Por Mireya Cerrillo.
Me
ausento temporalmente de esta mi tierra, de esta mi patria
para
residir en donde encuentre un nuevo inicio:
para
descubrir nuevos sabores y entender otros mantras,
busco la calma y extraño el bullicio.
añora
el origen… y ansía un nuevo destino.
Es
sentirse perdido, es una nostalgia que al corazón ataca,
es
el deseo de ser errante, un eterno clandestino.
La
fuerza de la Odisea: el saberse sin retorno,
huír
y volar. Vivir viendo para ser en otro sitio.
Ser
capitán, ser marinero, perder el suelo
y
navegar en sintonía con el ritmo del mar.
Quiero
estar siempre en movimiento,
aunque
a mis raíces busque tornar.
Tener
libres recuerdos del mundo sin igual,
escribir
momentos que sean de mi alma el más puro alimento.
Viajar
ligero de equipaje entre ciudades y países
con
hambre y pasión descubridora,
pintar
con nuevos matices
todo
lo que mi mente ahora explora.
Con
los sueños dentro de un veliz
y
mil pasajes sin regreso.
El
camino va quedando tras de mí,
y
lo bueno y lo malo del trayecto sospeso.
Quien
fuera Gulliver o Marco Polo,
para
acumular millas como Amelia Earhart en su aeroplano.
De
norte a sur, encontrarse al estar solo,
perderse
en tren o en barco, estar en un lugar lejano.
Viajar
es ser poesía en una postal,
es
irse para regresar.
Escribir
un abrazo anhelándolo real,
ser
calma, besar y otros mundos inventar.
ir
a lugares inimaginables.
Viajar
es ser yo sin censura,
y
dejar en libertad mi alma indomable.
Tengo
el corazón del emigrado,
distante,
lejano, siempre en pleno vuelo.
Soy
poeta y soy viajero,
busco tu destino anhelando ser tu cielo.
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