Por Mireya Cerrillo.
No
puedo seguir con este juego.
No
sé continuar en esta cruzada.
Ya
no puedo luchar contra tu ego.
Mi
alma está encendida, enzarzada.
Es
el deseo de muerte
contra
el afán de vida.
Así
se siente quererte.
Estoy
cansada, me siento rendida.
Nuestros
ejércitos dispuestos a la batalla,
sin
táctica ni estrategia.
Sólo
éste corazón que estalla,
que
añora rendirse a la entrega.
Tú
a la vanguardia,
en
constante campaña.
Yo
a la retaguardia,
con
el aliento que se afana.
No
hay vestigios de la pelea,
todo
son sueños entre las sábanas.
Palabras
que se quedaron en la almohada,
y
esa paz que nos da compartir la taciturna trinchera.
¿Cuánto
más estaremos en guerra?
¿Cuándo
bajarás las armas?
Quiero
que te rindas sin tregua,
firmar
de una vez de paz la carta.
Mi
corazón está en asedio,
sin
disciplina ni armamento.
Toda
esta ofensiva tuya,
baja
mi coraza y mis miedos hace que destruya.
Este
combate te llevará a una victoria pírrica,
con
heridas y cicatrices de la contienda.
No
desgastes más la artillería,
una
guerra de rosas sería más pacífica.
Y
sufrimos, y ganamos y perdimos las batallas…
Guerreros
preparamos una vez más la defensa anunciada.
Temerarios,
aniquilados y vencidos,
mi
estandarte ya lleva tu nombre inscrito.
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