"Nuestros ojos intercambiaron su luz,
y nuestras almas se llenaron de asombro y ausencia.
Se extingue el amor en el olvido, y con la pasión que se apaga"
Por Mireya Cerrillo.
¿Acaso es que
nos acercamos demasiado
y por eso hoy
nos separamos?
¿Por recelo a
enamorarnos?
¿O por el miedo
a incendiarnos?
¿De qué se
muere uno primero:
de ardor o
desamor?
No sé…pero con
éste apasionado sol,
sin duda se
derrite mi corazón.
Lo que sé con
certeza
es que con amor
es mejor vivir.
Se acaba de la
soledad su crudeza,
y profundo todo
se hace sentir.
Se detiene el
mundo, no hay tiempo para los segundos.
Es entregar tus
miedos y confesiones a la luna.
El universo se
vuelve un delirio y un sueño.
No hay ausencia
ni distancia. Solo una luna desvelada.
Velaba un amor
nocturno que no podía dormir.
Un amor que se
perdió un día de mala fortuna.
Que despertó
desconsolado sin ti,
tras una
fugitiva y triste huida.
Es mi culpa por
quererte tanto,
por aferrarme así
a tus extraños encantos.
Hoy desolada me
siento fuera de lugar:
pues me falta
tu mirada que me calma,
esos ojos que
de noche y día me hablan y acorralan.
Somos sombras
hechos de amor,
ecos del fulgor
de los rayos del sol.
Tan temporal
como eterno,
sólo queda este
triste corazón.
Y en estas
horas solitarias me pregunto:
¿qué haré con
este amor que pereció?
Desesperada
reconozco que no hay cielo entero
para
guardar lo que hoy en mi pecho encierro.
La pena se
desborda en un beso de ensueño
y entonces despierto
vacía de toda esperanza.
Eres dueño de
lo que veo frente al espejo:
de mí con mis continuas
mudanzas.
Te deseaba
tanto que te perdí en el camino.
Y como agua en
un desierto,
me encontraste
casi sin aliento
para aliviar mi
insolación y anhelo.
Desconozco
quién soy. Me hierve y quema tu flama,
eres sólo
recuerdos en ésta alma trastornada.
Hoy dudo que
exista el amor del que tanto hablan,
Y no sé a dónde
voy con esta pasión que continuamente te aclama.
No hay sol ni
luna.
No hay noche ni
día.
No hay cura
alguna
para evitar
amarte toda la vida.
Fui testigo de
algo sorprendente y perspicaz.
Fuiste la luz
de mi oscuro existir.
Agradezco el
sobresalto y la paz.
Mi promesa es: nada
es eterno y lo vas a vivir.
Somos huellas
de un imposible querer.
Deseos de un
lejano ayer.
Ilusiones que
no pudieron ser.
Sombras de un afligido
anochecer.
Y es que todo
quiero entregarte
que es difícil
aceptar que más no estarás.
Sólo en éstas
letras que mitigan el dolor de no verte,
y aminoran
estas ganas para no extrañarte.
Mas aún queda
una chispa de luz
entre las tinieblas
de tu adiós.
Un te quiero
que se quedó en suspiro,
imaginando cada
uno que quizás pudimos ser dos.
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