"¿En qué lugar del mundo se pueden encontrar tantas comodidades y curiosidades al alcance de la mano? ¿En qué lugar del mundo se puede sentir tanta libertad?" Ámsterdam según Descartes.
Por Mireya Cerrillo.
Esta
ciudad que habito tiene un constante aroma a lluvia: a nostalgia, recuerdos y
soledad.
Tiene un
color gris: elegante, crítico, afligido, triste e intelectual.
Tiene
cierto aire a misterio. Quizás por eso me gusta tanto, pues esta es mi palabra:
algo secreto y con mil cosas por descubrir.
Se siente
a independencia, a libertad. Y es que en esta ciudad uno se encuentra ajeno a
los prejuicios, sin miradas que te juzguen. Eres cosmopolita, libre de la
crítica y con un carácter desenfadado, y quizás algunos se sienten tan libres
que por eso se confunde con libertinaje. La verdad es que no hay nada de obsceno
en ser uno mismo, en vivir plenamente toda tu esencia. De eso se trata Ámsterdam,
de ser todo lo que eres sin miedo y sin tabú. Por eso aquí la homosexualidad es
parte de la ciudad, aquí la prostitución y la marihuana son legales, aquí la
bicicleta manda y el inmigrante se mezcla con el holandés de tal manera que
todos se vuelven un híbrido en busca de su propia identidad. Lo definió bien el
autor John Green: “Algunos piensan que Ámsterdam es la ciudad del pecado, pero
la verdad es que es la ciudad de la libertad. Y en la libertad la mayoría de la
gente encuentra el pecado.”
Pocas
ciudades me han embelesado así. Con su arte, cultura, historia, cocina internacional, y
ese descontrol controlado que enloquece, mitiga y atrapa. Es un lugar donde se
mezclan con cierta gracia lo sacro y lo profano, los colores serios y vivaces,
lo moderno y lo antiguo, lo banal y lo ufano. Todo y todos caben en sus
canales, en sus inusuales anillos, en sus casas con encanto y desencanto.
Por eso
elegí Ámsterdam, aquí soy sin pensarlo ni temerlo. Aquí tengo historias,
trivialidades y secretos que me van hechizando día a día.
Con
paraguas en mano para este lluvioso verano recorro sus rincones y aprendo a
cantar bajo la lluvia. Aunque me pierda entre sus calles aquí me encuentro con
facilidad. Siendo, estando, haciendo.
Aquí
quiero estar, aquí me siento mejor. Tal vez es porque todo lo que soy combina
con el color y la personalidad de esta ciudad: así gris, así nostálgica.
¡Bienvenida
a Ámsterdam!. La ciudad donde todo está permitido, hasta ser uno mismo.
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