"Estoy mirando, oyendo, con la mitad del alma en el mar y la mitad del alma en la tierra, y con las dos mitades del alma miro el mundo" Pablo Neruda.
Por Mireya Cerrillo.
Sucedió un día cualquiera, uno de
tantos pareciera. Pero al final del día estarían llenos de alegría como de
melancolía.
Hace tiempo ya que la casualidad
los reencontraba y maldecía. Un juego peligroso del destino, un ir y venir
preparándoles su suerte y su camino.
Me gustan los versos en medio de la
prosa, pues no hay cosa más hermosa que los besos escondidos detrás de las
palabras de una diosa.
Los acercaba y alejaba como un yoyo
que estira y afloja. Su andar sin principio ni final, era sólo continuación de
dos soledades que hace tiempo se juntaban y cosas catastróficas a su alrededor pasaban.
Cosas indescriptibles como una tremenda agitación, como si ya de antes sus almas
se reconocieran. ¡Qué raro es reconocerte en un desconocido!. Mira si no lo sé yo
bien.
Son dos miradas que se encuentran,
sus pasos que se tropiezan, se cruzan y parecen dar la vuelta.
Toman la decisión de acercarse, de
decir: eres tú. Entre sorbo y sorbo del café de su mirada y el rojo fresa de
los labios de ella, la tristeza de su alma se apaga y se enciende el fuego ante
la retirada.
Sus ánimos tiemblan y ante la
incerteza, ella decide dejar sus datos en una servilleta. Él aún no ha decidido buscarla.
Teme el rechazo, teme la verdad de un amor lejano. Se contiene la risa, y
surgen entonces las lágrimas.
Todo es una media verdad. Trocitos de
lo que queda de mí, migajas del amor que te di. Mitades que suman ausencia, mitades que restan distancia, mitades de un total, de dos tal para cual.
El libro de su historia sigue así: a
la mitad de un beso no dado, a la mitad de un sueño en el medio del Atlántico…
no es su media naranja, ni siquiera su medio limón. Es la mitad de dos mitades
que no se acaban de juntar ni en un verso de su canción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario