
día en un suspiro,
en éste inquebrantable
delirio.
No sé si es un
castigo o una dicha.
Lo qué sé es
que es constante ésta lucha:
la de anhelarte
y relegarte,
de morir y
vivir por entregarme.
Por eso me prohíbo
extrañarte sin alegrarme.
Pues aunque
nuestros caminos han dejado de cruzarse,
estoy segura de
que volverán a encontrarse.
Será entonces
que regresaré a los momentos que me hicieron enamorarme.
No hay motivo
para lo prohibido.
Sólo razones
para no caer en el descuido.
Y aunque mi
corazón sienta frío.
Sé que esto fluye
lento como un río.
Errantes, negados el uno al otro, fuimos de amor un simple esbozo.
Nuestra historia aquí no termina vida mía.
Eterno será en mí el deleite y el gozo.
Pues tu recuerdo nadie me lo quita, aún haces que sonría.
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